Enlace Judío- Hace unos días, llegó al poder en Israel un nuevo gobierno poniéndose así fin a un período de tres años de inestabilidad con cinco elecciones nacionales que desgastaron la economía y a gran parte del electorado.
El gobierno entrante tiene muchos desafíos por adelante tal cual como lo anunciara ante la Kneset en su plataforma operativa.
Sin dudarlo el tema de la amenaza iraní y ampliar el proceso de paz con otros países árabes que se sumen a los acuerdos de Abraham, será una prioridad nacional que no creo que muchos israelíes se opongan a buscar un impulso definitivo a estos temas.
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La administración entrante tiene también desafíos económicos y sociales que no podrá eludir.
La economía israelí no esta mal pero esta en un proceso de crecimiento desacelerado y con una inflación anual del 5% (mucho para los israelíes; nada para los argentinos). En lo social, hay que cerrar brechas que se han agigantado, desarrollar más a los árabes israelíes combatiendo la violencia delincuencial que caracteriza a ese sector social y que no ha dejado de aumentar desde hace años. Dos zonas del país requieren un pronto desarrollo para evitar posibles escisiones: La Galilea y en especial el Neguev donde es urgente implantar por lo menos 10 nuevos asentamientos urbanos. El transporte público también requiere un rápido desarrollo ya que los atascamientos de tránsito en los accesos a las grandes ciudades son habituales.
Pero donde la nueva administración deberá ser más cuidadosa es en la discusión nacional acerca de si Israel es un estado para todos o prioritariamente un estado judío.
Este no es un tema menor ni filosófico sino de esencia y de discusión cotidiana en la política y en la calle israelí. La ciudadanía voto como voto y ello debe ser respetado pero los triunfadores también deben entender que el triunfo electoral no agota la democracia sino que la legitima sin dejar de escuchar otras opiniones. Algunas expresiones vertidas en la Knesset por nuevos diputados han tenido un tinte racista y discriminador que no condice con la tranquilidad social necesaria para armonizar a los distintos sectores de la sociedad israelí.
Estoy convencido que ese NO es el pensamiento de la mayor parte de los representantes ni ciudadanos.
Por otro lado creo que es correcto que se revise la Ley del Retorno pero antes de tomar cualquier resolución al respecto se escuchen las voces de demógrafos, sociólogos, rabinos, referentes intelectuales. Es un tema muy delicado en la relación con la diáspora y no debe conducir a fisuras mayores a las ya existentes.
Claro que por otro lado, no es la judeidad norteamericana la que debe decir a Israel como comportarse y como ser; porque si bien el estado es el estado del pueblo judío, antes que nada es de los israelíes que día a día enfrentan sus dilemas.
Si hay algo que quieran cambiar en forma religiosa, entonces que 1.000.000 de judíos de EE.UU. que viven en sus cómodas casas, hagan aliá.
Es muy fácil decirle a Israel que hacer y no hacer con su futuro a miles de kilómetros de distancia.
Un último concepto es dedicado a la oposición al gobierno en la Kneset conformada por varios partidos de derecha, centro, izquierda y árabes. El juego electoral ha llevado al poder a un gobierno con el que no simpatizan. Estan en su derecho.
Pero ello no implica que no se deba acompañar lo que hay que acompañar y disentir sin agravios ni descalificaciones aquellas cuestiones que no gustan. La coalición del nuevo gobierno tiene por delante un panorama difícil pero superador si se actua con inteligencia sin forzar situaciones dicotómicas. Y esto es válido también para la oposición.
Ya hay un nuevo gobierno en Israel. Que las incertidumbres anteriores no sean reemplazadas por otras; que el progreso de Israel referente del pueblo judío siga siendo el horizonte que marcan el judaísmo y el sionismo por encima de otras consideraciones oportunistas.
Natalio Steiner es director de Comunidades Plus. Este artículo es especial para Enlace Judío
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