Enlace Judío- El nuevo gobierno de Israel llegó al poder con una serie de reformas bajo el brazo que han causado alarmas entre una buena parte de la ciudadanía. Para discutir sus implicaciones, Gabriel Ben-Tasgal conversó con dos expertos israelíes en materia de derecho, en un foro virtual organizado por Hatzad Hasheni.
“La democracia de Israel no está en peligro. Toda esa discusión (sobre la reforma propuesta por el ministro de Justicia) forma parte de la democracia”, dijo Ben-Dror Yemini, abogado y periodista y analista internacional israelí, para responder a la pregunta que se planteó como título del foro virtual, llevado a cabo esta semana por Hatzad Hasheni, y moderado por Gabriel Ben-Tasgal.
“En Israel, ya hace muchos años nos encontramos en una dura discusión permanente, acerca del sistema judicial y las autoridades, en particular, la Suprema Corte de Justicia”, agregó Yemini.
Hace unos días, más de 100,000 israelíes salieron a las calles de Tel Aviv para protestar por la propuesta de reforma al sistema judicial que ha emprendido el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y que sus opositores (e incluso algunos miembros de su partido) consideran antidemocráticas.
El problema parece surgir, al menos en parte, de lo que se ha llamado el “activismo judicial”, o esa capacidad que tienen los jueces de la Suprema Corte israelí de tomar decisiones que en otros países democráticos están reservadas exclusivamente para la clase política.
“El activismo judicial sería algo así como darle la posibilidad a los jueces a meterse en temas jurídicos que, más bien, son jurídico-políticos, como por ejemplo, decidir alguna acción del Ejército de Israel, si es algo razonable o no razonable, si está permitido o no permitido”, explicó en el mismo foro Leon Amiras, vicepresidente del Colegio de Abogados de Jerusalén.
El experto dijo que cuando estudiaba Derecho Constitucional en la Universidad Hebrea de Jerusalén, “había un movimiento que se llamaba Juka Le’ Israel, o un movimiento que decía “queremos una Constitución para el Estado de Israel”, y yo jamás, nunca, en más de 30 años, me imaginé que esa terminología (…) sería tan importante en estos días, en el que estamos en una tormenta político-social.”
El panelista se mostró sumamente preocupado por esa “tormenta y agregó que “vamos por muy, muy, muy mal camino.”
¿Acaso las reformas propuestas tienen como intención proteger al primer ministro del juicio que actualmente enfrenta?
A pregunta expresa de Ben-Tasgal sobre si las reformas propuestas tienen como intención proteger al primer ministro del juicio que actualmente enfrenta, Yemini dijo que ese tema “constantemente se encuentra en el fondo, porque Netanyahu, durante muchos años ha dicho ‘yo protejo el sistema judicial y no quiero ningún cambio’, y ahora, de repente, tras su juicio, al volver a ser primer ministro, ahora apoya los cambios.”
Y se preguntó: “¿Acaso toda esa reforma está diseñada únicamente para ocuparse de ese tema en forma personal? Porque él mismo sabe que si esto ocurre perderá a parte de quienes lo apoyan.
Según el analista, las encuestas más recientes muestran que, por un lado, una mayoría de los ciudadanos israelíes apoya la reforma pero, al mismo tiempo, no quieren que esta ponga en peligro a la democracia ni que Netanyahu obtenga prebendas que le permitan librar, gracias a ella, su probable responsabilidad penal. “Israel no cruzará esa línea”, previó.
Respecto al juicio que enfrenta Netanyahu, Amirás fue contundente: “Lo que está pasando es, como decía Piazzolla, ‘Balada para un loco’. Netanyahu, hasta que fue juzgado, el fiscal general, (Avichai) Mandelblit le llevó unos tres, cuatro, cinco años. Cuando decidió que va a ser juzgado, Netanyahu ataca al fiscal y dice que es imparcial porque decidió llevarlo a juicio criminal.
“Después, cuando lo llevan a juicio criminal acá, en Jerusalén, empezaron a atacar al sistema de fiscales, empezaron a atacar a los jueces, dijeron que va a ser algo netamente imparcial y, al fin y al cabo, el propio Netanyahu se dio cuenta de que el juicio se lleva adelante de manera objetiva.”
Amiras señaló que “cuando llegan las elecciones, la misma Corte Suprema le dice a Netanyahu que va a poder ser candidato a primer ministro y que no entra en el tema si va a poder ser candidato o no. “Hasta ahora, todo el sistema judicial estuvo actuando de manera objetiva, de manera lógica.”
