La Comunidad Judía de Madrid aprueba un histórico proyecto de ampliación por abrumadora mayoría

La Comunidad Judía de Madrid (CJM) aprobó por una abrumadora mayoría de 87% de los votos y 13% en contra, un proyecto propuesto por su directiva para hacer frente al notorio crecimiento de judíos en la ciudad y sus alrededores por la llegada de migrantes de distintos países.

“Ayer vivimos un día histórico para nuestra querida Comunidad. En la Asamblea General Extraordinaria los miembros de la Comunidad aprobamos, de manera mayoritaria, el Proyecto Centro integral para la CJM“, informó la directiva en un comunicado.

La votación se celebró el lunes tras un arduo proceso de preparación e información para dar a conocer el ambicioso proyecto, que incluye un centro integral comunitario al estilo de latinoamérica, con un nuevo colegio, instalaciones deportivas y culturales, sinagoga, piscina, residencia estudiantil, etc, con un coste de casi 13 millones de euros.

“El resultado de la votación fue de 277 votos afirmativos (87%) y 43 votos negativos (13%) y por lo tanto se superó la mayoría simple. En relación a los votos cualificados, socios con más de 5 años de antigüedad, se contabilizaron 228 votos afirmativos, lo que supone un 41% del total de socios cualificados con derecho a voto, número muy superior a los 139 votos afirmativos (25%) necesarios de acuerdo a los estatutos”, agrega la circular.

En la votación participaron el 50% de los socios con derecho a voto.

“El amplio consenso alcanzado nos permite reeditar el pacto que en su día realizaron los pioneros y fundadores de la Comunidad Judía de Madrid. Un pacto generoso, audaz, con visión de futuro, que nos ha hecho llegar hasta dónde estamos hoy. Hoy renovamos esa visión y ese compromiso para seguir creciendo y hacer de esta Comunidad un lugar cada día mejor, fieles al legado de los que nos antecedieron”, destaca la nota.

El número de judíos ha crecido

El proyecto responde a un crecimiento en los últimos años del número de judíos que se han radicado en la ciudad y sus alrededores, principalmente provenientes de Venezuela, Argentina y más recientemente Israel. Su número exacto se desconoce por la falta de un censo oficial, pero en círculos comunitarios se estima que puedan ascender a unos 7.000. Las estimaciones irradian de datos institucionales, de registros del único colegio judío en la ciudad y de pequeños colectivos agrupados formal o informalmente.

Pero basta con ver el creciente número de alumnos en el colegio judío (que por segundo año consecutivo bate récords), o las incorporaciones semanales a distintos grupos de whatsapp, para percatarse del curioso fenómeno. La CJM incluso ha abierto recientemente una página web llamada “Shalom Madrid” como punto de contacto inicial con los recién llegados o los que pretenden radicarse en Madrid próximamente.

Altas fuentes comunitarias calculan entre 10.000 y 15.000 los judíos que viven actualmente en el área metropolitana de Madrid, si bien la CJM apenas cuenta con 850 socios que representarían a unas 3.000-3.500 personas (según una cálculo aleatorio de cuatro miembros por unidad familiar). Su buque insignia es el colegio Ibn Gabirol-Estrella , en el que estudian este año unos 370 niños y que se acerca a su máxima capacidad sin posibilidades de expansión por limitaciones estructurales, motivo principal para la presentación del proyecto, según dijo la presidenta de la CJM, Estrella Bengio, en una sesión informativa.

Principalmente de origen sefardímarroquí, notoriamente tradicionalista y con un relativamente alto componente de socios más o menos religiosos, muchos miembros de la comunidad han visto con temor el impacto que la incorporación de los nuevos judíos pudiera causar en su identidad colectiva e individual, cultivada desde hace generaciones alrededor de la sinagoga y los valores más tradicionales del judaísmo. Los nuevos inmigrantes son en gran medida de origen ashkenazí laico, al menos los provenientes de Argentina y en gran medida también los de Israel. En el caso de Venezuela, pareciera que prevalece un origen sefardí homólogo al de la población judía local, pero con tradiciones comunitarias algo distintas y que pasan por la vida comunal en clubes.

Algunos miembros de la comunidad reconocieron a Enlace Judío su temor a la pérdida de la cohesión identitaria con la incorporación de los nuevos miembros en una comunidad que se autodefine en sus estatutos como “ortodoxa”, y se preguntaban si las instalaciones no religiosas del nuevo centro estarían o no abiertas en shabat, si este sería completamente kosher, o si se abrirían a miembros de otras comunidades de la ciudad donde la judeidad se mide bajo criterios no ortodoxos más inclusivos.

En las sesiones informativas previas a la votación, el costoso proyecto despertó también muchas preguntas a nivel económico y administrativo, sobre todo porque de no concretarse los objetivos de ampliar la base de cotización con nuevos socios podría abrirse un agujero financiero difícil. Algunos confesaron a este medio que el plan les daba “vértigo”.

Un modelo comunitario distinto

El crecimiento de socios esperado hasta 2029-30 es del 55%, de unos 850 a 1.320, aunque todo dependerá en gran medida del flujo migratorio (sobre todo de que no se vayan en masa los judíos radicados en la ciudad) y quizá también del aperturismo que muestre la CJM a un judaísmo más inclusivo, con una plena convergencia entre sefardíes tradicionalistas y ashkenazíes laicos, entre españoles y latinoamericanos, y que sepa también abordar las particulares necesidades de las numerosas familias israelíes que están llegando mes tras mes.

Aunque oficialmente la pluralidad no es vista por la CJM como un problema, sino todo lo contrario, lo cierto es que basta una pequeña encuesta para percatarse de que sí existen profundas diferencias y recelos entre algunos de los colectivos, y de que muchos de los judíos radicados en Madrid en los últimos veinte años no ven a la CJM como referente institucional, unas veces por carecer de una visión más pluralista del judaísmo, otras por carecer de un centro integral comunitario según estaban acostumbrados en América Latina, y otros porque sencillamente no requieren de vida comunitaria.

En cualquier caso, el nuevo centro aprobado el lunes dará respuesta a muchos de los que no viven el judaísmo a través de la sinagoga. Hasta ahora, el principal punto de convergencia de todos ellos era el colegio, aunque no para todos porque la distancia es a veces un obstáculo insalvable en la vida cotidiana.


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Elías L. Benarroch: