Enlace Judío – Una de las grandes bellezas de la tradición judía es la complejidad y riqueza de sus ideas filosóficas; la realidad que retrata nunca es simple y banal. Entre ellas se encuentra el retrato que presenta de D-os como aparece en la Torá. Una de las grandes disyuntivas que se abordan es el balance intrínseco que existe en la tradición judía al adorar a un D-os que es a la vez universal y nacional. D-os se le revela a las doce tribus en el Monte Sinaí y hace un pacto con Abraham a través de su descendencia, hace un pacto con un pueblo o con una nación. Sin embargo también se presenta como Elohim el D-os de la humanidad, el orden moral, absoluto al cual el mundo responde. Esta unión de dos principios que en apariencia son contradictorios presenta un diálogo muy interesante en cuánto a quién es D-os realmente y cómo se supone que debemos acercarnos a Él.
Una de las figuras que encarna esta dualidad del hombre que sirve al D-os universal y a mismo tiempo obedece a un pacto nacional (a través de una descendencia) es Abraham, el padre de las naciones y el padre del judaísmo para los comentarios. Él logra ver a D-os como fuente creadora de la existencia y como un dios que se revela individualmente. Como todos los personajes de la Torá su vida es un ejemplo de formas en las que uno puede construir y cultivar un camino espiritual. Sin embargo, al ser uno de los patriarcas, la cosmovisión que se muestra a través de él es parte de lo que distingue a la filosofía judía y constituye al pueblo judío como pueblo según la Torá. Las siguientes son algunas reflexiones tomadas del comentario de rab Hirsch que muestran a Abraham en momentos importantes de la historia como un hombre que busca al D-os universal.
La vida de Abraham, emuná y tzedaká
Una de las características que más resaltan de Abraham era el amor que le tenía al prójimo, se le llama padre de las naciones porque entendió el principio básico que nos une entre humanos. Si uno desea conocer a D-os no puede separarse del mundo que lo rodea, el conocimiento a D-os también se encuentra en el trato al prójimo. A Abraham se le recuerda como un hombre sumamente bondadoso que dedico su vida a la enseñanza; su compasión la vemos presente en varios eventos como el momento en que reza por Sodoma y Gomorra o el momento en que recibe en su casa a los ángeles y decide hospedarlos y alimentarlos. Sin embargo, hay dos características que distinguen con mayor fuerza su vida, las cuales son resaltadas por rab Hirsch. Éstas son su emuná (confianza en D-os) y su disposición hacia tzedaká (armonía universal).
“Emuná no significa ‘fe’. La creencia es una actitud insegura e incierta; la mente y los sentimientos aceptan algo como verdadero. Emuná deriva de ‘maestro’. Servir a D-os con emuná significa confiar en Él y estar dispuesto a ser guiado y a aprender de D-os, someter la voluntad propia a la Suya… Cuando respondemos amén a una bendición, no sólo aceptamos lo dicho como verdadero, también expresamos nuestra disposición a aprender la verdad que trasmite y llevarla como principio regidor en nuestras vidas. ”
Lo que distinguía a Abraham en cuanto a emuná no sólo era su disposición a conocer a D-os, sino la determinación de actuar acorde a la voluntad del mismo en cada aspecto de su propia vida y la plena confianza en Él. Esta cualidad que hereda a sus descendientes también es lo que le permite actuar con tzedaká (amor y armonía hacia el mundo).
“‘Mishpat’ ‘justicia’ describe una actitud de equidad social. Sin embargo, D-os pide más: que los hombres se unan en armonía (tzedek), y sean bondadosos y caritativos entre ellos. Quien actúa de esa forma practica la tzedaka: D-os exige el amor como un deber que le debemos al prójimo. La vida de Abraham, una fuente de bendición para sus semejantes (jaya beraja), estuvo llena de tzedaka que pudo realizar porque vio la exigencia de D-os con emuná infinita.” (Génesis cap 15)
El pacto de Abraham
Cada patriarca nos enseña una cara nueva del pacto que D-os hizo con el pueblo judío, en este caso lo que Abraham dio con su vida es que decide ser una fuente de bendición para los demás.
“La misión de este pueblo, creado por D-os a través de Abraham, se expresa en las palabras: “Conviértete en una bendición”. Mientras que otras naciones viven sólo para su propio bienestar y
gloria (“¡hagámonos un nombre!”), Abraham y su pueblo no conocerán objetivo más pleno que el de “llegar a ser una bendición” para un gran mundo.”
Malkizedek el sacerdote del Máximo Dios
Una gran disyuntiva con el D-os judío es si las naciones como nación pueden realmente reconocer a D-os, o sí D-os es conocible únicamente a través de los individuos o la Revelación. La Torá en general retrata el camino que el pueblo judío y sus antepasados recorrieron al reconocer a D-os como D-os y aceptar guiar su vida bajo la obediencia a una divinidad. Sin embargo, a lo largo de toda la Torá tenemos ejemplos de individuos que encuentran a D-os o a quienes a D-os se les manifiesta y cada uno de ellos nos da una cara nueva de cómo D-os se presenta frente al hombre. Hay un encuentro muy interesante entre Abraham y el sacerdote Malkizedek, pues éste último proviniendo de una cultura idolatra reconoce al D-os de Abraham. Los filósofos toman este pasaje para realmente cuestionar cuál es la diferencia entre creer en un D-os supremo y creer en un D-os único. Rab Hirsch no aborda sobre este tema sin embargo explica el pasaje, pues bajo su comentario Malkizedek al ver a Abraham reconoce a D-os como un sólo D-os.
En el pasaje hay un contraste interesante entre los regalos que Abraham acepta y los que rechaza. No acepta los regalos del rey de Sodoma porque se niega a recibir un motín “No participó en la guerra con fines egoístas”. Sin embargo, acepta los regalos de Malkizedek y del rey de Salem, pues ambos reconocen la grandeza de Abraham y lo bendicen al ver en sus acciones un hombre que sigue a D-os.
“Malkizedek va al encuentro de Abraham, le ofrece vino y pan y le rinde homenaje con las siguientes palabras: “¡Bendito es Abraham, visiblemente bendito, pero usa todas las bendiciones al servicio de su D-os”. Se da cuenta de que este “D’s supremo” es el único Amo y Dueño del cielo y de la tierra; este único y máximo D-os que ha ayudado a Abraham en la victoria, será cada vez más ¡bendito de encontrar reconocimiento y devoción en la tierra!”
Malkizedek era el sacerdote de Shalem, el lugar donde se adoraba al máximo dios. Sin embargo, en estas culturas existían otros dioses además de este mismo. Es a través del ejemplo de Abraham que Malkizedek puede reconocer a dios. Es decir, entender que el dios de la justicia y la paz es también el dios de la tierra y la creación.
“Malkizedek pudo haber seguido la vida de Abraham con profunda admiración, al notar el mensaje que este último trasmitía: Este D’s no es sólo el “D-os Máximo,” sino también “dueño del cielo y de la tierra” que, como Creador y Amo, exige reconocimiento y servicio universales.”
Este paso lo da precisamente porque en la cultura que creció solían venerarse las cualidades más importantes que conforman el servicio a D-os, la justicia y el amor y había una consciencia de que estaban unidas.
“Parece haber en estas naciones politeístas un débil recuerdo de un “D-os todopoderoso”. El lugar de culto era “Salem” y el sacerdote del “D-os Máximo” era Malikezedek: ‘tzedek’ y ‘shalem’ son los dos conceptos que incluyen todo lo que el judaísmo tiene para ofrecer a la humanidad: La Justicia deseada por D-os debe ser reconocida y aceptada en la vida de los hombres, si han de alcanzar la paz que anhelan.”
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