Enlace Judío / Rab Berel Wein – El trigésimo tercer día de la cuenta de los días del omer entre Pésaj y Shavuot se ha convertido, según la tradición judía, en una fiesta menor de nuestro calendario anual. El origen de este día de conmemoración se encuentra en la referencia que hace el Talmud a él como el día en que los discípulos de Rabí Akiva dejaron de morir. La mayoría de los comentaristas interpretan que esto significa que la plaga mortal que afligió a miles de discípulos de Rabí Akiva siguió su curso y remitió después del trigésimo tercer día del recuento del omer.
Hay quien opina que esto puede referirse a la participación de Rabí Akiva y sus discípulos en la revuelta de Bar Kojba contra la opresión romana y que estos miles de discípulos fueron asesinados por los romanos durante y después de la fallida rebelión. Sin embargo, veremos el origen real de este día de celebración apagada, ya que se ha transformado en algo más que su conmemoración original, mediante la adición de costumbres judías adoptadas a lo largo de los tiempos.
Hoy en día hay peregrinaciones de cientos de miles de personas a Merón, la tumba funeraria de Rabi Shimon ben Yojai, el encendido de hogueras, desfiles para niños y adultos, bodas, música y entretenimiento y un alivio de la tensión que conllevan los primeros días del omer.
Sin embargo, después de todos los adornos y costumbres de este día, Lag B’Omer destaca claramente por conmemorar un día en el que los judíos dejaron de morir. La muerte de millones de judíos a lo largo de nuestra historia es tan habitual y común -un hecho desafortunado- que de alguna manera debemos tomar nota de un día en el que esta muerte cesó. Que yo sepa, no existe un día de conmemoración comparable en ninguna otra religión.
El Talmud nos dice que incluso entre los grandes discípulos de Rabi Akiva había una falta de respeto mutuo. Todos somos reacios a conceder legitimidad y consideración a la opinión y el punto de vista de los demás. Nos sentimos amenazados y degradados por opiniones y personas que no se ajustan a nuestras normas de comportamiento y pensamiento.
Esto da lugar a tragedias en la vida judía, como señala el Talmud en relación con los discípulos de Rabi Akiva. Del mismo modo que esto es cierto en lo que respecta a la vida judía interna, como ejemplifica la historia de los discípulos de Rabi Akiva, también es aplicable a la relación del mundo en general hacia el judaísmo y los judíos en la actualidad y a lo largo de los tiempos. El mundo se resiste a conceder un mínimo de respeto a quienes son percibidos como los más inconformistas de todos los credos y pueblos.
Con el tiempo, esta falta de respeto se va acumulando hasta llegar al intento concertado de tratar a estas personas de forma violenta. En la Hagadá de Pésaj afirmamos que ésta sigue siendo una situación constante en las relaciones de los judíos con el resto del mundo. En cada generación hay quienes desean eliminarnos por completo y, sin embargo, de algún modo, con la ayuda de Dios, sobrevivimos, ensangrentados pero incólumes.
Un pueblo que vive bajo la amenaza constante y omnipresente de la aniquilación, marcará en su calendario como un día especial, el día en que los judíos dejaron de morir. No hay mucho trecho desde no respetar a los demás hasta demonizarlos y desear destruirlos de raíz. Del mismo modo que el fuego de Lag B’Omer consume la leña recogida para la hoguera, la falta de respeto humano básico de unos por otros consume la vida de muchos inocentes.
Lag B’Omer viene, pues, a reorientar nuestra brújula moral y social para permitirnos respetar a los que son diferentes de nosotros. No tenemos por qué estar de acuerdo con quienes creemos que tienen ideas, ideales y políticas equivocadas. Tampoco se nos pide que pongamos la otra mejilla. Pero la división innecesaria y la mezquina falta de respeto a los demás, la incapacidad de honrar a los que de alguna manera difieren de nosotros, es una receta segura para futuros desastres y tragedias.
Creo que este es el mensaje básico subyacente de Lag B’Omer, que al conmemorar el día en que los judíos dejaron de morir hace casi diecinueve siglos, debemos interiorizar el mensaje de lo que resulta cuando no honramos a los demás.
La conmemoración de Lag B’Omer este año, como en muchos años pasados también, se ve empañada por amenazas y peligros dirigidos contra nosotros. Pero creemos que volverá a haber un día en que los judíos dejarán de morir y ese día se acelerará con una mejor camaradería social de respeto mutuo de un judío a otro.
Fuente: Rabbi Wein.com
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