El trágico destino que acecha a la familia Kennedy.
Cuando empezó la segunda guerra mundial, el trágico destino de los judíos europeos se fue haciendo cada vez más conocido, sin que hubiera alguna forma posible de influir en su rescate.
Sin embargo, en una ocasión, un grupo de ricos judíos habían comprado un barco con la intención de escaparse de Europa, y poder llevar a salvo a sus familias hacia América. Pero para eso, era necesario conseguir visas para todos ellos. Por lo que se dirigieron al entonces embajador de los EE. UU en el Reino Unido.
Ellos esperaban que no hubiera ningún problema con la obtención de esas visas, pero se encontraron con una dificultad que no se habían imaginado. El embajador americano se negó a concederles las tan esperadas visas para poder viajar a los EE. UU.
Desilusionados entonces ante la negación, y a pesar de haber insistido para eso, estas personas no lo pensaron demasiado y tomaron la decisión de embarcarse de todas maneras para salvar sus vidas y la de sus familias. Por lo que partieron hacia América, aun sin visas de entrada al país.
Una vez en altamar y rumbo a los EE. UU, le llegó la noticia al embajador americano en el Reino Unido, donde le informaron que lo judíos se habían embarcado hacia América sin su consentimiento, a pesar de habérseles negado las visas. Ese hecho enfureció al embajador Kennedy, quien inmediatamente avisó a las autoridades en Washington sobre el barco que se dirigía camino hacia los EE. UU, con cientos de judíos que solo querían era salvarse de ser asesinados por los alemanes.
Una vez arribado el barco al puerto americano, y previamente advertido el gobierno de los EE. UU desde su embajada en Londres, no se les permitió bajar a tierra, y se les envió de regreso a Europa, que en esos momentos ya estaba en guerra.
Desgraciadamente, una vez que arribaron a Europa, todos los judíos que viajaban en ese barco fueron detenidos y enviados a los campos de concentración y posteriormente a los crematorios.
El nombre del entonces embajador de EE. UU en Gran Bretaña, era Joseph Patrick Kennedy, un conocido antisemita y colaborador de Hitler, quien, en el año 1938, el presidente de los EE. UU, Franklin Delano Roosevelt, había nombrado como embajador en el Reino Unido.
Incluso, en septiembre de 1938, Kennedy recibió en Inglaterra la visita de Charles Lindbergh, el primer piloto aviador en cruzar el Atlántico, conocido como héroe americano, declarado antisemita y simpatizante del Tercer Reich.
El famoso aviador acababa de estar en Alemania, y le había asegurado al embajador Kennedy que el ejército alemán no tenía rival posible en Europa. Ante tal opinión, Joseph Kennedy transmitió a Washington lo siguiente: “Alemania tiene una potente aviación con la que puede bombardear cualquier ciudad europea sin que nadie pueda presentar ninguna posible resistencia”.
El 11 de septiembre de 1939, el embajador Joseph Kennedy, esperanzado en una victoria nazi, le propuso al presidente Roosevelt un acuerdo entre los Estados Unidos y la Alemania nazi de Hitler.
Ante este suceso, un Rabino de Londres de aquella época, Israel Jacobson, furioso y acongojado, se presentó en la Embajada de los EE. UU en Gran Bretaña, ante el embajador, para recriminarlo con las siguientes palabras:
“Señor embajador, sus acciones no son comprensibles ni perdonables, en especial para una persona que ocupa un alto rango como el suyo. A una persona que incurre en esta clase de hechos, no se lo puede ni siquiera considerar un ser humano”.
“Por lo tanto, sepa usted que, debido a su nefasta intervención al negarles la entrada a América a los pobres refugiados judíos que solamente pretendían salvar sus vidas de las garras del enemigo, cientos de personas perdieron la vida en los crematorios de los campos de concentración. Por lo que yo le puedo asegurar que, por ese crimen que ha cometido, usted y su familia serán malditos por generaciones”.
No mucho tiempo después, las desgracias comenzarían a ensañarse con la familia Kennedy, constituyendo una de las historias familiares más trágicas conocidas en los Estados Unidos.
Las desgracias
El 12 de agosto de 1944, su hijo primogénito y favorito llamado igual que él, Joseph Patrick Jr., falleció al explotar su avión. Posteriormente su hija Kathleen murió en un accidente de aviación el 13 de mayo de 1948, cuando se dirigía a Cannes, Francia.
Entre 1956 y 1963, dos nietos murieron al nacer.
El 22 de noviembre de 1963, su hijo, el presidente de EE. UU, John Fitzgerald Kennedy, murió asesinado en Dallas, Texas. El 19 de junio de 1964, otro hijo suyo, Edward Moore Kennedy, sufrió un accidente aéreo.
El 6 de junio de 1968, su hijo, Robert Francis Kennedy, senador y candidato presidencial, falleció asesinado. En diciembre de 1961, a la edad de 73 años, el mismo ex embajador y antisemita, Joseph Patrick Kennedy, sufrió una embolia que lo dejo mudo e incapacitado durante ocho años, con el lado derecho de su cuerpo paralizado.
No obstante, del cielo se encargaron que permanezca plenamente consciente de todas las tragedias familiares que le estaban ocurriendo, hasta que falleció apopléjico a raíz de un derrame cerebral, el día 18 de noviembre de 1969.
Pero aquí no termina la cosa.
El 25 de abril de 1984, su nieto, David Anthony Kennedy falleció por una sobredosis de cocaína. El 31 de diciembre de 1997, otro de sus nietos, Michael LeMoyne Kennedy falleció esquiando en Aspen, Colorado, al chocar con un árbol. El 16 de julio de 1999, su nieto, John Fitzgerald Kennedy conocido como “John John” así como su esposa Carolyn y su cuñada, fallecieron cuando la avioneta que el mismo piloteaba, se estrelló en el océano Atlántico.
El 25 de agosto del 2009, otro de sus hijos, Ted Kennedy, murió tras un derrame cerebral. Y todavía faltan varios más, que no mencionamos para no extender más este artículo.
Así como dicen nuestros sabios:”Tzadik gozer vehakadosh Baruj Hu Mekayem” ” Lo que el justo decreta, Di-s lo cumple”
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