Pilar Rahola en entrevista con Enlace Judío: A Colau no le importa “nada” la causa palestina, “la ha utilizado como si fuera un pañuelo sucio para su guerra política”

Enlace Judío desde Madrid-  Pilar Rahola no necesita presentación. Su reputación la precede en cualquier comunidad judía del mundo y sus palabras se han escuchado alto y claro durante la reciente tensión entre Israel y Barcelona por la decisión de la alcaldesa, Ada Colau, de romper el hermanamiento con Tel Aviv.

 

En una entrevista con Enlace Judío, la periodista, escritora y ex política catalana, la considera una táctica electoral por parte de quien no deja de ser una “oportunista”, a la que, si bien es ciertamente de izquierdas, “la causa palestina le importa nada”, solo “la ha utilizado para sus intereses partidistas”.

Rompiendo sus propias normas, y ante una petición expresa, también se pronuncia sobre la situación interna en Israel, y no oculta su “preocupación” por el proyecto de reforma judicial que impulsa Biniamín Netanyahu, o por la creciente influencia de la extrema derecha sobre el primer ministro. Aun así, dice tener fe en la democracia israelí: “No concibo una Israel que no sea liberal, abierta y plural”.

Elías L. Benarroch. La semana pasada el Pleno del Ayuntamiento de Barcelona aprobó tres mociones contra la decisión de Colau, pero su decreto en principio sigue vigente. ¿Qué opinión le merece esta dualidad y qué impacto podría tener en la práctica?

Pilar Rahola.  Lo que ha hecho Colau refuerza aún más las relaciones de Barcelona con Israel porque ha obligado a que una cantidad de gente que nunca se pronuncia, (ahora) se ha pronunciado en contra de esa barbaridad y a favor de restablecer relaciones. Es decir que lo que ha hecho no tenía ninguna lógica. Colau ya tiene tres derrotas. Perdió las votaciones en el plenario tres veces y (..) no representa en estos momentos a la mayoría del Ayuntamiento (sino) a la absoluta minoría.

Tiene (también) la derrota de que si quería convertir Barcelona en una especie de adalid de ciudad solidaria con los palestinos, la ha convertido en una gobernada por una radical anti-israelí, lo cual también es pésimo. Y, finalmente, no va a pasar nada porque las elecciones (municipales) en mayo van a dar un vuelco y, quien gobierne -sea PSC o Junts- va a recuperar el hermanamiento.

Por tanto, creo que en el fondo a Colau le es igual: es una oportunista que siempre ha ido al aliento de sus intereses partidistas y personales. Se ha dado cuenta que va a perder las elecciones, de que hay una contestación (ciudadana) muy fuerte contra ella, y lo que hace es utilizar el tema de Israel y el palestino para afianzar sus posiciones.

Primero, para blindar su voto e intentar mantenerlo. Y segundo, por si pierde, para convertirse en líder de algo, de su grupo.

En realidad, la causa palestina le importa nada, la ha utilizado para sus intereses más partidistas.

ELB Evaluando el posible impacto de la decisión en las elecciones… ¿Los votantes no deberían estar más interesados en el funcionamiento –digamos-de la economía, servicios de sanidad, educación o seguridad, que en israelíes y palestinos?

Pilar Rahola. A ella no le da ningún voto. Ha utilizado una pancarta, no un programa. Con esa pancarta quiere salvar el voto de la extrema izquierda, quedárselo para ella, sabiendo que el voto mayoritario no lo va a tener. Al ciudadano de a pie de Barcelona no sólo no le importa nada el conflicto, quiere que Barcelona funcione y tenga relaciones económicas.

Es evidente que ni un solo medio de comunicación ha apoyado su jugada, ni ningún partido importante solvente. Solo lo han hecho cuatro entidades que nadie conoce y a las cuales, por cierto, ella subvenciona. Por tanto, entendemos que es una jugada táctica: como todo le va mal -la seguridad, la suciedad, tiene mala relación con gremios que son muy importantes, y todo el mundo la odia o la quiere echar- ella saca la pancarta ideológica.

¡Y qué fácil! Es el pobrecito palestino que lo están matando y el malvado israelí, el esquema básico que utiliza una izquierda determinada cuando quiere hacer demagogia. Colau pensó que así podría liderar alguna cosa, porque hoy no lidera nada, pero la jugada le ha salido mal.

