Las decisiones asumidas por la Knéset en las últimas horas con 64 votos de la coalición gubernamental y cero de la oposición implican un radical viraje en la estructura y orientaciones de nuestro país.
En efecto, la futura estructura, autonomía y rumbo del Poder Judicial con los quince jueces que lo componen, la inclinación ciudadana a tomar parte activa en la defensa del país, la solidez de la economía y la continuidad del juego democrático: asuntos que en estos días conocen sustantiva revisión y crisis.
En efecto: masivas protestas se multiplican desde hace días en las principales ciudades del país llevando a las fuerzas policiales a reprimirlas con dosis de violencia sin precedentes en nuestra historia nacional.
Resultados: el franco debilitamiento de la capacidad militar debido a la decisión de más de 10 mil aviadores y otras fuerzas de abstenerse del servicio voluntario que hasta aquí ofrecieron al país; el rápido declive de la economía debido a la ascendente fuga de organizaciones y personal ocupados en tareas electrónicas; la multiplicación de choques violentos entre manifestantes y policías; las crecientes tensiones en el entorno regional y, en particular, con Estados Unidos y países europeos.
Resultados que ponen en tela de juicio no solo el sistema democrático de Israel. También sus 75 años de existencia.
No cabe duda: el triunvirato Netanyahu-Levin-Smotrich es el principal responsable de este franco deterioro. Con 64 votos contra cero de la oposición hoy lograron la abolición del principio de “razonabilidad”, enunciado que garantiza el funcionamiento y la legitimidad del régimen democrático.
En este contexto, estos personajes y sus partidarios ponen bases al acentuado debilitamiento de la democracia y al ascenso de fuerzas que en nombre de Jehová pretenden cambiar el presente y los futuros del país.
Anticipo que a su tiempo este ascendente liderazgo reformulará las narrativas del pasado con el fin de reescribir la historia nacional y fortalecer a sus fanáticos partidarios.
En estas trágicas circunstancias juzgo que Benny Gantz acertó al declarar con frágil optimismo que “hemos perdido la batalla mas no la guerra”.
Crítico enunciado al cual hoy adhiere casi la mitad de aquellos que en diciembre último votaron en favor de Netanyahu e incluye a personajes que en el pasado fueron distinguidos miembros del Likud, Benny Begin entre ellos.
Así, anticipo que la resistencia a servir se verificará no solo en la fuerza reservista del ejército. También entre miembros de organismos que hasta aquí tomaron activa parte en la Inteligencia Militar.
Un hecho que pondrá en filoso riesgo la existencia y las equilibradas orientaciones de nuestro país. Su iranización se perfila hoy imparable.
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