Enlace Judío- Gracias a los auspicios de la B’nai Brit México, a través de su presidente, Dan Tartakovski, se conmemoró en Olamí ORT el día de recuerdo del Holocausto. A este tomaron parte embajadores, entre ellos el de Israel y la de Bulgaria; el Dr. Mario Sinay, experto en el tema del Holocausto; personalidades de la Comunidad y del cuerpo diplomático israelí; docentes y alumnos; y el sobreviviente Alberto Bejarano, cuya hija, Sophie Goldberg, escribió el texto siguiente:
“Había que esperar a que las emociones se asentaran, había que esperar para poder escribir. Estábamos ahí, mi padre y yo encendiendo una vela por las víctimas del Holocausto. Estábamos ahí, mirando desde el estrado a nuestra descendencia que con lágrimas en los ojos expresaba su gratitud.
Hace 80 años, cuando el pueblo búlgaro salvaba a su población judía de ser deportada a los campos de exterminio, no sabía que al salvar a mi abuelo y a mi padre, me salvaban a mí, a mis hijos y a los hijos de mis hijos.
Salvaban a generaciones por nacer, a hombres y mujeres que estaríamos hoy, en la conmemoración del Día Internacional para recordar a las Víctimas del Holocausto, honrando el que no hayan sido indiferentes.
Más de 400 personas reunidas en el Colegio Olami, escucharon el testimonio de mi padre, Alberto Bejarano, quien a sus 6 años vivió la historia extraordinaria que celebra que un pueblo entero haya ido contracorriente de lo que sucedía en aquella Europa ensangrentada.
Bulgaria decidió ennoblecer al hombre uniendo voluntades para salvar a la gente con la que estaba hermanada.
Cuando la historia no la lees en un libro, ni la ves en un documental, sino que es parte de tu vida, de tu legado familiar, de haber vivido a la sombra de una guerra que no se vivió en carne y hueso, pero que está ahí, en cada esquina, en cada palabra, en cada actitud, entonces, la guerra se siente.
Yo me descubrí como hija de un sobreviviente del Holocausto y la responsabilidad de transmitir se convirtió en una misión.
La memoria, y el constante cuestionamiento a través de los relatos de mi padre, aunados a mi deseo de honrarlos, se transformó en una novela, El jardín del mar, que devela la inocencia que prevalece cuando el universo infantil confronta a la peor crueldad imaginable.
El privilegio de haber estado con mi papá, en vida, frente a los embajadores de los países europeos en México y que escucharan su historia, me llevó a pensar que, seguramente, deben haber dudado de la reacción, que a diferencia de Bulgaria, tuvieron durante la Segunda Guerra Mundial sus países.
Ojalá, ojalá haya sido así porque debemos evitar, con la palabra oral, con la escrita, con gritos si es necesario, que algo semejante vuelva a suceder.
Durante la conmovedora ceremonia, pedí, con la voz entrecortada por la profunda emoción, a la distinguida Embajadora de Bulgaria, Milena Ivanova, ser la vocera del eterno agradecimiento que esta familia méxicana-búlgara llevamos en el corazón ahora y generaciones por venir.
Somos los herederos de esta historia y seremos siempre custodios de su memoria porque ese pueblo justo y piadoso no permitió que acabáramos en las fosas comunes, como tantos, como millones.
Por los que desaparecieron. Por los que sobrevivieron, que ninguna historia sea olvidada”.
Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío
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