Quienes creemos en la democracia y el estado de derecho debemos felicitar a la Knéset, electa de manera democrática, y alegrarnos por la aprobación, con un voto arrollador 64-0, de la primera parte de una muy necesaria reforma judicial. La nueva ley evita que la Suprema Corte de Justicia anule o revierta las decisiones de los funcionarios del gobierno, elegidos de manera democrática, simplemente porque consideren que alguna acción del gobierno no es “razonable”. De esta manera se han puesto límites a la tiranía judicial, publicó Jewish Press.
Hay cientos de miles de israelíes en Tel Aviv que marchan apoyando esta reforma judicial, sin embargo los medios en Israel y en Estados Unidos han omitido informarlo, mientras que, de manera unilateral, han estado informando de las protestas contra la reforma.
Las multitudes a favor de la reforma comprenden que esta es una victoria para la democracia, el imperio de la ley, un sistema democrático de pesos y contrapesos, además de que se le pone freno a la tiranía judicial en Israel. La “cláusula de razonabilidad” era abusiva, violaba leyes aprobadas de forma democrática, se la utilizó para despedir a un ministro electo democráticamente, y era subjetiva, ya que lo que es razonable para una persona, puede no serlo para otra.
Incluso la “razonabilidad” era un criterio poco confiable para evaluar las acciones del gobierno. Por ejemplo, cuando los encargados de la seguridad colocan una cerca o un puesto de vigilancia en una localidad específica para prevenir ataques terroristas, resulta peligroso para los ciudadanos dejar que los jueces decidan anular ese tipo de decisiones de seguridad, solo porque un juez estime que la ubicación en esa localidad no es “razonable”.
No existían criterios para juzgar qué era lo “razonable”. Se trataba de la simple opinión personal del juez o su visión del mundo. Y con una Suprema Corte dominada por jueces de izquierda, que pueden reemplazar a las acciones democráticas de gobierno con su personal visión de lo “razonable”, se obtiene una legislación que no refleja la legalidad o la voluntad popular. Estoy seguro que si la Corte tuviera una abrumadora mayoría de derecha, las personas en las calles que hoy se oponen a la reforma, la estarían apoyando.
La aprobación de la primera parte de la reforma judicial es también una victoria sobre los intentos de la izquierda radical no electa de querer imponer a la fuerza, la ley de la calle. También es una victoria sobre la interferencia extranjera, incluyendo la del Departamento de Estado de los EE. UU que financió a uno de los principales organizadores de las protestas.
Los ciudadanos israelíes han deseado la reforma judicial durante años y eligieron un gobierno cuya campaña se basó en finalmente aprobarla. Sería una simulación antidemocrática permitir que el proceso democrático de Israel sea frustrado por las turbas de izquierda que estuvieron obstruyendo avenidas principales, aeropuertos israelíes, que a veces actuaban violentamente, y que incluso trataron de impedir a los miembros de la Knéset entrar a esa sede del poder legislativo para emitir su voto.
La principal razón por la que la izquierda se está oponiendo a la reforma judicial es para impedir una verdadera democracia. Debido a la composición demográfica de Israel, las opiniones políticas y la Knéset democráticamente electa se han movido hacia el centro-derecha. La izquierda ve en la Suprema Corte el único mecanismo para imponer políticas de izquierda, y para detener las políticas de centro derecha que apoya la mayoría de los ciudadanos de Israel.
Distinguidos juristas norteamericanos como Richard Posner o Robert Bork señalaron que la Suprema Corte en Israel tiene poderes excesivos y se extralimita en sus atribuciones. Esto no se ha visto en ninguna otra Corte en el mundo. Antiguo jefe de la Corte de Apelaciones de los EE.UU, procurador general, y profesor de la facultad de leyes en Yale, Bork analizó a detalle dos décadas desde que el primer magistrado de la Suprema Corte de Israel Aharon Barak hiciera de Israel la nación que contaba con la peor “deformación judicial dentro de una gobernanza democrática”. “La Suprema Corte de Justicia de Israel se está convirtiendo a sí misma en la institución dominante de la nación, con una autoridad que no ha tenido en ningúna otra Corte del mundo” La situación empeoró después de que el Juez Bork escribió esas palabras.
La aprobación de la enmienda a la cláusula de “razonabilidad” constituye un importante primer paso para fortalecer a la democracia en Israel.
Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío
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