La organización Tag Meir llevó a cabo su Marcha de Flores anual por la Ciudad Vieja de Jerusalén el jueves por la mañana para contrarrestar a la Marcha de Banderas nacionalista que tendrá lugar esta noche, informó The Times of Israel.
La ONG de izquierda indicó que cientos de participantes distribuyeron flores a los residentes de los barrios musulmán, cristiano y armenio con el fin de difundir un mensaje de “amor, inclusión y solidaridad” antes de lo que los organizadores describieron como el “racismo y la incitación” de la Marcha de Banderas.
“Debemos recordar que este día no es un día feliz para los palestinos y musulmanes de Jerusalén. Son el 40% de la población de Jerusalén. Por lo tanto, pensamos que la Marcha de Banderas debería tener otra ruta, y no obligarlos a cerrar sus tiendas”, explicó el director de Tag Meir, Gadi Gvaryahu.
La Marcha de Banderas, organizada por grupos religiosos y de extrema derecha para celebrar la reunificación de Jerusalén en 1967, pasará por la Puerta de Damasco y el Barrio Musulmán de la Ciudad Vieja y terminará en el Kotel.
Algunos elementos entre los jóvenes sionistas religiosos que constituyen la gran mayoría de los participantes entonan invariablemente canciones provocadoras y racistas durante la marcha, mientras que las autoridades exigen o recomiendan a los comerciantes palestinos de la Ciudad Vieja cerrar sus tiendas para evitar roces con la multitud.
Gvaryahu señaló que el recorrido de la marcha, que comenzó en 1968 cuando el líder religioso sionista rabino Zvi Yehuda Kook caminó desde la Yeshivá Merkaz Harav hasta el Kotel con sus seguidores, pasaba por la Puerta de Yafo y el Barrio Judío y comenzó a entrar en el Barrio Musulmán solo a principios de la década de 2000.
“Esta marcha no es necesaria, solo aumenta el odio y la ira, ¿y quién necesita eso? Satisface los deseos de los extremistas de ambos lados, que es tener guerra, miedo y terrorismo”, argumentó.
“No tenemos que reconquistar Jerusalén todos los años. La marcha solo pretende demostrarles [a los palestinos] que la ciudad es nuestra. Los tratamos como si pudiéramos hacer cualquier cosa con ellos”.
Señaló que muchos residentes palestinos de la Ciudad Vieja “aceptan felizmente las flores con una sonrisa”, pero otros las rechazan, viendo la iniciativa como viniendo de un grupo judío más que forma parte integrante del control de Israel sobre sus vidas.
“Regalamos flores a todos los que vemos, musulmanes, cristianos, judíos, pero no vamos al Barrio Judío porque nadie pide a los comerciantes de allí que cierren sus tiendas”, agregó.
A lo largo del día se organizaron otras actividades en protesta por la Marcha de Banderas, incluido un evento del grupo Jerusalén Libre titulado “El fascismo no pasará” en el centro de Jerusalén, así como una “Marcha por la igualdad, la democracia y la vecindad” que partirá de la Residencia del Presidente y está organizada por un grupo llamado Protección de un Hogar Compartido.
Matan Peleg, director general de la organización de derecha Im Tirtzú, que colabora en la organización de la Marcha de Banderas dijo: “Vinimos a celebrar la reunificación de Jerusalén, que es un día maravilloso. Esta ciudad nunca tuvo libertad de religión, salvo cuando estuvo bajo soberanía judía, y queremos celebrarlo”.
“Celebramos el sueño judío, el sueño sionista y el sueño democrático. Se trata de que Jerusalén sea la capital unificada de Israel. Es un acontecimiento feliz de pared a pared”, enfatizó.
“Aquel que tiene un problema con esta marcha tiene un problema con el sionismo”.
A pregunta expresa sobre la ruta de la marcha, Peleg argumentó que, especialmente en el Día de Jerusalén, los participantes tienen derecho a atravesar cualquier parte de la ciudad que deseen.
“La marcha no pretende perjudicar a nadie. [Los palestinos] pueden ser fuertes, pueden sufrirla y sobrevivirán. Espero que estén contentos y quien no se sienta feliz puede quedarse en casa, es un país libre, pero en el Día de Jerusalén, cuando celebramos la unidad de la ciudad, debemos poder atravesar todas las puertas de la Ciudad Vieja e izar la bandera de Israel“.
Al preguntarle si sería apropiado que el Desfile del Orgullo LGBTQ pase por un barrio ultraortodoxo, Peleg afirmó que la comparación no es válida, y argumentó que la marcha no se realiza en barrios palestinos de Jerusalén Este como Issawiye o Shuafat, aunque el Barrio Musulmán es en sí mismo un barrio palestino.
“Esta es la Ciudad Vieja de Jerusalén; está en el centro de los deseos del pueblo judío, hemos soñado con esto durante generaciones”, dijo.
Agregó que Im Tirtzú “se opone a las expresiones de racismo” que se han escuchado en años anteriores y pidió a los participantes que “sean respetuosos”.
“No hay lugar para cánticos racistas [aquí], como en todos los aspectos de la sociedad”, subrayó.
La principal organización detrás de la Marcha de Banderas es el grupo religioso de derecha Am Kelavi, liderado por Yaakov Novick, fundado en la década de 1990 para oponerse a los Acuerdos de Oslo con los palestinos.
El municipio de Jerusalén proporcionó 500,000 shekels (137.000 dólares) a Am Kelavi para la marcha de este año, una cifra similar a la de años anteriores.
Uno de los miembros de la junta directiva es Baruj Kahana.
Un funcionario de la ONG no quiso confirmar si él es el hijo del fallecido rabino ultranacionalista y racista, y líder de extrema derecha Meir Kahana, cuyo movimiento Kach fue ilegalizado en la década de 1990. El hijo de Kahana, Baruj, participa activamente en grupos de extrema derecha, incluida la Yeshivá de la Idea Judía fundada por su padre.
Laura Wharton, miembro del Consejo Municipal de Jerusalén por el partido de izquierda Meretz, expresó su oposición a la financiación municipal para Am Kelavi y la Marcha de Banderas.
“El municipio debería llegar a la conclusión de que, dado que este desfile se ha vuelto racista y violento, deberíamos dejar de trabajar con esta organización, dejar que lo dirijan ellos solos o sacar una licitación y permitir que otras organizaciones dirijan la marcha mientras enfatizan la tolerancia y la diversidad”, dijo Wharton.
“En lugar de celebrar la reunificación de Jerusalén, la extrema derecha junto con un puñado de fanáticos religiosos marchan por la Ciudad Vieja y gritan consignas racistas y despreciables, como si quisieran que todos los que no son como ellos fueran expulsados de la ciudad”, continuó.
“Lo más hermoso de esta ciudad es la diversidad de religiones y grupos que la componen y que, en su mayor parte, vivimos en paz. Pero en lugar de un día de unidad, el Día de Jerusalén se ha convertido en un día de extremismo, con una minoría violenta que intenta echar a todos los demás”.
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