Cuál es la referencia más antigua de Jerusalén, la Ciudad Santa. Encuentran la referencia más antigua de Jerusalén en un documento extrabíblico, un papiro, expoliado por ladrones de antigüedades, indica el pago de impuestos o el traslado de mercancías a los almacenes de Jerusalén capital del Reino de Judá.
Antes de que el Rey David conquistara la fortaleza Jebusita, asentada en el monte Sión, para hacerla capital de su reino, los canaanitas, habitantes originales de estas tierras, ya estaban allí.
Aquellos hombres sintieron el influjo misterioso de la luz sobre aquel elevado de roca caliza y durante los equinoccios otoñales parecían descubrir el milagro del sol naciente y a sus espaldas el rojo crepúsculo del sol poniente. Contemplaban el eje del mundo desde aquel roquedal encumbrado donde moraban las deidades solares, Sahar, dios del sol saliente y Salem (Salim), del sol poniente o perfecto.
Fue Salem (Salim), nombre divino conocido ya a comienzos del segundo milenio, el que dio el nombre a la ciudad, Urusalim (lugar del dios Salim). Este nombre de origen cananeo o amorreo está documentado en diferentes formas ya desde el s. XIX A.C. En los textos de execración egipcios (ss. XIX y XVIII a.C.) parece que ya se la nombra como Urusalimum. En las Cartas de Amarna (s. XIV a.C.) se escribe Urusalim, y en las inscripciones asirias de Senaquerib aparece como Urusalimmu.
“Salem es el nombre de la ciudad en tiempos de Abrahán, cuando reinaba allí Melquisedec (Gén 14,18), otro rey de Salem lleva un nombre semejante, Adonisedec (Jos 10,1)”.
El nombre hebreo de la ciudad más usado en la Biblia es Yerusalaim, con la forma aramaizada de Yerusalem. El vocablo ieru deriva de la raíz semítica י/ר/ה, y significa fundó (así aparece en Job 38,6: mî|-yärâ ´eben Pinnätäh, ¿quién colocó la piedra fundamental?). Por lo tanto el significado original es “fundó el dios Salem”, o “la ciudad que fundó el dios Salem”. Con el tiempo el nombre de Salem fue confundido con la palabra “Shalom”, paz, pues ambas tienen la misma raíz. Así fue llamada “ciudad de la paz”.
La transcripción o adaptación que hicieron los griegos del nombre como Ἳεροσόλυμα, y que pasa al latín como Hierosolyma, asoció seguramente por etimología popular el nombre con el adjetivo griego ἱερός («hierós«, sagrado, santo), lo que contribuyó a extender la idea de un sentido de «ciudad sagrada» para la ciudad de Jerusalén.
La etimología popular griega con la idea de santidad es por lo que sus habitantes, tanto judíos como cristianos o musulmanes, la denominaron más tarde بيت المقدس bayt al-maqdis, la casa del Santo Lugar o simplemente القدسal-quds, la santidad, que es su nombre actual en lengua árabe.
Dice el Talmud que D-os concedió diez medidas de belleza al mundo. Nueve fueron para Jerusalén y sólo una para el resto. La Ciudad Santa no tiene ríos, no mira al mar ni tiene jardines, es más bien ocre y pedregosa, instalada sobre un conjunto de lomas que derivan de las montañas de Judea. ¿Qué es Jerusalén? ¿Es un concepto, una herida, un estado mental?
Jerusalén son dos rocas y un muro. Es la custodia de las tres piedras símbolo de las tres religiones surgidas del mismo libro, el Muro occidental para los judíos, la losa del Sepulcro para los cristianos y la piedra de Mahoma para los musulmanes. Podríamos decir que su poder reside en la promesa de lo cósmico, es decir, en ser el centro de las historias sobre la creación.
“Según el recuento de Enrich Cline en 2005, Jerusalén ha sido 12 veces destruida, 23 veces sitiada, 52 veces capturada, 44 veces recuperada. Es la única ciudad del mundo donde la historia es pasado pero también futuro. Se tenga o no se tenga fe, aquí reside su energía caótica y propulsiva”.
