Enlace Judío – Aunque es poco probable que la hamburguesa con queso, hecha con queso lácteo y ternera, aparezca pronto en los menús de los restaurantes kosher, el el Gran Rabino Ashkenazí David Lau dictaminó que la carne cultivada puede, en teoría, mezclarse con productos lácteos, informó The Times of Israel.
Sin embargo, la decisión de Lau viene acompañada de una advertencia que podría socavar las estrategias de marketing de las empresas que fabrican carne cultivada en laboratorio: la hamburguesa no puede llamarse carne, tener aspecto de carne ni oler a carne.
La aparición de la carne cultivada en un laboratorio ha dado lugar a una serie de preguntas para los rabinos. Principalmente, si puede ser kosher y si se considera carne en lo que respecta a la ley judía, o halajá. Las autoridades halájicas se han pronunciado de una u otra manera.
Lau emitió esta semana un dictamen de 11 páginas a petición de una empresa que produce carne cultivada. En noviembre, visitó la empresa Aleph Farms, en Rehovot, en el centro de Israel, e investigó las diversas técnicas y tecnologías utilizadas para producir la carne cultivada.
El rabino determinó que la carne cultivada producida por Aleph Farms es realmente kosher y “parve”, un alimento que no es carne ni lácteo, como las verduras o el pescado.
“Esta decisión es significativa no solo para la empresa, sino también para toda la industria de la carne cultivada. Sienta las bases para un discurso público inclusivo sobre la tradición y la innovación en nuestra sociedad. En Aleph, innovamos para proporcionar una nutrición de calidad a cualquier persona, en cualquier momento y en cualquier lugar, al servicio de las personas y del planeta, y eso incluye a gente con diferentes tradiciones culinarias”, señaló Didier Toubia, cofundador y consejero delegado de Aleph Farms.
En Aleph Farms y otras empresas, la carne se cultiva a partir de células madre extraídas de embriones fecundados y no de células de tejido muscular.
El cultivo de carne a partir de embriones fecundados, en lugar de carne animal, resuelve una serie de problemas halájicos, lo que permite considerarla parve, según Lau. Por un lado, los embriones no se consideran parte de la madre, sino una entidad separada, lo que significa que su uso no infringe la prohibición de comer carne de un animal vivo.
Según Lau, las células madre embrionarias tampoco se consideran “carne” de acuerdo a la halajá, ya que en realidad no son alimento.
“Las células madre que se producen de esta manera son un producto que no está prohibido y no se consideran carne. Por lo tanto, siempre que se cultiven y se mezclen con sustancias vegetales kosher, se considerarían un producto vegetal kosher”, escribió.
Sin embargo, aunque el producto no se considere técnicamente carne, existe un concepto en la ley judía conocido como marit ain, que prohíbe acciones que parecen prohibidas aunque en realidad estén permitidas. Comer lo que parece una hamburguesa de ternera normal con queso lácteo parecería claramente una acción prohibida.
Otra consideración es la prohibición de realizar acciones que podrían llevar accidentalmente a hacer algo prohibido por costumbre. Una persona acostumbrada a poner queso en la carne cultivada podría empezar a ponerlo también en la carne normal, o al menos eso es lo que se piensa.
En cuanto a marit ain, Lau considera que, aunque alguien podría ser más estricto en ese aspecto si así lo desea, hay muchas razones para creer que no es un factor significativo, sobre todo en lo que se refiere a la comida que se prepara en un hogar privado y no en un espacio público.
Durante décadas, los sustitutos de la carne y las alternativas se han convertido en algo común en todo el mundo, lo que significa que hay menos posibilidades de que una persona que vea a alguien comiendo lo que parece ser una hamburguesa con queso no kosher llegue inmediatamente a la conclusión de que está cometiendo un pecado.
Lau es más receptivo al argumento de que alguien podría acostumbrarse a preparar carne cultivada con lácteos adquiriendo un “hábito prohibido”, es decir, que sin darse cuenta mezclaría el queso con una hamburguesa de carne de vacuno auténtica.
Como resultado, Lau dictaminó que si la carne de cultivo se comercializa como carne real y no como una alternativa a la carne, y se prepara y envasa para que parezca y huela a carne, entonces no debe considerarse “parve” y no puede mezclarse con productos lácteos.
Este parece ser el caso de Aleph Farms, cuyos principales productos son filetes cultivados que, según afirma, “ofrecen el mismo sabor, nutrición y experiencia sensorial que los mejores filetes convencionales”.
Además, Lau dijo que la carne cultivada no debe “comercializarse junto con productos lácteos”, ya que esto podría llevar a los consumidores a “tomar la mezcla de carne y leche con indulgencia e ignorar la prohibición”.
Por último, subrayó que todo esto se aplica solo a los productos de Aleph Farms, mientras sigan produciéndose de la misma forma, y no a toda la carne de cultivo, que podría podría producirse a través de técnicas o ingredientes diferentes.
Por lo tanto, las hamburguesas kosher con queso y carne cultivada siguen estando descartadas. Por ahora, al menos, las hamburguesas kosher con tocino también están descartadas. Pero el jurado sigue deliberando sobre el queso lácteo cultivado.
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