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25 de diciembre 2022
Enlace Judío.- En su libro Capturing Eichmann: The Memoir of a Mossad Spymaster, el difunto Rafi Eitan era, como sugiere el título, un agente de inteligencia, un inconformista que tocaba muchas teclas.
Trabajando en este recuento hasta unos días antes de su muerte en 2019, Colin Schindler publica en The Jerusalem Post que su obra póstuma relata muchos episodios fascinantes de su vida: cómo mató a dos templarios alemanes que querían regresar a sus granjas en la Palestina controlada por los británicos después de la Segunda Guerra Mundial; que sugirió a David Ben-Gurion rellenar las urnas con votos falsos durante las elecciones de 1955; que trabajó con el SS Obersturmbannführer Otto Skorzeny, quien había liberado a Benito Mussolini del cautiverio en 1943 y apoyó a la fascista Cruz Flechada en Hungría. En el curso de su trabajo, “no dudó en emplear nazis para garantizar la seguridad de Israel”, comenta Schindler.
La odisea de Eitan es un reflejo de la historia del estado.
Su padre luchó en el Ejército Rojo de Trotsky, mientras que él mismo era miembro del Palmaj, operando contra Fawzi al-Qawuqji, un líder militar y político libanés en el mundo del nacionalismo árabe y de los conflictos árabe-judíos, y participando en la Batalla de Malikiya durante la Guerra de Independencia. Eitan estuvo involucrado en los arrestos de Aharon Cohen, Kurt Sitte e Israel Beer, todos acusados de participar en el espionaje soviético. Creía que los estadounidenses estaban librando “una guerra inútil” en Vietnam e intentó explorar contactos con los líderes chinos a través de los buenos oficios de Morris Cohen, un antiguo consultor de los servicios de inteligencia de Mao y representante de las empresas británicas en China. Llegó a conocer a Markus Wolf, el jefe en parte judío de la Stasi en la Alemania Oriental comunista, y consideró que la falta de voluntad del presidente Jimmy Carter de intervenir en Irán para detener el ascenso de los islamistas del ayatolá Jomeini era “uno de los errores más graves y trágicos desde la Segunda Guerra Mundial“.
Su propio camino político lo llevó desde la izquierda a la derecha al Partido de los Pensionistas cuando inesperadamente se convirtió en ministro en el gobierno de Ehud Olmert en la vejez.
Entre sus actividades comerciales estaban una fábrica de secado de verduras, la exportación de peces tropicales y la cría de cabras negras y pavos gordos. Fue uno de los empresarios que Fidel Castro invitó a Cuba tras la caída de la URSS. Su experiencia en el cultivo y exportación de frutas ayudó a estabilizar económicamente a Cuba durante la década de 1990. Eitan comenta en el libro “el extraordinario entusiasmo de la juventud cubana… que me recordó mucho a nuestra juventud después de 1948”. También cenó con Castro, a quien describe como “una presencia dominante, excelente memoria y curiosidad incansable”.
Eitan pone color a la captura de Adolf Eichmann en Argentina. Eichmann, “el dybbuk”*, vivía en una casa destartalada sin electricidad en Buenos Aires y se ganaba la vida en el departamento de repuestos de Mercedes-Benz. Le preocupaba que Eichmann tuviera una cápsula de cianuro y, al igual que Hermann Goering y Heinrich Himmler, escaparía del verdugo. Por el contrario, Eichmann resultó ser muy cooperativo: quería complacer a cualquier “maestro” al que sirviera.
Eitan quería que la presencia de Eichmann en Israel se mantuviera en secreto para que el rastro de Josef Mengele, “el ángel de la muerte”, no se enfriara repentinamente, pero el anuncio instantáneo de Ben-Gurion eliminó este enfoque. En ese momento, Ben-Gurion se negó a revelar y reconocer a los secuestradores de Eichmann. Solo cuando Eitan se convirtió en ministro, se les agradeció públicamente en una ceremonia en la Knéset.
Eitan interrogó a Eichmann varias veces en la prisión de Ramle y fue testigo de su ahorcamiento.
Describe despectivamente a Yasser Arafat al que intentó asesinar en varias ocasiones después de 1967. A diferencia de muchos, Eitan defiende enérgicamente la conducta de Ariel Sharon en el gabinete durante la debacle de la Operación Paz para Galilea en 1982 y castiga a figuras como Yosef Burg en ella alegando que no tenían experiencia militar. Sostiene que el jefe de la inteligencia maronita, Elie Hobeika, era casi con certeza un agente sirio y un planificador clave en “la matanza de mujeres, ancianos y niños” en los campos de Sabra y Shatilla. También afirma que era responsabilidad profesional del Mossad saber que “la dirección de la Falange había decidido la masacre”. A pesar de la evaluación de muchos comentaristas a lo largo de los años, Eitan considera que llamar a la destitución de Sharon por parte de la Comisión Kahan en 1983 fue “un escándalo”.
Esta mentalidad llevó a Eitan a oponerse con vehemencia a los Acuerdos de Oslo en 1993 y a culpar a Yossi Beilin como su arquitecto. En contraste, Eitan sostiene además que Sharon como primer ministro habría evacuado asentamientos aislados en Judea y Samaria. Afirma que israelíes y palestinos deben ir por caminos separados y que “debemos abandonar la mayor parte de Judea y Samaria unilateralmente”, mientras retenemos el control de seguridad del Valle del Jordán.
Como encargado de Jonathan Pollard, guarda relativamente silencio sobre el asunto, además de emitir la orden para asegurarse de que no busque refugio en la Embajada de Israel. Escribe que los estadounidenses no cumplieron su compromiso de liberarlo tras 10 años de prisión.
Eitan fue, sin duda, un hombre para todas las circunstancias, imposible de encasillar ideológicamente. De sí mismo dijo que “nunca había sido leal a nadie sin ser crítico”. Solo fue leal a sí mismo.
* En el folclore judío, un Dybbuk es un espíritu maligno capaz de poseer otras criaturas, y se cree que es el alma errante de un muerto.
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