Cada año, judíos de todo el mundo se sientan alrededor de una mesa para recordar aquel histórico momento en el que el pueblo judío salió de la esclavitud de Egipto, pero hace poco más de 2,000 años, un séder de Pesaj pasó a ser el más recordado en la historia, hablamos, por supuesto, del Séder de Pésaj de Jesús.
¿Pero cuál es el contexto histórico que rodea a este emblemático momento? Para explicarlo, debemos iniciar refiriéndonos al protagonista por su nombre original:
Yoshúa
Yoshúa, fue un judío nacido alrededor del año 6 a.e.c en Judea, (su fecha de nacimiento todavía es cuestión de debate entre los historiadores) Judea era provincia del Imperio Romano.
Hijo de Yosef y de Miriam, Yoshúa creció con muchas ganas de aprender sobre el judaísmo, dice el evangelio de Lucas, que una vez Yoshúa se perdió de sus padres, provocando en ellos una terrible preocupación, hasta que lo encontraron en el Templo teniendo profundas conversaciones con los sabios de su tiempo, en aquel lugar que los judíos llamaban Beit Hamikdash.
En los evangelios canónicos no se menciona nada de su adolescencia, hasta que reaparece en las escrituras como un hombre adulto que se dedicaba a predicar, algo bastante común en ese tiempo, pues la gente solía llevar una vida sufrida bajo el Imperio Romano y sus asfixiantes impuestos, así que las prédicas espirituales siempre brindaban esperanza y consuelo.
De manera paralela a estas prédicas, Yoshúa comenzó a tener una relación hostil con los fariseos (judíos sabios) de su tiempo, en una ocasión, Yoshúa fue sumamente crítico cuando le dijo al pueblo judío: “Por tanto, todo lo que les digan (los fariseos) háganlo y cúmplanlo…, pero no imiten sus obras, porque ellos dicen, pero no hacen. (Mateo 23:3)
Yoshúa, llegó todavía más lejos cuando visitó el Templo de los judíos y decepcionado por todo el comercio que vio establecido alrededor, volteó las mesas de los cambistas tirándolo todo hacia el suelo y diciendo algo que quedó registrado en la historia: “Mi casa será casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones” (Marcos 11:17).
La hostilidad entre Yoshúa y los fariseos de su tiempo no podía ser mayor.
Así que se retiró de nuevo hacia Galilea, y ahí, con sus seguidores celebró el Séder de Pesaj. Leonardo da Vinci plasmó este momento en su obra “La última cena” lo que quizá hubiera sido más preciso, era que el artista colocara en su pintura la simbólica matzá, es decir, el pan ácimo que los judíos consumen en Pesaj, pues por ningún motivo debemos olvidar que aquel hombre, hoy, completamente cristianizado, era un judío que lo que se encontraba haciendo en los últimos días de su vida era conmemorar el Séder de Pesaj, cómo el judío que Jesús era.
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