Adelanto una solicitud al probable lector: obsequiarme con una razonable dosis de paciencia.
Si me la concede tal vez compartirá la inquietud que me abruma en estos días. