Enlace Judío- Quizá uno de los elementos más visuales y llenos de arte en la fiesta de Janucá son las janukiot o menorot de 9 luces. Junto con el sevivon y las sufganiot, las janukiot se han vuelto elementos identitarios de esta fiesta a lo largo de la historia del judaísmo; sin embargo dichos candelabros han tenido sus transformaciones a lo largo del tiempo.
Si trazamos una línea histórica sobre el uso de las janukiot, el origen del mismo es difuso y no se sabe con precisión. La fiesta de Janucá tiene varias fuentes documentales que argumentan su veracidad histórica: el Talmud desde la perspectiva religiosa y Las antigüedades de los judíos de Flavio Josefo desde el ámbito histórico son sólo algunas de ellas. No cabe duda el suceso de la historia y la importancia de la misma para el pueblo judío, sin embargo la liturgia de la fiesta se desarrolló a través de los siglos.
El año pasado tuve la fortuna de dar una conferencia sobre el orígen de los ritos de Janucá desde la perspectiva histórica. Esta plática incluía a los sevivonim, las sufganiot y obviamente las janukiot.
Fue muy revelador entender que el mundo judío no ha sido el único en encender candelas durante las festividades invernales.
Existen ritos celtas como la noche de Samahín en las que el fuego, las antorchas y las candelas son parte nodal del rito colectivo del compartimiento de la comida y del inicio de los momentos más fríos del año.
Por otro lado en el mundo grecolatino, la celebración del nacimiento del dios de la agricultura llamado Saturno estaba relacionado con el encendido de las velas, una para cada día de los festejos a este dios, quien también se identificaba con el nombre de Cronos, el titán del tiempo.
La fiesta en cuestión recibía el nombre de las Saturnales y se desarrollaban alrededor del solsticio de invierno, siendo el 25 de diciembre el día más importante ya que se conmemoraba el “Natalis Solis Invictus”.
Hasta este momento podemos entender la relación histórica de estas festividades dedicadas a los conceptos de fin de ciclo temporal o agrícola. No es fortuito que una vez instaurado el cristianismo como religión oficial del Imperio Romano, el papa Julio I reemplazara las festividades de las Saturnales con la Natividad de Jesús hacia el año 350 e.c.
Volviendo al tema que nos atañe, la guerra de los Macabeos se desarrolló del 167 al 160 a.e.c., en el momento cumbre de la opresión helénica hacia el reino de los yehudim. En las fuentes religiosas que mencionan el milagro de Janucá se habla de la menorá, el candelabro de siete brazos que se utilizó para la liturgia del Templo desde tiempos del Mishkán.
Fue hasta el período talmúdico (situado hacia el 200-400 de la era común) cuando encontramos los elementos litúrgicos relativos a la fiesta de Janucá. Dentro de estas consideraciones se establecieron las características de la festividad y también se rescató y compiló la historia del milagro.
En el tratado de Shabat 21b:1 se encuentra la mención de lo que se debe y no hacer al momento del encendido de las velas de Shabat, pero también se mencionan las de Janucá. En 21b:5 se establece que la mitzvá de Janucá es el encendido de las luces, una por día hasta sumar ocho más el shamash.
Es de este apartado de donde saldrán las diferentes tradiciones ashkenazi y sefaradí para el encendido de la janukia. Dicha fuente talmúdica nos hace pensar que para este momento ya existía la idea del uso de las velas para las noches de Janucá.
La disertación anterior nos lleva a preguntarnos cuáles son las janukiot más antiguas que sobreviven hasta nuestros tiempos.
En la Jewish Encyclopedia existe una lámina que muestra janukiot de varias épocas.
La primera es francesa y está situada hacia el siglo XII; su diseño nos remite inmediatamente a las janukiot utilizadas en Sefarad. Se trata de una lámina de metal que contiene ocho espacios cóncavos para verter el aceite; por encima se encuentra el shamash.
Este diseño fue utilizado durante la Baja Edad Media por las diferentes comunidades judías de España y Francia. Estas lámparas funcionaban con aceite como lo hacían la mayoría de las luminarias para ese momento.
Un dato importante para poner en contexto es que las velas de cera, sebo o grasa de animal aparecieron durante la Edad Media en el norte de Europa; mientras que en la zona del Mediterráneo las lámparas de aceite se mantuvieron muchos siglos más, debido a que no existía escasez de aceite de oliva, material poco habitual en el norte de Europa.
Lámparas de Janucá, lámina tomada de la Jewish Encyclopedia.
Nótese que las dos janukiot de formato triangular corresponden con la descripción dada para los candeleros de origen medieval.
De acuerdo con estas conjeturas históricas podemos pensar que las primeras janukiot fueron exclusivamente de aceite y tenían una apariencia parecida a la de las láminas citadas con anterioridad y así se mantuvieron hasta el siglo XVI. Es importante mencionar que el famoso Shulján Aruj, escrito por Joseph Caro en Tzfad hacia 1565, menciona el candelabro de Janucá en Simán 62/Seif 4-5, aspecto que nos hace pensar en la normalidad de estos objetos litúrgicos para ese momento.
Posteriormente hacia el siglo XVII apareció un nuevo diseño conformado a partir de la estructura de un candelabro.
En el norte de Europa surgieron grandes trabajos artesanales, especialmente de plata labrada y repujada que los orfebres realizaron para las janukiot, mismas que estaban adornadas con campanas y esculturas con motivos fitomorfos y zoomorfos.
Tal es el caso de la janukia Rintel de Amsterdam, la más cara del mundo valuada en 563 mil dólares. Esta disposición de candelabro desplazaría eventualmente al modelo medieval de lámpara de aceite en la cultura judía occidental o ashkenazí.
A partir de este momento los estilos decorativos de los siglos XVII al XX impactaron directamente en el diseño de las menorot para Janucá. Como ejemplos podemos citar la famosa janukia “Lindo”, propiedad de la familia sefardí Lindo-López Ferreira manufacturada con el estilo barroco en 1702. La janukia de Brody de 1787 está diseñada en un estilo rococó. Otro ejemplo es la famosa janukiá de Lemberg, de origen Ucraniano y fechada hacia 1867-1872 y resguardada en el Museo Judío de Nueva York.
Y qué decir de las increíbles janukiot de estilo art nouveau, art decó, funcionalistas y minimalistas.
En fin, todo un ejemplo de aceptación de estilos y propuestas artísticas que han hecho que la fiesta judía de las luces tenga una esencia universal y propia al mismo tiempo.
Y en esta línea de las antigüedades y Janucá les contaré otra historia.
Me encontraba un día caminando en un mercado de objetos viejos al sur de la Ciudad de México y de pronto me encontré una janukia de metal forjado a mano con un diseño muy parecido a las janukiot referidas por la Jewish Encyclopedia.
Esta janukia aparecía como un extraño artefacto que el vendedor del puesto confundió como un pisapapeles o incluso un peso para detener libros. Pero ahí estaba, llena de polvo y semioculta en un montón de baratijas. La compré y me la llevé a casa. Con mucho cuidado la limpié y la usé por primera vez en Janucá de ese año.
Cuando ardió por primera vez en el filo de mi ventana, no pude evitar pensar en la historia de estas piezas y en el conjunto cultural que engloban: una anécdota de resiliencia, de reivindicación, de esperanza y de luz; y de pronto me di cuenta de que esa janukiá representaba lo mismo en sí misma: una lámpara claramente antigua cuyo orígen y traslado a México son un misterio, pero que cada Janucá arde con aceite y, con toda sinceridad les puedo compartir, que lo hace de una manera orgullosa.
Janukiá antigua encontrada en un mercado de antigüedades. Colección Luis Huitron.
A modo de nota personal:
Con esta nota quisiera agradecer a varias personas que con su cariño y apoyo han contribuido a mi crecimiento intelectual y a mi reconexión con mis raíces judías. Primeramente Mónica Lisker quien siempre me alentó en mi formación con su bella amistad y apoyo invaluable. También a Rina y Ronen Cohen quienes un día me obsequiaron mi primera janukiá y con ello abrieron una puerta hacia el reconocimiento de mis raíces judías.
Gracias a mi morá Eli Levin quien con todo su cariño y conocimiento ha construído puentes de entendimiento. A Adela Faena, compañera de anécdotas y amor por el judaísmo y quien también vivió una historia similar del hallazgo inesperado de una janukiá con un valor sentimental muy importante.
Con mucha gratitud a Hela Yungster quien con su cariño y generosidad acrecentó mi bagaje a través del gran obsequio que es la bendita memoria de su madre. Y también a mi querida May Samra quien me ha permitido contar historias en Enlace Judío, algo que para mi es todo un honor y privilegio.
Jag Jánuca Sameaj y feliz 2023.
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