Ha servido para ser más contestada, para parecer más irresponsable y más disparatada. Pero bueno, es una izquierda bastante enloquecida que juega a estas cosas. Todo su mandato es un mandato de pancartas: (sacó) la pancarta de la ecología pero los jardines están peor que nunca; (sacó) la pancarta de hablar con las bases en una democracia participativa y no ha acordado nada con nadie…

Se ha cargado proyectos económicos de primer nivel por una concepción también demagógica. Estuvimos a punto de tener un “Four Seasons”, un tipo de hoteles que escogen a la ciudad, y se lo cargó, no dio los permisos. Estuvimos a punto de tener el gran museo Hermitage, un proyecto importantísimo con todo ya preparado y pagado, y (ahora) está en los juzgados porque (Colau) lo ha parado y probablemente habrá que indemnizar a los promotores. Es decir, que lo de Israel es una barbaridad más de las muchas que ha hecho.

No olvides que ella nunca ha ganado las elecciones. Ha ganado (el cargo) por coaliciones y por las circunstancias. Pero ahora yo creo que ha cometido la última botaratada.

ELB  En las últimas semanas hemos visto contra Colau una crítica muy extendida, incluso desde la izquierda. Se han escuchado acusaciones de antisemitismo, de incoherencia… ¿Cómo la definiría Ud? En definitiva ha pasado un decreto acorde con su ideología de extrema izquierda.

Pilar Rahola.  Le das una solvencia ideológica que no tiene. Colau es una iletrada, viene de un activismo de base sin ningún tipo de planteamiento elaborado. No te aguanta un debate. Hablamos de alguien mucho más diletante que se ha movido siempre con un gran sentido de la oportunidad.

A ella nunca le ha interesado la causa palestina. Probablemente tiene los dogmas de fe de la extrema izquierda clásica, pero nunca le interesó nada. Y de hecho, mira la incongruencia: Hace unas semanas, en una entrevista en El País, antes de hacer este número, dijo que Barcelona estará abierta, que estamos hermanados con Gaza y con Tel Aviv. Y antes de toda esta historia, hizo una campaña para popularizar Barcelona para el turismo israelí.

Si hubiera sido alguien con posiciones muy fuertes pro-palestinas dirías ‘Bueno’, pero es que eso nunca existió. De este tema hubo alguna vez algún ruidito, pero no mucho. (Y) de golpe aparecen dos cosas: primero aparece Xavier Trias (Junts) en el escenario y se convierte en el probable ganador de las elecciones. (A su vez) el socialista Jaume Collboni, que es el otro posible ganador, se va del gobierno para hacer campaña en contra y no contaminarse con Colau… (Colau se pregunta entonces): ‘¿Qué hago, qué hago?’… Y monta un lío para volver a tener el titular y parecer una líder. Yo creo que tiene más que ver con ese tacticismo de bajo nivel que con la ideología.

ELB ¿Un intento de forzar un ‘martirio político’?

Pilar Rahola.    Sí, sí, un poco sí. (Es como decir): ‘¡Soy la única que defiende a los pueblos que luchan, la única solidaria. Mira estos otros, todos de derechas, reaccionarios, los mueve el dinero’. Ese es el concepto pero con todas las incoherencias, porque si los primeros que te aplauden son Hamás y la Yihad Islámica, tienes un problema. Te cargas (las relaciones con) una ciudad que es líder en LGTBI y derechos civiles, y te aplauden los islamistas radicales que te matarían por un pensamiento libre, por la libertad de la mujer… ¡Evidentemente no se aguanta por ningún lado!

En Barcelona hay gente que tiene posiciones muy fuertes en el tema palestino, pero en su caso no le ha interesado nada. Lo ha utilizado como si fuera un pañuelo sucio para su guerra política.

ELB/ Digamos que por alguna carambola política Colau volviera a ser alcaldesa… ¿En qué puede influir su decisión sobre Tel Aviv?

Pilar Rahola.   En nada. Es simbólico. Puede influir en que dificulte algún tipo de inversión económica, pero tampoco lo creo. Es un gesto simbólico que daña porque apunta hacia una concepción de apartheid israelí -en la misma dirección de la votación que hubo en el Parlamento catalán (el año pasado)-, a una demonización de Israel. En ese sentido, hace daño. Debe haber israelíes que digan ‘Ya no voy a Barcelona’, es posible. Pero, en realidad, no tiene ninguna capacidad de gestión en este tema. Los israelíes van a continuar viniendo a Barcelona, lo dijo el otro día el ministro que vino, (se refiere a Nir Barkat), y tiene toda la razón. El interés de los israelíes por Barcelona es altísimo y los barceloneses están encantados de que vengan.
Pero yo no veo por ningún lado la posibilidad de que ella gane. Las encuestas son muy rotundas.

 

ELB/ Las relaciones entre Israel y Cataluña pasaron por un romanticismo casi idílico que no vemos hoy. Ud fue parte de ese proceso en su faceta como política, ¿Se han visto afectadas quizás por la decisión israelí de no apoyar la independencia catalana (“el Procés”)?

Pilar Rahola.   Pero Israel se portó muy bien en el “Procés”. Fue el único país que no opinó. Cuando España enloqueció y pidió a todos los países que negaran el derecho (a nuestra independencia), fue el último país en decir que no nos reconocía: El último.

De hecho, me consta que los servicios de inteligencia españoles estaban muy preocupados por esa tibieza. Creo que Israel sencillamente tiene muy claro que no se moja, que si lo de Cataluña funciona pues hablará con los catalanes, y que si se queda en España pues hablará con España y con los otros. Pero no fue de los países agresivos, al contrario. Lo que ocurre es que, como me decía un amigo israelí, alguien del Gobierno: ‘Si vosotros parasteis, nosotros no teníamos nada que decir’.

El papel de Israel dentro del paquete de países fue el más moderado. No significa que diera apoyo, en absoluto, pero tampoco se pronunció en contra. Sencillamente se mantuvo en una posición de observador hasta el final. Y creo que es lo que hay que agradecer en ese sentido y, de hecho, no pasó desapercibido.

Yo he tenido conversaciones con Margallo (el entonces ministro de Exteriores de España), donde él me hablaba de la preocupación con el tema israelí. De hecho, a mí me intentó vetar en una conferencia que di en Ecuador con motivo de Yom Haatzmaut. Estábamos en medio de todo el lío de la independencia y movilizó al embajador de Israel en Madrid, y luego el embajador español en Quito, para que yo no diera la conferencia, cuando yo nunca mezclo los temas (catalán e israelí).

Hablé con él y le pregunté: ‘¿Cómo puedes tener esta locura de intentar vetarme? Y me respondió: ‘Es que estamos muy preocupados’. Fue a más y dijo: ‘Hemos amenazado a Netanyahu diciéndole que no nos pisemos la manguera unos a otros, porque si vosotros reconocéis a Cataluña nosotros reconoceremos a los palestinos’.

Era un tema bastante importante, no era cualquier cosa. Israel hizo lo que tenía que hacer: se mantuvo bastante al margen. Se movieron diplomáticamente con inteligencia.

ELB/ Pero la crítica a Israel es hoy muy visible…

Pilar Rahola.  En el nacionalismo catalán siempre ha habido dos líneas. Ciertamente en los 90, la que quizá tenía más ruido era la pro israelí. Era una fascinación por la construcción de un país en medio de un conflicto permanente, la recuperación de un idioma, la capacidad de pasar de las naranjas a las Start-ups. Era fascinación por el talento, por brillar de esa manera. Nos impacta muchísimo porque siempre hemos creído que la excelencia forma parte del futuro de un país.

Pero después hay una corriente que está muy vinculada a toda Esquerra Republicana, y por supuesto a la CUP y la extrema izquierda, que es pro-Palestina por ósmosis: ‘Es un pueblo que lucha y nosotros somos un pueblo que luchamos, (así que) vamos juntos’. Además, esta izquierda es muy antiamericana.

Entonces, Israel tiene todo lo malo: Es amigo de los yanquis que son muy malos y, además, es el fuerte, cuando en realidad sí es el fuerte pero está rodeado de enemigos. Más allá de eso, no hay que olvidar que todo esto se basa en la más absoluta ignorancia del conflicto.

Ahora llevamos una cantidad de muertos importantes judíos y no ha salido ninguno en la prensa, pero en cambio salió la operación del Tzáhal. Es decir, que la manipulación es absoluta en los medios europeos y, en particular, los españoles.

Mayoritariamente, todas las familias de la izquierda catalana son pro-palestinas por no ser políticamente incorrectos, con alguna excepción en el caso de Esquerra en el que quizá hay un poquito más de fractura. Porque como la corrección política es ser anti-israelí, se apuntan a eso. ¿Qué significa ser de izquierda? Estar en contra de las grandes empresas, ser ecologista y anti-israelí. Más que pro-palestino, es anti israelí. Porque ‘(los israelíes) son fuertes, malos, matan niños, y bla, bla, bla, bla’. Ahí no se diferencian demasiado.

 

ELB  Son semanas muy duras en Israel, tanto a nivel interno como con los palestinos, y me gustaría aprovechar esta entrevista para escuchar su opinión sobre el nuevo Gobierno de Netanyahu y las políticas que promueve. Tópicos al margen, ¿Cómo ve la situación?

Pilar Rahola.   Yo nunca opino de la política interior israelí. Me parece que no me corresponde. Lo haré ahora pero normalmente no me gusta opinar porque todo el mundo (cree) saber lo que es bueno y malo para Israel.

A un país que lleva 70 años intentando conseguir una estabilidad, y que está rodeado de enemigos que les van tirando misiles, no seré yo quien le diga cómo tiene que gobernarse.

Pero de todas formas, reconozco que, en estos momentos, estoy preocupada.

Al principio no lo estaba. Me pareció que Netanyahu, que es un tipo duro pero muy listo, un viejo gurú, utilizaría a los religiosos para mantenerse en el poder y, después, los marearía para hacer lo que quisiera. Mi teoría es que Netanyahu está al final de su carrera y que quiere acabarla con los acuerdos con Arabia Saudí para entrar en la historia por la puerta grande, sería el gran cambio de paradigma en la zona.

Lo que ocurre es que las últimas derivadas me han preocupado finalmente porque quizá no controla como yo pensaba. Lo cierto es que lo que intenta hacer con el tema judicial es peligrosísimo, porque ahí se cae un pilar fundamental del Estado de Derecho, la independencia judicial.

La influencia cada vez más fuerte, digamos, de un discurso de colono, racista y extremista, preocupa muchísimo porque va en la dirección del tópico.

Hasta ahora Israel desmentía cada día el tópico, porque tiene una sociedad vibrante, con gente enormemente liberal, con mezclas de todo, donde un cristiano puede estar tranquilo -que no lo puede estar en Irán o en Somalia-. Es una gran democracia. Y lo que está pasando con el gobierno actual es que para los que vivimos fuera y defendemos a Israel, se está reforzando el tópico de país de extrema derecha, con locos racistas que quieren matar a palestinos, con colonos extremistas, y con la destrucción de derechos fundamentales. No es bueno para la imagen de Israel y, sobre todo, no va a ser bueno para los ciudadanos israelíes si se consolida.

Yo creo que la democracia israelí es tan fuerte, y también la sociedad israelí, que, según qué barbaridades, no las van a poder hacer. Pero bueno, nunca sabes. Y después te diré que también, por otro lado, la sociedad israelí es como todas. Hay una polarización en Europa entre las posiciones más populistas de la extrema izquierda y las posiciones más populistas de la derecha y la extrema derecha. Israel también vive esa pulsión que se da en todo el mundo.

La sociedad israelí no es tan extraña, es muy europea y, además, está en constante presión, una prueba de estrés permanente con misiles, terrorismo, muertes.

Yo no sé qué pasaría en España si cada día nos mataran a alguien, o nos tiraran misiles, igual seríamos todos de extrema derecha. Es complejo, por eso yo intento ser un poco prudente a la hora de cargármelo críticamente, pero no puedo evitar decir que me preocupa la situación.

Yo no concibo una Israel que no sea liberal, abierta, plural. Por eso me gusta Israel. Es el único territorio de la zona que me gusta. Si se radicaliza en posiciones ultra conservadoras, o incluso en extrema derecha y ultra religiosas, se pervierte lo que significa.

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Elías L. Benarroch: