Enlace Judío- Esta semana, se supo que el banco suizo Credit Suisse está pasando por la peor crisis de su historia, teniendo que aceptar préstamos multimillonarios del Estado.
Los clientes de Credit Suisse retiraron miles de millones de sus cuentas el año pasado, lo que contribuyó a la mayor pérdida anual del banco desde la crisis financiera de 2008. Las acciones se han desplomado un 67% en los últimos 12 meses.
La banca suiza
Suiza, conocida mundialmente por su neutralidad y por su paz, en sus orígenes comenzó como un país de mercenarios.
Pero mucho más adelante, en las guerras napoleónicas, durante las cuales los franceses la invadieron, los suizos impulsaron una solución para todo el continente: “Déjennos ser neutrales”. Aunque la neutralidad sólo tiene sentido siempre y cuando las potencias la reconocen.
Desde entonces, Suiza ha sido un estado no partidista al que todos conocemos ahora. Sin embargo, cuando llegaron las guerras mundiales, la reputación de este país fue puesta a prueba, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial, y en especial en el Holocausto, cuando Suiza compró todo el oro judío que la Alemania nazi había robado, y también se negó a ofrecerles refugio a los hebreos.
Desde el punto de visto suizo, la neutralidad fue un éxito en cuanto a que este país no se involucró en ninguna guerra. Sin embargo, aunque no se involucrara en actividades bélicas, ha habido mucha controversia sobre si Suiza fue en realidad neutral, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial.
Los bancos suizos se beneficiaron enormemente con el Holocausto, y en especial con los propios cadáveres de los judíos.
Durante el juicio de Rudolf Hess, comandante de Auschwitz, dio testimonio de que todo el oro proveniente de los dientes y las muelas de las víctimas que habían muerto en las cámaras de gas, así como sus anillos, relojes, pulseras, etc, fue fundido para luego formar lingotes de oro, que fueron enviados al banco alemán y que luego todo ese oro fue depositado en Suiza.
Además, reveló que los alemanes enviaron a Suiza los objetos de valor que habían robado de los judíos y de sus comunidades, tales como joyas, obras de arte y títulos de propiedad de bienes raíces.
Pero después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, cuando los sobrevivientes y los descendientes de las víctimas reclamaron a los bancos suizos lo que les pertenecía, se les dijo que debían presentar pruebas de que el dueño de la cuenta bancaria había muerto, o sea, un certificado de defunción.
Dado que esto resultaba imposible de obtener, los bancos suizos se negaron a entregarles los bienes.
Los judíos cuyos familiares tenían pólizas de seguro de vida en compañías suizas, fueron tratados de la misma manera y nunca les pagaron absolutamente nada.
Por consiguiente, hoy en día, los bienes de cientos de miles de víctimas judías que fueron asesinadas por los nazis en el Holocausto, se encuentran “muy bien resguardados” en las bóvedas de los bancos suizos.
Según las estimaciones del Congreso Judío Mundial, y teniendo en cuenta el interés acumulado al día de hoy, los fondos depositados en los bancos suizos, obtenidos de los judíos del Holocausto, alcanzan miles de millones de dólares.
Revelaciones de Christoph Meili
En 1997, Christoph Meili, un custodio de seguridad de uno de los principales bancos suizos, observó que varios libros de contabilidad los estaban llevando a la trituradora.
Meili se armó de valor y sustrajo tres tomos sin que nadie se diera cuenta, aunque había otros 70 tomos que no logró rescatar.
Cuando comenzó a analizar esos libros, se percató que estos contenían terribles revelaciones , según las cuales los suizos habían actuado en complicidad con los nazis, beneficiándose con el botín robado a los judíos.
Antes de la guerra, los alemanes habían forzado a los judíos a venderle al gobierno nazi sus bienes raíces de un enorme valor, a cambio de centavos.
Luego, el régimen nazi hipotecó estas propiedades a los bancos suizos, por miles de veces su valor.
Cristoph Meili reveló que los suizos habían robado más de 500,000 millones de dólares del dinero judío y que Europa tiene resguardados miles de millones de dólares de bienes judíos.
También contó que el Swiss National Bank recibió oro del banco alemán, sellado con fecha anterior a la guerra, para de esa manera ocultar su origen, así como nuevas monedas de francos de oro.
Esas monedas también tenían un alto contenido de plata, obtenido de los dientes que habían extraído de los cadáveres de los judíos muertos en las cámaras de gas del Holocausto.
Lo más espeluznante fue lo que el mismo Cristoph Meili reveló, acerca de la compañía alemana de productos químicos, Degusa.
Degusa fabricaba el gas Zyklon-B que se usaba en las cámaras de gas, y también se encargó de fundir el oro obtenido en los campos de concentración.
Degusa actualmente está instalada en New Jersey, y es la misma compañía que fabrica la mayoría de los empastes dentales que se usan hoy en día en los Estados Unidos.
El convenio
Como resultado de las revelaciones de Meili, en el año 1998, los dos mayores bancos suizos firmaron un contrato por el cual pagarían 1250 millones de dólares a 31,500 víctimas del Holocausto y a sus familias, a cambio de un convenio según el cual ya no podrían volver a presentar más reclamos contra los Bancos suizos o contra el gobierno suizo.
Imaginemos entonces, con qué cantidad de oro y dinero se habrán quedado esos bancos. Otras naciones tales como Portugal, España, y Suecia, también se beneficiaron con los negocios de los nazis.
Mientras que la empresa norteamericana IBM, obtuvo grandes ganancias, al proveerles a los nazis las tarjetas perforadas computarizadas, utilizadas para hacer valer las leyes raciales y para procesar a los internos de los campos de concentración.
Ahora que la historia ha dado otro vuelco más, recordemos lo dicho por el Rabino Shlomo Ganzfried: “Las únicas posesiones que realmente podemos llamar nuestras son las que damos a la caridad; solo estas nos acompañan al mundo venidero”.
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