Enlace Judío – Una de las cosas más bellas que uno encuentra dentro del pensamiento jaredi es el énfasis que se le da al trabajo de las emociones y el desarrollo espiritual de cada individuo. Los rabinos de este estilo no sólo hacer un análisis global de lo que la Torá y las mitzvot proponen, aparte se centran profundamente en las enseñanzas personales que se pueden obtener de las mismas. Eso le da un color y un carácter más profundo a la observancia. Por ejemplo, la kashrut ya no sólo es apartarte de ciertos alimentos, sino la fortaleza que adquieres al tomar conciencia de tus deseos y limiralos desde tu interior; el tzniut no sólo una vestimenta o la manera de hablar, sino la forma en que ves el mundo y te presentas frente a D-os. Por eso, ciertos análisis es sumamente enriquecedor escucharlos de rabinos jaredíes. En la siguiente clase rab Refson nos habla sobre la venganza y por qué la Torá la prohíbe.
Las prohibiciones
En el marco de lo íntimo, dentro de la Torá hay dos mitzvot relacionadas a lo que se asocia con la palabra venganza: nekama y netira. La primera nos prohíbe tomar acciones contra aquellos a quienes guardamos un resentimiento, la segunda a reclamos fuera de tiempo. Por ejemplo, si una persona se niega a prestar su pala al vecino, porque éste no le presto su segadora, incurre en la primera prohibición (nekama). Si por el contrario presta su pala pero usa esta oportunidad para reclamar al vecino el no haberle prestado su segadora, incurre en la segunda prohibición (netira). Como bien señala el rabino el factor común entre ambas prohibición es el resentimiento, no la acción misma. Tenemos prohibido guardar o actuar en base a nuestro resentimiento. La pregunta es ¿por qué?, ¿cuál es la diferencia entre la venganza y la justicia?, y ¿qué nos enseñan estás dos prohibiciones?
Justicia vs resentimiento
Para la Torá la justicia es de suma importancia estas prohibiciones en ningún momento nos dicen que permitamos el maltrato. Hay otras mitzvot referente a ello que nos exigen defendernos y también nos piden expresar nuestro enojo o dolor hablando con la persona que nos ha afectado. Sólo en este caso, dichas prohibiciones se refieren a la obligación de no guardar un resentimiento. Aún así, ¿cuál es la diferencia de la justicia? La respuesta es que el resentimiento es personal. Cuando se busca justicia se recurre a un intermediario se habla de un daño concreto causado, que se busca reconocer y reparar. En cambio, el resentimiento se basa en el ego de la persona, en el hecho de que ésta siente lastimado su honor, sus sentimientos y busca restaurarlo a través de una acción.
Daños
¿Por qué esta prohibido? Porque le causa un daño a la persona a muchos niveles:
El ciclo de la venganza jamás se rompe por sí sólo; si nos acostumbramos a reaccionar en vez de actuar lentamente degeneramos hacia situaciones de mayor violencia y construimos una sociedad poco estable. El resentimiento además nos obliga a quedarnos atados a nuestro pasado y no reconocer el lugar que habitamos hoy, ni la forma en que podemos crecer.
Otra razón es que nos separa de habitarnos y vernos. En el judaísmo se piensa que todo mundo es individual y que lo único que realmente importa es nuestro desarrollo personal a través de las mitzvot, de la Torá, de la sociedad y del mundo. El resentimiento hace que nos distraigamos de ese crecimiento y enfoquemos toda nuestra energía en la otra persona, hace que nos olvidemos de nuestras metas, de nuestro crecimiento, de nosotros. Otra forma de verlo también es fijarse en la creencia de que todo es mandado por D-os, por ende cada evento que sucede es una forma en la que podemos aprender, quien nos hizo el daño es sólo un vehículo de lo que D-os quiere enseñar. Resentir a la persona es a la vez equivocado y dañino porque no te permite obtener el aprendizaje que podrías obtener.
Finalmente la venganza te hace olvidar el principio básico de unión y amor al prójimo. El rabino lo pone con un ejemplo: Si al cortar verduras la mano que sostiene el cuchillo corta a la otra mano, la solución no debería ser cambiar el cuchillo de mano y cortar la mano sana. Es decir, hay algo que nos une a los demás, a través de ello podemos crear una sociedad. El resentimiento hace que no lo veamos.
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