Enlace Judío México e Israel – Ezra (Suri) Ángel Benzion creció y se educó en el seno de la comunidad judía de Panamá. Aunque al principio se dedicó al comercio, el destino le tenía preparada una misión que no cualquiera aceptaría: convertirse en abogado y ser el defensor legal del general Manuel Antonio Noriega.
“La justicia es un balance”, dice Ezra Ángel Benzion ante las cámaras de Enlace Judío, desde su despacho en Panamá, en una entrevista exclusiva que nos ha concedido para hablar sobre su caso más notable: la defensa del general Noriega. El abogado está convencido de que todos, independientemente de lo que hayamos hecho, merecemos que se nos respeten nuestros derechos, y afincado en esa convicción, pero también en una larga amistad, fue que el actual presidente de la Comisión de Defensa de la Profesión decidió tomar un caso al que muchos hubieran rehuido.
“Fui contactado por el general Noriega cuando llegó a Panamá, después de estar 20 años preso en Estados Unidos y tres años en Francia. Al momento que llega a Panamá me contacta. Nosotros teníamos una relación básicamente de amistad, antes de él dejar el poder. La hija fue compañera mía de escuela y compartíamos como el papá de una compañera de clases. Compartíamos durante muchos años y teníamos una relación de mucha amistad. Ese es el motivo por el cual me contacta el momento que él sabe que llega a Panamá y tiene una persona de confianza, que es abogado, que puede ayudarlo.”
Formado en el Instituto Alberto Einstein, Benzion se graduó en el año de 1988, pero no estudió la abogacía sino hasta mucho después. Antes quizo intentar el ejercicio del comercio. Nueve años después de graduarse del colegio, Benzion optó por estudiar Derecho, la carrera que le daría notoriedad y de la que se graduaría en 2001.
En uno de los muros de su despacho hay un puro enmarcado junto con una nota escrita por Manuel Antonio Noriega. Cuenta la historia detrás de ese habano.
Un cigarro en la pared
“Fidel Castro le enviaba a todos los mandatarios los Cohiba Lanceros personalizados con el sello, con el nombre de cada mandatario. En el caso del predecesor (de Noriega), el general Torrijos, Torrijos sí fumaba habanos y tenía una pasión y recibía la caja de Cuba a cada rato. En el caso de Noriega, Noriega no fumaba, entonces recibía las cajas y tenía una bodega llena de cajas.
Yo sí fumaba tabacos desde los 17 años. Yo nunca fumé cigarrillos pero fumaba tabaco. Y yo compraba los tabacos baratitos que vendían en la farmacia y una vez (Noriega) me vio fumando tabaco y me dijo: “Yo te voy a dar de los buenos” y los tabacos que llegaban me los iba dando. Cuando llegó la invasión, yo tenía en mi casa 50 o 60 cajas personalizadas con el sello de él, enviados por Fidel Castro, y ese fue el último tabaco. Me quedó después que me fumé todos. Ese fue el último que me quedó y lo guardé como un recuerdo.”
La nota que puede apreciarse junto al cigarro llegó mucho después, cuando ya el general había pasado más de dos décadas preso, acusado por Estados Unidos de traficar con cocaína y lavar dinero para los poderosos carteles colombianos. “El caso Noriega no era un caso tradicional. Es un caso bastante icónico porque tiene muchas aristas.
No era un tema legal; netamente, era un tema político.
“Es un tema que ningún presidente, ningún magistrado quería pasar a la historia como la persona que dejó en libertad a Manuel Antonio Noriega. Y ese fue el reto que nosotros nos enfrentamos desde un principio”, explica.
“Cuando yo tomo el caso, yo le digo “yo no sé en realidad cuál va a ser el tiempo que nos va a tomar esto, no va a ser corto, pero yo sí te prometo una cosa que va a ser: que yo te saco a ti. Sea como sea, yo te saco aquí, tú no vas a morir en la cárcel”. Efectivamente, el camino legal fue largo y tortuoso, pero la promesa estaba hecha”.
“Tuvimos que recurrir a muchos elementos, no solamente la parte legal, que era un gran papel, pero también a la parte mediática: exhibir los abusos que había y básicamente el “no me quiero meter o no me quiero involucrar en esto”. Mandábamos una carta a un al tribunal y el tribunal decía “no, esta orden no es de nosotros, es el Ministerio de Gobierno”. Mandamos una nota al Ministerio de Gobierno y decía “no, esta orden no es de nosotros, es del tribunal.”
Entonces todos se tiraban la bola, como decimos, porque nadie quería tomar una decisión y nos tocó entonces por esta vía exhibir esto mediáticamente y legalmente, arrinconarlos hasta llevarlo a una posición donde una persona tenía que resolver.
Y ese fue el resultado final, que logramos que, por esa vía, nos enviaran a juicio, que es lo que estaban dilatando por cinco años y trataron no llevarnos a juicio”.
“Y cuando fuimos a juicio, fuimos a tres audiencias por tres casos distintos y las tres audiencias las ganamos y (Noriega) salió el mismo día.”
De vuelta a la nota en la pared, Benzion explica que “fue firmada el día que él entra a la cirugía, después que él está detenido en Panamá. Y efectivamente, en el momento que él sale, dos meses después tiene que tener una cirugía por un tumor cerebral. El día que él se va a operar, él me hace esa nota y me la deja con una de las hijas porque yo estaba fuera del país en ese momento y me deja esa nota dando las gracias por haberlo sacado de la cárcel.”
De niño consentido de los Estados Unidos a ser buscado por crímenes de narcotráfico y de lavado de dinero
Sobre la relación entre Estados Unidos y Noriega, de quien se piensa fue colaborador de la CIA, Benzion prefiere no hablar frontalmente. “Yo creo que el tema de Noriega y la CIA es mucho más complejo que eso. Eso sería una historia que no es mía para contar, esa historia creo que le correspondía a él contarla; el motivo por el cual él pasa a ser el niño consentido de los Estados Unidos, el hombre en la región, a ser una persona buscada por crímenes de narcotráfico y de lavado de dinero, eso es un tema que no quiero entrar en esa parte, porque es una historia que le corresponde a él o le correspondía a él contar.”
Y, según deja entrever el abogado, así lo hizo, en unas memorias que no se han publicado aún pero que podrían ver la luz en algún futuro. “Para los Estados Unidos, Noriega era un gran aliado y lo demostró por muchísimos años. Hubo elementos en los cuales él fue acusado, él fue condenado, pero después en juicio se demostraron que no tenían ningún tipo de asidero. Noriega fue condenado en Panamá por tres delitos y nunca fue escuchado. Nunca fue notificado, nunca le tomaron una declaración.”
Inseparable de la justicia, la política intervino, según Benzion, para que a Noriega les cayera encima una maquinaria que terminaría por aplastarlo. “Básicamente, el ambiente político, el ambiente que había en ese momento en Panamá, después de 20 años de un gobierno militar y pasar a un gobierno pseudodemócrata que lo que hizo es perseguir a todos los militares durante los primeros años, no se garantizó ningún tipo de justicia”.
“Hubo casos de manipulación de jurados de conciencia que están ampliamente documentados. Hay elementos que no vinculan a Antonio Noriega con ninguno de los casos que fue por los cuales fue condenado. Incluso nosotros ansiábamos a ir a un proceso y demostrarlo. Teníamos todos los elementos para hacerlo y los casos fueron que él fue condenado antes de la llegada de él a Panamá.”
Esto, según el abogado,
“es una violación abierta el derecho internacional, al derecho penal, a las garantías fundamentales de cualquier ser humano, a una debida justicia. En el caso de los procesos que quedaron abiertos y que son los que nosotros teníamos que representar al momento de su llegada a Panamá, todos los casos fueron cayéndose, uno a uno fueron cayéndose, y fueron las tres audiencias que nosotros hicimos, que en realidad logramos desvincularlo de esos casos.”
Los casos irresueltos
Todavía quedó un cuarto caso pendiente. Las otras personas que, junto con Noriega, fueron imputadas en dichos casos, siguen sin ser condenadas, casi 30 años después, “todavía no han sido llevados a juicio porque no hay elementos. Los expedientes fueron armados de una manera jurada sin las pruebas necesarias, simplemente buscando “esta persona tiene que ser culpable y no importa cuál es la manera de llegar allá”.”
Sobre los otros casos difíciles que al también vice presidente de la Asociación de Abogados Penalistas de Panamá le ha tocado enfrentar, dice que “hemos representado a varios políticos, varias personas de alto perfil, pero obviamente tengo que guardar una reserva de estos casos. En el caso de Noriega, un caso notorio que lo representé y por eso estoy hablando de esto.”
El fundador de la firma Ángel Kipperstok se niega a hablar de los múltiples reconocimientos que penden de sus paredes como la medalla Ascanio Wulford que cuelga de su pared . “No sé por qué me los dieron pero por algo habrá sido. No tengo más que un compromiso con mi profesión, un compromiso con mis clientes de llevar cada proceso de la mejor manera y con la mayor entrega.”
Su nombre, se le hace ver, significa “Dios ayuda” en hebreo. Sobre qué representa ser para muchos un ángel, el abogado dice que “cuando uno escoge esta profesión, hay una vocación de servicio, una vocación de no solo la ayuda, sino de la justicia. Buscarle a la persona que toca nuestra puerta el acceso a esa justicia, el acceso a que se respeten sus derechos, independientemente lo que haya hecho, independientemente de quién sea.”
“Cada persona, independientemente que sea un criminal, que sea un asesino, tiene derechos que deben respetarse y si es culpable, tiene que decirlo un juez, no un abogado. Y el juez decidirá al final si es culpable, pero siempre respetándole sus derechos”.
“El mandato del abogado es siempre observar que a su cliente se le respeten sus derechos, no buscar tanto el resultado, si es culpable o inocente: que se le respeten sus derechos.”
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