El abogado argentino-israelí coincide con su colega en que es sospechoso el cambio de opinión de Netanyahu sobre la reforma al Poder Judicial, pero es menos optimista respecto a si la oposición logrará frenar las reformas que muchos han considerado retrógradas y antidemocráticas.
“Acá, a la mayoría no le importa mucho la minoría y, lamentablemente, si vimos lo que intentaron hacer con el ministro del Interior, con (Aryeh) Deri, yo pienso que si Netanyahu puede sacar una ley de que no va a poder ser juzgado sino al final de su mandato, lo va a hacer. Es decir, va a hacer todo lo posible para salvar su pellejo.”
Una Suprema Corte poco representativa
Gran parte de la discusión entablada por los abogados giró en torno al papel de la Suprema Corte israelí en la toma de decisiones aparentemente políticas, lo que ha motivado al gobierno de Netanyahu a proponer cambios para limitar su poder.
Esto se entiende mejor cuando se observa que la Corte ha sido integrada por jueces cuya orientación política dista de la ultraderecha recalcitrante que ha acompañado al actual primer ministro en el proceso de retomar el poder, luego de un breve gobierno de amplia coalición encabezado por una derecha más moderada.
Respecto a la Suprema Corte, Yemini dijo que hasta hace poco, “era un grupo bastante cerrado. Indudablemente, era un amigo detrás de otro amigo; hay que reconocer que en los últimos años hubo un cambio. Al menos desde que Ayelen Shaked fue nombrada ministra de Justicia comenzó un cambio y entraron no solo más jueces del estilo antiguo, muy universalista-liberales, sino también jueces que son conservadores. Pero aún no hay equilibrio en la Suprema Corte de Justicia.”
El analista y periodista explicó que “cuando tratamos de temas constitucionales o políticos, nosotros queremos que el Tribunal represente a toda la población y no solo a cierta tendencia política específica.”
La izquierda liberal sionista, en opinión de Yemini, está sobrerepresentada en al Corte Suprema.
Agregó que espera que las reformas cambien eso pero sin la intervención directa de los políticos. “Espero que la reforma, tal y como se presenta, no sea aceptada, pero que sí haya un cambio.” Reconoció que quiere “un tribunal fuerte, que preserve los derechos humanos, pero no quiero un juzgado que intervenga demasiado en los asuntos políticos.”
El principio de legitimidad
Uno de los temas en la mesa de discusión fue el llamado principio de legitimidad, que hace que cualquier tema sea juzgable por la Corte.
Al respecto, Amiras ofreció un poco de contexto para entender hasta qué punto esa institución ha tenido incidencia en el debate.
“Que toda temática sea juzgable significa que, debido a la escalada política-social que tenemos en este país, el Estado, los jueces han entrado en discusiones en ciertas temáticas que son muy problemáticas. ¿Somos nosotros un Estado judío o un Estado democrático?
Si somos un Estado judío, quienes no son judíos no pueden ser parte de este Estado; y si son parte de este estado, entonces somos una democracia media rara, somos democráticos, somos judíos…
Más de una vez, la Corte entró en estas temáticas.”
Acciones militares, tortura: los dilemas de la Corte
Otro ejemplo: “Cuando el Ejército decide, por una defensa, por un ataque, entrar en una acción militar, esa acción militar ¿es razonable o no razonable?
“Hay puntos muy problemáticos. Por ejemplo, en una época, en Israel, se hablaba de la tortura. Dijeron ‘no podemos permitir que se pueda torturar a un prisionero’. En cualquier lugar del mundo, agarrar a un prisionero, detenerlo y torturarlo para que diga la verdad es una cosa ilegal. Pero vino la corte y dijo ‘a ver, si tenemos un prisionero que es un terrorista islámico y puso una bomba en las torres de Azrieli, y llega a reventar, van a morir mil personas. ¿Podemos torturarlo o no?’. Y vino la Corte y dijo ‘en ese caso sí se puede aplicar una fuerza más de lo normal pero únicamente en caso que haya una problemática o para salvar la vida de miles de personas…’.”
El abogado recordó que en Israel “no tenemos el sistema continental de América Latina (…) sino más bien un sistema británico o anglosajón o americano, en que los jueces tratan de entrar un poco más en ciertas temáticas y dar su opinión.”