A lo largo de la historia de la humanidad el hombre ha venerado algunos lugares, el Ganges a su paso por Benarés, el Valle de los Reyes en Egipto o la tumba del poeta Hafez en Irán. Todos ellos son realidades. Jerusalén es un montón de preguntas. ¿Fue el Jardín del Edén? ¿La piedra sobre la que se colocaría el Arca de la Alianza?
Según los mitos hebreos, el lugar donde se levantaba el templo era el mismo por donde habían brotado las aguas del diluvio. Esa roca se llamaba Ebhen Shetiyyah, la piedra de los Cimientos y había sido el primer cuerpo sólido de la creación cuando D-os creó la tierra separándola de las aguas primigenias.
En ese mismo punto pudo suceder que el Rey David viera lavarse a Betsabé, a consecuencia de lo cual la tomó por mujer. Sus obras mortales y errores personales bastaron para que D-os le dijera que no construyera el templo, sino que dejase la tarea a Salomón, el hijo que había tenido con Betsabé.
“En el libro de las Crónicas, David confiesa, D-os me dijo, tú no edificarás la casa en mi nombre porque eres hombre de guerra”.
¿Entonces, cuándo empieza realmente a utilizarse el nombre de Jerusalén? El origen del nombre es incierto, pues se han establecido distintas teorías, como hemos explicado. Su nombre podría estar relacionado con sus antiguos habitantes, ya que en el libro del Génesis se establece que el antiguo nombre de la ciudad era Salem.
“Salem, o Shalim, era un dios de la religión cananea asociado con el crepúsculo. En cartas antiguas se ha encontrado el elemento sumerio uru, que significa ciudad, por lo que Uru-Shalem significaría ciudad de Salem”.
El nombre también está asociado al hebreo Yerushalayim, que en este idioma está formado por las palabras Yeru, que significa casa, y shalem o shalom, que quiere decir paz. Por lo tanto, en base a esta teoría Jerusalén literalmente significa casa de paz.
La fundación como ciudad judía se fecha en 1004 A. C., año en el que David, rey de Israel y Judá, conquistó la ciudad que estaba bajo control de los jebuseos y tras esto la convirtió en capital de su reino.
La referencia más antigua que tenemos de Jerusalén en un documento extrabíblico, procedente de un trozo de papiro sustraído de una cueva del desierto de Judea, ha sido presentada por la Autoridad de Antigüedades de Israel. El documento de papiro, expoliado por ladrones de antigüedades, está datado en el siglo VII A.C., a finales del período del Primer Templo y contiene claramente el nombre de la ciudad de Jerusalén.
“El papiro dice lo siguiente: “De la criada del rey, de Na’arat, jarras de vino, a Jerusalén”.
El nombre de la ciudad en antiguo hebreo, Yerushalima. El insólito documento de envío indica el pago de impuestos o el traslado de mercancías a los almacenes de Jerusalén, capital del Reino de Judá. El documento especifica el estatus del remitente (la sirvienta del rey), el lugar de envío (Na’arat), el contenido (jarras de vino) y el destino (Jerusalén).
El documento representa una evidencia sumamente excepcional sobre la existencia de una administración organizada en el Reino de Judá. Destaca la centralidad de Jerusalén como capital del reino en la segunda mitad del siglo VII A.C. Los reyes Manasés, Amón o Josías gobernaron en Jerusalén en aquella época.
Sin embargo resulta difícil saber con certeza cuál de ellos fue el destinatario del cargamento de vino, explica Eitan Klein, de la Autoridad de Antigüedad de Israel.
De lo que no hay duda, es que el nombre de la Ciudad Santa, Jerusalén, existe claramente desde el siglo VII A.C., finales del periodo del Primer Templo. Desde entonces y hasta nuestros días, su nombre nos conduce a la espiritualidad, a la paz, a la fuerza, a la energía, a D-ios. La ciudad alberga entre sus calles y muros toda la historia de la humanidad. Cuando conoces la ciudad, ya no puedes sustraerte a su encanto y a su importancia por miles de años. A Jerusalén, no se va, a Jerusalén se vuelve siempre.
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