Juntos venceremos
lunes 30 de diciembre de 2024

Jacky Viskin/ Israel no está en ruinas, pero está en lágrimas

¡Pobre de mí!

Solitaria se encuentra la ciudad Una vez vibrante por su gente

Quien fuera grande entre las naciones ha quedado como viuda; Quien fuera princesa entre pueblos se convirtió en esclava.”

Meguilat Eijá

Israel no está en ruinas, pero está en lágrimas.

Los rencores acumulados han explotado, contra élites de poder, contra escalafones de mérito, contra comunidades, contra los diferentes, contra amigos de toda una vida.

Todos queremos tener la razón, todos queremos convencer al otro, por su bien.

Nuestra razón nos continúa insistiendo: no cedas, no te quiebres, recuerda tus principios, no mercy. Todos haciéndolo a cualquier precio, con el mismo argumento de fondo, porque es nuestro único país, no tenemos otro. Todos respaldando la democracia como mejor la entendemos. Todos igual de tercos, todos empoderados por la verdad.

Nuestros sentimientos se rebelan, sentimos dolor, tristeza, duelo, mas no paramos.

Nuestros políticos quedaron aun mas atrapados, llevan su patriotismo al extremo, no quieren defraudar a su electorado, entonces enfatizan mas, exageran, y sin titubear, por no verse suaves ante sus colegas, todos en cofradía, sin espacio para conciencias.

Discusiones apasionadas: quién sí es mi hermano, quién no es mi hermano… Olvidamos que familia no se escoge, que entre hermanos no peleamos, que entre hermanos nos defendemos mejor.

Histeria colectiva nacional, dispuestos a la tragedia, vemos hacia el frente y todo se ve negro, pero no encendemos los faros. Este país se ha conducido por 75 años en primera (first gear), el start-up nation, el high-tech, el ejército, la investigación, la academia, país que recientemente fue catalogado en cuarta posición en mejor calidad de vida acorde a sus ciudadanos. Un automóvil que inició siendo un modesto “sabra”, ahora es europeo, con un poderoso motor altamente revolucionado, que sigue conduciendo en primera (first gear), a máxima potencia venga lo que venga, recalentando infernalmente su máquina, sin descanso, a todo poder.

Las bocas gritan queremos cambios, los oídos oyen; las bocas responden hagamos cambios, los oídos oyen. ¿Pero quién escucha? Amigos y enemigos internacionales se preocupan y asustan, unos tanto como otros, rezan porque no nos vayamos a equivocar.

Como ven, ingenieros también tenemos algo de poetas.

Concluyo que en estos tiempos estamos al revés: es la razón la que nos lleva a las lágrimas, son los sentimientos los que nos desorientan e insistimos en defender principios a cualquier precio. ¿O quién no se despierta llorando?

Así no se puede continuar.

¿Desde cuándo todo debe ser a cualquier precio? Qué, ¿no vamos ni a regatear?

Hay que pasar a segunda (second gear). Este vehículo resultó no ser automático, hay que actuar, meter el cluch, sacar el pie del acelerador. ¿Acaso somos todos pasajeros? ¡Quién es su conductor!

Una vez que nuestro motor esté “en segunda”, el ruido disminuirá, la máquina bajará en revoluciones, tomará nuevo impulso para encaminarnos nuevamente hacia océanos azules de oportunidad.

Cambiemos de chip. No perdamos más amigos. Recuperemos los perdidos, hoy. Demos sentido nuevo a nuestros proyectos. Preguntemos: cuál es el precio de seguir siendo hermanos y ¡porqué tan caro! Negociemos, conscientes de que saldremos todos perdiendo principios y ganando realidades.

Superemos Vav veAb, superemos Tishá veAb, ¡Shabat shalom!

 


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