Rab Yosef Bitton / Yom Kippur: Perdonar, aunque no me pidan perdón

Enlace Judío México e Israel – Este próximo martes 4 de octubre antes de la puesta del sol, comienza Yom Kippur, el día del perdón. Antes de que Yom Kippur comience, debemos pedir perdón a quien sea que hayamos ofendido, insultado, lastimado, avergonzado, etc. Nuestros sabios explicaron que las ofensas que hemos cometido contra otras personas NO son perdonadas en Yom Kippur, a menos que nos disculpemos primero con aquellos que hemos ofendido. Tenemos que pedir perdón a amigos, familiares y especialmente a nuestros padres, a quienes le debemos respeto y honor ilimitados.

También es muy importante perdonar. Perdonar a familiares, amigos, seres queridos y colegas. Cuando alguien se disculpa por habernos ofendido, debemos estar dispuestos a perdonar y olvidar. Después de todo, en Yom Kipur le pedimos a Dios que nos perdone y olvide nuestras acciones equivocadas. Perdonar a los demás, sin duda, nos hará más merecedores del perdón divino.

Ahora bien, ¿qué sucede cuando alguien me ofendió o me hizo daño pero él o ella no me llama para pedirme perdón? ¿Puedo perdonar a otros sin que me lo pidan, o debo esperar hasta que me pidan perdón?

Hay una diferencia fundamental entre disculparse y perdonar. El acto de perdonar puede hacerse unilateralmente. Obviamente, es más satisfactorio y legítimo recibir una disculpa de parte de quien me ofendió. Pero todos sabemos que pedir perdón no es fácil. Se necesita mucha humildad y coraje al mismo tiempo… Y la mayoría de las personas son demasiado tímidas o tienen demasiadas barreras psicológicas –como el orgullo o la baja autoestima– lo que les impide hacerse cargo de sus errores y verbalizar su disculpa….

Sin embargo, hay algo que podemos hacer al respecto.

Podemos y debemos perdonar aunque no hayamos recibido una disculpa.

El resentimiento es un veneno que afecta a la víctima, no al ofensor.

Necesitamos liberarnos del resentimiento, el odio y los sentimientos de amargura por nuestro propio bien. Algunas veces quedamos atrapados en un círculo de resentimiento, y el odio se “apodera” de nuestro sistema emocional y nos causa un enorme daño. Cuando estamos obsesionados con «hacer que alguien pague» por sus ofensas, le otorgamos a quien nos ha hecho daño el enorme poder de seguir haciéndonos daño desde adentro, cediéndole el control de nuestras mentes y nuestros corazón. Esto no es bueno para nadie.

Nuestros sabios nos enseñaron los grandes beneficios del perdonar, y de lograr un “cierre emocional” (closure) aunque sea «unilateralmente» .

En Masejet Meguila 28a, los estudiantes del muy anciano Ribbí Nejunyá ben haQaná le preguntaron a su maestro cómo hizo para merecer una vida tan larga. El maestro respondió: «Nunca llevé a mi cama las ofensas de mi vecino», es decir, que nunca se había ido a dormir antes de perdonar en su corazón a cualquiera que lo hubiera perjudicado ese día. Y Mor Zutrá explicó sus palabras así: todas las noches, a la hora de acostarse, Ribbí Nejunyá declaraba en su corazón: “Perdono a todos aquellos que me hayan ofendido”.

En otras palabras, todas las noches antes de irse a dormir, Ribbí Nejunyá practicaba el perdón unilateral. Perdonaba a quienes lo ofendieron por iniciativa propia, aunque sus ofensores no venían a disculparse. Esta exoneración proactiva, entre otras cosas, liberaba al rabino Nejunyá de los efectos auto-destructivos del odio y el resentimiento, y como vemos, tuvo un tremendo impacto positivo en la duración (y probablemente también en la calidad) de su vida.

Hay una hermosa Tefilá (= plegaria), que está inspirada en el ejemplo del rabino Nejunyá que se encuentra en todos los Siddurim (= libros de oración) en la sección de Qeriyat Shema ‘al hamita, el Shema Israel que decimos antes de dormir.

El siguiente es un breve resumen de esa oración: Ribbono shel ‘olam …

«¡Amo del Universo! Declaro en mi corazón que perdono a todos aquellos que me han perjudicado u ofendido. Ya sea que hayan causado algún daño contra mi nombre o contra mi honor, o física o emocionalmente. Ya sea que estas ofensas contra mí se hayan cometido inadvertidamente o deliberadamente, negligentemente o con premeditación, con palabras o con acciones físicas … Declaro que perdono a todo Yehudí y te pido, HaShem, que nadie sea castigado por mi culpa».

Sugiero que todos comencemos a recitar y absorber el mensaje de esta hermosa Tefilá esta misma noche, como la preparación ideal antes de Yom Kippur.


 

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