Sobre el concepto de razonabilidad, Yemini opinó que los jueces está ahí para decidir si una acción es legal o ilegal, no para decidir si es razonable o no. Si de nueve jueces, cuatro piensan que algo es razonable y cinco, que no lo es, entonces es razonable, dado que a cuatro personas les pareció que lo era, ejemplifica.
El Artículo de Superación
Ben-Tasgal inquirió también sobre el Artículo de Superación, otro de los temas espinosos de las reformas perseguidas por Netanyahu. Sobre esto, Amiras explicó que la reforma permitiría que “el Parlamento pueda reprobar una ley anulada por la Suprema Corte de Justicia, con una pequeña mayoría de 61 votos.”
“Es un juego de niños sin ningún sentido. Si la Corte Suprema anula una ley del Parlamento porque esa ley de Parlamento porque esa ley contradice principios constitucionales (a pesar de que en Israel no hay Constitución pero sí tenemos principios constitucionales), y así lo deciden, digamos 11 jueces o 16 jueces, entonces ellos dicen ‘ustedes decidieron que esta ley no puede existir, entonces nosotros la vamos a volver a legislar y si ustedes quieren, vuelvan a anularla’.”
Una reforma al vapor
Amiras, vicepresidente del Colegio de Abogados, con 30 años de experiencia en el derecho israelí, habló sobre el largo camino que ha emprendido aquel país para contar con un cuerpo de leyes, y se mostró preocupado por la intención de Netanyahu y su gabinete de modificarlas de un plumazo.
Desde 1948, Israel “lo poco que logró (en materia legal) es tener un documento constitucional que es la Declaración de Independencia y leyes básicas, y muy de a poquito seguimos tirando adelante para tener un sistema constitucional (…). Viene un nuevo gobierno y quiere cambiar las leyes del todo y decir ‘mira, lo que no logramos en 75 años lo vamos a lograr en una semana’. Es una cosa de locos”, exclamó Amiras.
“El guiso constitucional de las leyes lleva tiempo y hay que respetarlo, hay que deliberar, hay que discutir.
El pueblo judío somos ‘el pueblo del Libro.’ Tenemos que sentarnos y ver, pensar lo que son las bases jurídico-constitucionales de nuestro pueblo. No nos olvidemos que tampoco los judíos somos fáciles.”
Amiras fue muy enfático al señalar algunas de las contradicciones del actual gobierno, y no se mostró muy optimista sobre el futuro inmediato del país. Cuando se le preguntó cómo pensaba que terminaría la actual crisis político-social, dijo:
“Me dan ganas de llorar”
“Yo te voy a tirar un par de datos para nuestros oyentes de América Latina y que ellos decidan solos. Yo soy vicepresidente del Colegio de Abogados, que fue fundado en 1961. El Colegio de Abogados está defendiendo de manera total a los jueces, a la Corte Suprema, al sistema jurídico para que no sea cambiado.
“Lo primero que hizo el gobierno es (que) presentó un proyecto de ley para cerrar el Colegio de Abogados, que no exista más y que exista (en cambio) una división de leyes, de los abogados del Ministerio de Justicia.
“Segundo: el ministro de Seguridad Interna, Itamar Ben-Gvir, que tiene, yo vi, como 40, 50 causas penales (en contra), fue nombrado como ministro de Seguridad y él es el que va a poder dar, en cierta medida, órdenes a la Policía para ver qué se va a hacer o no.
“El tercer punto: el ministro Aryeh Deri, ministro de Economía, que fue condenado por temas penales de índole impositiva, lo quisieron poner como ministro de Economía.”
El abogado lamentó que “lo único que queda a nosotros es la libertad de expresión, es decir, salir a escribir y a hablar en la radio y a hablar en la televisión; salir a manifestaciones, de manera pacífica, por supuesto.”
Hizo un llamado a la movilización social y pidió: “no nos olvidemos que esto no es el Likud o Netanyahu: esto es el gobierno que ganó junto con grupos ortodoxos muy, muy extremistas, que están en contra de los gays, están en contra de las minorías, están en contra de los laicos… estamos llevando a Israel atrás.”
Pese al negro escenario, Amiras concluyó con un poco de optimismo:
“Yo creo en el pueblo judío. Yo creo en la democracia. Pienso que vamos a seguir adelante pero no puedo cerrar los ojos. Tenemos que seguir adelante con la gente buena, con la gente cuerda, con la gente lógica que representa al pueblo judío acá y en todo el mundo.”
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