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jueves 21 de noviembre de 2024
Los judíos de Plasencia

Los buenos y malos tiempos de los judíos de Plasencia

Enlace Judío- Plasencia es una ciudad española de la provincia de Cáceres, situada en el norte de la comunidad autónoma de Extremadura. Físicamente, la ciudad se halla en la puerta de entrada al Valle del Jerte, a pesar de que oficialmente no pertenece al mismo.

Pero vayamos a su historia

En el año 1186, y dentro de la labor repobladora de los territorios que acababa de reconquistar, el rey Alfonso VIII de Castilla fundó la ciudad, dotándola de un Fuero (un conjunto de privilegios o exenciones jurídicas de las que goza un territorio o una persona) en el que ya son hasta 15 las referencias a los judíos en aspectos tan diversos como, por ejemplo, el día en el que cada comunidad podía hacer uso de los baños públicos que, en el caso de los judíos pacenses (gentilicio de los habitantes de Plasencia) era, como es lógico, el viernes.

Menos de un año después otro documento atestigua la existencia de una comunidad judía con un grado de organización que permite al rey otorgar al sacerdote superior de la catedral de Ávila la tercera parte de los impuestos reales, entre ellos el “bedinaje” de los judíos (palabra derivada del hebreo Bet Din, el tribunal judío): el conjunto de las multas que impuestas por los jueces del barrio judío encargado de sentenciar sobre las cuestiones legales que afectaban internamente a los judíos. Para juzgar en asuntos entre judíos y cristianos se formaba un tribunal mixto -un juez de cada creencia- que se reunía en el portal de la Iglesia de San Nicolás.

Décadas de esplendor

Durante el siglo XIII la aljama (judería o barrio judío) de Plasencia vivió unas décadas de esplendor, dentro de una época de bastante tolerancia de los reyes de Castilla con sus comunidades hebreas. Sin embargo, a finales de ese siglo se inicia una época en la que el estatus legal de los judíos fue a peor y trajo consigo épocas trágicas.

Durante estos siglos había un núcleo judío en la zona conocida como de la Mota, alrededor de la sinagoga (que hoy ocupan las escaleras y la fuente de la plaza de San Nicolás, llegando desde Santo Domingo el Viejo y la calle de Caldereros), pero también había familias judías que residían en otras partes de la ciudad, principalmente en las calles Trujillo y Zapatería, y también en la Plaza Mayor.

En 1412 y en virtud de nuevas leyes, la comunidad es ubicada al completo en esta zona de La Mota, que se correspondería con lo que actualmente es el Parador Nacional, en el antiguo Convento de San Vicente. Precisamente, en la segunda mitad del siglo XV son expulsados de esta zona para construir el convento, con lo que la judería se instala en las calles antes mencionadas y se construye una nueva sinagoga. Fueron años duros para los judíos placentinos, a los que las progresivamente más duras restricciones legales a sus actividades provocaron una crisis económica que llegó a tal punto que en 1439 la aljama debía pagar más de 10.000 maravedíes como contribución a la hacienda real, aunque el soberano fijó el pago en sólo 3.500 maravedíes.

Desaparece la judería

En 1469 las Cortes de Ocaña marcaron un futuro aún más oscuro para los judíos de la Península, pidiendo al monarca Enrique IV que prohibiera a los judíos realizar oficios de arrendamiento, recaudación o mayordomía de la corona. De este modo conseguían un veto económico que les prohibía la entrada en los negocios más prósperos.

Finalmente, la judería de la Mota de Plasencia desapareció en 1477, cuando los condes de la ciudad confiscaron el espacio ocupado por el barrio judío, sinagoga incluida, para ampliar el actual Palacio de Mirabel, que era su residencia, y el convento de San Vicente Ferrer.

Es entonces cuando el convento de Santo Domingo y la iglesia pasaron a ocupar el lugar donde hasta entonces había permanecido el templo judío.

Decreto de Expulsión

Finalmente, con el decreto de expulsión, los judíos placentinos tuvieron que malvender sus propiedades -incluido el cementerio– y marcharon al exilio en Portugal, del que se sabe que algunas familias volvieron poco después ya convertidas, al menos aparentemente, al cristianismo.

Algunos rasgos de las antiguas juderías son aún visibles actualmente en la ciudad, aunque muchos de ellos se han perdido, como las dos sinagogas que hubo, si bien los restos de la más antigua de ellas se pueden aún encontrar bajo el convento de Santo Domingo, que hoy es Parador Nacional de Turismo. Curiosamente, también la segunda judería estaba en lo que hoy en día es un hotel, el Palacio Carvajal Girón, un bellísimo palacio renacentista.

También se pueden recorrer las calles de lo que se conoce como “judería nueva”, en el triángulo que forman las calles Trujillo y Zapatería, con su trazado serpenteante propio de las ciudades medievales. En ellas se han colocado unas placas en el suelo allí donde vivían familias judías, con los nombres de los antiguos moradores: «Yuçe Alaçán, Abraham Almale, Yuçe Caçes, el hijo de Beroha que se llamaba Samuel», etc.

En los callejones de esta zona también se respira el aroma de la antigua judería, como en la calle Arenillas, donde está el restaurante Casa Juan, que ofrece un menú de inspiración sefardí. Pero, sin lugar a dudas, la joya de la judería de Plasencia es el cementerio judío, ubicado en una zona llamada El Berrocal, al otro lado de las murallas. La salida hacia este camposanto estaría en una «puerta judía» ubicada entre las de Trujillo y Coria, y de la que se han encontrado restos en las excavaciones arqueológicas del Parador de Turismo.

El cementerio judío se encuentra en una ladera de terreno virgen mirando a Jerusalén y en la que aún es posible ver las tumbas que siguen la silueta humana, excavadas en la roca, en lo que era el último lugar de descanso de los miembros de una comunidad que vivieron en Plasencia durante tres siglos y que han dejado una huella imborrable en la ciudad.

 

Jorge Rozemblum es Director de Radio Sefarad

 

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