Casi 15,000 personas participaron en la ceremonia conjunta de israelíes y palestinos por Yom Hazikarón en Tel Aviv el lunes por la noche, informó The Times of Israel.
La ceremonia anual, organizada por la ONG Combatientes por la Paz, reúne a israelíes y palestinos que han perdido a sus seres queridos en el conflicto, y para algunos es considerado un símbolo de esperanza.
Desde su creación el evento ha sido muy controvertido, sobre todo entre el público israelí, que acusa al grupo de legitimar el terrorismo y equiparar a los soldados caídos de Israel con quienes los atacaron. Para los detractores palestinos, el acto, que cumple 17 años, representa una normalización no deseada con Israel.
A principios de mes, el ministro de Defensa, Yoav Gallant prohibió la entrada a Israel de los participantes palestinos por motivos de seguridad en Judea y Samaria (Cisjordania). El grupo Combatientes por la Paz había solicitado permisos ingreso para 169 palestinos.
Sin embargo, la Corte Suprema de Justicia de Israel ordenó el domingo a Gallant permitir el ingreso de los palestinos para asistir a la ceremonia en base a dos fallos anteriores de 2018 y 2019 que ordenaban a los ministros de Defensa permitir la entrada a los invitados al evento.
En discursos pronunciados tanto en hebreo como en árabe, activistas y familias en duelo denunciaron la ocupación de Judea y Samaria (Cisjordania) e instaron a trabajar por la paz.
Entre los asistentes se encontraba una delegación de la embajada de Estados Unidos encabezada por George Noll, jefe de la Oficina de Asuntos Palestinos.
Un pequeño grupo de extrema derecha protestó fuera del evento con carteles que decían “Izquierdistas traidores” y “No hay coexistencia con el enemigo”. Uno de ellos izaba la bandera del grupo terrorista judío Kach, prohibido desde la década de 1990.
Los manifestantes gritaron a los participantes que iban llegando e intentaron interrumpir los discursos de los familiares de los fallecidos. Un manifestante fue detenido.
Yuval Sapir recordó cómo perdió a su hermana en un atentado en 1994, compartió su historia con los israelíes y cerca de 150 palestinos de Judea y Samaria (Cisjordania) reunidos en la ceremonia conjunta mientras uno de los manifestantes gritaba “traidor” e “izquierdista”.
“Es fácil y natural odiar, enojarse, querer venganza y alimentar el fuego del conflicto una y otra vez. Yo elegí intentar romper la cadena de venganza y el odio”, expresó Sapir.
Representantes del Círculo de Padres – Foro de Familias israelíes y palestinas, señalaron en sus discursos que existe un gran dolor en ambos lados de la Línea Verde, y pidieron poner fin al conflicto.
“Es el dolor de nuestra pérdida, y nuestra esperanza compartida de poner fin al conflicto, lo que nos une y nos fortalece”, dijo a la audiencia la israelí Anat Marnin, que perdió a dos de sus hermanos el mismo día durante la Guerra de Yom Kipur en 1973.
“Desde las profundidades del dolor, encontramos la fuerza para trabajar juntos y demostrar que otro camino es posible, para llevar nuestro mensaje a los amigos de ambos bandos. Mírenos, a quienes el conflicto arrebató a nuestros seres más queridos. Si juntos podemos decir ‘basta’, todos ustedes pueden y están invitados a responder al llamado”.
Yusra Abdel Aziz Mahfouz, de la ciudad de Nablus, quien perdió a su hijo Alaa a causa de una bala perdida en 2000, describió su transición desde el deseo de venganza a la defensa de la paz.
“En los primeros días tras la tragedia, tenía un fuerte deseo de venganza, es decir, de hacer algo para curarme, pero no sabía qué hacer”. A través de reuniones con familias palestinas e israelíes en duelo, dijo que llegó a comprender que “su dolor es similar al mío, y la voluntad de venganza cambió por la comprensión de que es mejor buscar la paz, no continuar con la violencia”.
Adel Abu Badawiya, de Jenin perdió a su hermano Majid, que murió de niño mientras se escondía de las tropas israelíes.
“Nosotros, palestinos, israelíes, árabes y judíos, debemos intentar cambiar la realidad y crear un futuro mejor para nuestros hijos. Un futuro en el que no haya dolor, temor ni ocupación”, afirmó.
Mohammed Beiruti, fundador de la organización “Una tierra para todos”, que aboga por “dos Estados en una patria”, dijo: “Esto no es solo suyo. Pongan fin a la ocupación si quieren la paz”.
Neta Ziv de la Universidad de Tel Aviv se hizo eco del llamamiento de Beiruti y arremetió contra el gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu.
“Vientos malignos, extremistas y racistas, soplan actualmente desde los centros oficiales de poder en Israel. Predican la supremacía judía y trabajan para profundizar la ocupación. Intentan ampliar la brecha y sembrar el odio entre los pueblos palestino e israelí”.
Ziv, vicepresidente de Equidad, Diversidad y Comunidad de la Universidad de Tel Aviv, afirmó que las diferencias entre partidarios y opositores a la reforma judicial abrió nuevamente el debate sobre el conflicto palestino-israelí.
“La ruptura del sentido de solidaridad israelí es difícil y real. Pero quizá también crea una oportunidad”, dijo Ziv. “Una oportunidad para preguntarnos: ¿Cómo establecemos y formulamos un nuevo contrato social que no se base en la participación de miembros de una sola nacionalidad?”.
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