Enlace Judío – Una de las cosas más interesantes del cerebro es que está programado para crear orden dentro de los estímulos sensoriales que recibe. Hay pinturas que están hechas para formar una imagen a ciertos pasos de distancia y otra completamente distinta cuando el espectador se acerca; al final todo depende del ángulo con el que miramos las cosas.
Eso ocurre también en nuestras vidas, la perspectiva que tenemos, la forma en que miramos las cosas impacta mucho en lo que vemos y la manera que lo interpretamos. El mismo suceso puede ser narrado de dos maneras distintas y las implicaciones que ambos relatos tienen serán completamente otras. También ocurre que a veces vemos un evento bajo una luz y al recibir información nueva sobre el mismo nos damos cuenta que la idea que formamos en nuestra cabeza estaba equivocada y la realidad era muy distinta a lo que habíamos creído. Naturalmente hemos aprendido a aceptar lo que desconocemos, y el hecho de que las explicaciones que damos a nuestro entorno jamás van a ser absolutas, que la realidad siempre va a superar al pensamiento.
Ello por un lado es trágico, pues nunca tendremos certezas, pero por el otro es hermoso porque nos permite relacionarnos de forma individual con el mundo que nos rodea. Nos permite cada día descubrir cosas nuevas tanto de nosotros como del mundo, y nos permite involucrarnos en él. Purim tiene mucho que ver con esto. Toda la festividad gira en torno a lo que tarda en tiempo en revelarse, a lo que parece en la superficie y lo que se ve en la profundidad; Ester por quién celebramos quiere decir oculta y en sí en Purim festejamos al D-os que actúa a través de la historia, que en apariencia se oculta. Al D-os por el cual podemos participar.
La historia y el milagro
Todo Purim surge de la historia de la reina Ester (que se narra en el libro que tiene su nombre), y de cómo ella y Mordejai salvaron al pueblo judío de ser exterminado por los gobernantes de Persia. Los eventos se asumen como milagrosos, aunque el nombre de D-os no aparece en todo el relato. La historia con sus reveses de fortuna con sus encuentros y sus detalles nos muestra que los eventos no ocurrieron por casualidad, sino que podemos relacionarnos con ellos a través de un orden, un sentido; la existencia de un D-os. Sin embargo, es la voluntad del que lo lee de verlo: Todo lo que la historia narra pasó tras bambalinas, en secreto, y lo que se considera el milagro ocurrió de una forma natural, no fue un milagro abierto como la apertura del mar por ejemplo, sino fue un milagro que ocurrió bajo medios naturales. Sólo el que está dispuesto a fijarse en los detalles puede ver a D-os a través de los mecanismos cotidianos, y sólo el que quiere establecer una relación de participación activa y encuentro con el mundo puede realmente hacerlo.
Básicamente la historia narra cómo Hamán la mano derecha del rey Asuero (Ajashverosh) busca exterminar al pueblo judío bajo la excusa de que son un pueblo numeroso y apartado; convence al rey de mandar un decreto de exterminio. La reina Ester, esposa del rey, quien esconde su origen judío logra a través de varias cenas convencer al rey de que permita a los judíos defenderse de quienes quieren matarlos, y les permita el acceso a armas. Gracias a una guerra ocurrida en el 13 de adar es que los judíos pudieron salvarse y Hamán fue colgado en el mismo palo en el que pretendía colgar a Mordejai (el líder religioso y político de los judíos).
En la historia se vuelven significativos el ocultamiento de la reina, el cambio de fortuna que los personajes viven, las fiestas que el rey organiza y el triunfo del bien sobre el mal. Todos serán temas que impacten la forma bajo la cual celebramos. En Purim tratamos de recordar el milagro de forma comunitaria y de crecer personalmente a través de hacernos consciente de él. Hay cuatro mitzvot (preceptos) principales que distinguen a la festividad: El primero es la lectura pública de la meguilá (el libro donde se narra la historia), el segundo una seudá (comida celebratoria) en la que festejamos el milagro, la tercera es dar dinero a los más necesitados de la comunidad para que puedan tener una comida celebratoria y la cuarta es dar regalos que se llaman Mishloaj Manot. Todas están mencionadas en la meguilá misma y todas giran en torno al conocimiento de uno mismo.
El festejo – la seudá
Purim como todas las festividades judías empieza al atardecer y termina al atardecer. En el día se hace la comida celebratoria (seudá) en ella festejamos el milagro que narra la meguilá. Una de los elementos más bellos de esta comida es que tiene a la vez un carácter comunitario y uno personal celebramos en comunidad el milagro, pero al mismo tiempo hay tradiciones que le obligan a uno confrontarse con su persona. Dentro de la seudá uno está obligado a beber hasta que ya no distinga entre “maldecido es Hamán” y “Bendito es Mordejai”, y uno acostumbra a disfrazarse en esta época.
A través de ambas tradiciones uno debe confrontarse con quien es realmente; la bebida relaja las reglas sociales y como dice el Talmud “cuando el vino entra, lo oculto (sod) se revela”, mientras que el disfraz esconde ligeramente la identidad de la persona, ambos nos liberan de las máscaras que usamos en nuestra vida cotidiana. El disfraz nos enseña las cosas que son externas a nosotros, pueden ser nuestros defectos o cualquier cualidad que decidamos escoger; también puede ser aquello que buscamos integrar a nuestra persona.
La bebida, el disfraz y la comida también es una forma de conocimiento de nuestro cuerpo el Talmud nos dice que así como Hamán quería destruir nuestro cuerpo, en Purim celebramos con el cuerpo.
Unión en la comunidad
Finalmente las canastas de comida (Mishloaj Manot) y el dinero que se regala en Purim es para crear unión al interior de la comunidad. Las Mishloaj Manot (regalos de comida) uno se los da a quien quiera, pero se impulsa mucho a que la persona no sólo le de regalos a sus seres queridos, sino que de un regalo a las personas con las cuales tiene problemas de relación para que las Mishloaj Manot ayuden a alivianar los enojos y las fricciones. Mientras que el dinero ayuda a integrar y a alegrar a quien pueda sentirse alejado de la comunidad por pesares económicos.
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