Hagar y la soledad como símbolo de libertad

Enlace Judío – La soledad es una navaja de doble filo, estamos acostumbrados a pensar en ella como algo malo, a asociarla con un sentimiento de dolor y tristeza; y en efecto muchas veces son los sentimientos que despierta en nosotros, sin embargo, a veces se nos olvida ver que en la soledad también existe mucha independencia y libertad. En la Torá hay muchos momentos en que vemos a los personajes interactuar con D-os desde su soledad, y Su Presencia es a la vez, crecimiento, consuelo y revelación. La trayectoria de cada personaje determina el aprendizaje sobre la soledad que el pasaje muestra. Una de las historias más interesantes en el libro de Génesis (Bereshit) es la de Hagar y el momento en que decide dejar la casa de Sara y salir al desierto para encontrar su independencia. Ahí un ángel se le manifiesta y ella entiende cosas del mundo y de D-os que antes no veía y que cambia para siempre su vida y el futuro de su descendencia. Rab Hirsch hace un comentario muy interesante sobre este pasaje, nos basaremos en él para analizarlo.

Libertad e Independencia de Hagar

En la búsqueda de Hagar lo que más destaca es su anhelo de libertad. Ella era sierva de Sara y como tal su labor era servirla. Sin embargo, cuando concibe un hijo de Abraham empieza a verse a sí misma como un individuo que puede actuar libremente, y no soporta más ser mandada por Sara. Huye al desierto donde nadie la puede encontrar. Cuando el ángel se le presenta le dice tres cosas:

“tres veces dice la palabra Vayomer (9-11): Voluntariamente debe volver a Sara, voluntariamente debe someterse a ella. Hagar no se mueve. Se convertirá en madre de una familia numerosa. Hagar no reacciona. Su descendencia será libre, la más independiente entre los hombres. Esto fue suficiente. A este precio está dispuesta a someterse a Sara.”

Le puso a su hijo Ishmael, (de shema – escuchar) en recuerdo a que D-os “escuchó su sufrimiento”. Ese nombre encierra muchos de los aprendizajes que Hagar obtuvo al irse al desierto. El primero es que D-os está en todas partes, incluso en nuestra soledad “uno puede escapar a los hombres, pero no a D-os”. La segunda es que la verdadera libertad no se encuentra en sí en someterse a los caprichos o deseos individuales, sino en buscar y encontrar a D-os. En el fondo al seguir a D-os uno está libre del resto de los hombres porque uno es capaz de tener una moral propia.

“Su hijo es llamado ‘para adam’ ‘libre entre los hombres’ (no ‘adam para’ que significaría hombre sin restricciones, sin dominio). Sus descendientes serán hombres que no se someten a reglas o dominaciones extranjeras; lucharán entre sí pero siempre mantendrán la consciencia de la realidad.”

La tercera es que D-os está presente en la vida de cada individuo y da una respuesta desde la realidad.

“Esta experiencia, tan significativa para los descendientes de Hagar, es inmortalizada por Abraham, que otorga un nombre al pozo del desierto ( 14): Este pozo permanece como un monumento a D-os por parte de los descendientes de Hagar – D-os, que es el D-os “vivo” para ellos, fuente y clímax de todo ser y vida. Más aún: Él no es sólo es el “G’d de la vista” que todo lo ve, sino el D-os “que me ve y cuyo ojo se fija en todos y cada uno.”

La diferencia entre ver y escuchar

La parte más interesante y más críptica del comentario es cuando rab Hirsch habla de que D-os escucha:

“Al niño le llama Ishmael, pues ‘D-os a escuchado su sufrimiento’: Ella le enseñará que la Omnipresencia de D-os no sólo ve, sino también escucha cuando los hombres sufren, que es más que ver.”

¿Cuál es la diferencia entre ver y escuchar?: ¿Por qué siempre la Torá empieza por decir que tal o cual profeta escuchó? y ¿por qué se basa en palabras más que en imágenes? La única explicación que da rab Hirsch es que Sara no maltrato a Hagar físicamente, que la afectación de Hagar era emocional: “Pues Hagar no fue maltratada físicamente; sólo las palabras de Sara le hicieron sentir su dependencia”. Aquí el rabino está remarcando la diferencia entre el interior y el exterior. Sólo D-os puede escuchar nuestros anhelos y deseos más profundos, aquello que no está a la vista de los demás. Es lo que Hagar descubrió en el encuentro con el ángel, que D-os no sólo es el motor del mundo desde lo externo, sino que también existe la posibilidad a una relación con D-os desde la individualidad, desde nuestro interior. En la soledad, en el desierto, D-os escuchó su anhelo de libertad y respondió a él.

Lo que eso quiere decir es que impactamos como individuos dentro de la realidad no sólo en nuestras acciones, sino a través de la relación que tenemos con el mundo; a través de enunciarnos dentro de él, a través de nuestra individualidad. Otra gran diferencia entre la vista y la palabra es que la palabra es la base de la comunicación, es a través de la palabra que se puede enunciar un “Tú”, un “yo” y entablar una relación, el poder establecer ese diálogo con la realidad es la base de cualquier búsqueda espiritual.

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Aranza Gleason: Aranza Gleason se define a sí misma como una judía en el exilio. Nació con una raíz dividida como sus poetas favoritos; busca y ama al judaísmo, pero como a los personajes que lee, éste, también se le escapa de las manos. Estudió Lengua y Literatura Inglesa en la UNAM y ha trabajado en Enlace Judío desde el 2017. Le gusta leer, viajar y experimentar el mundo de forma libre.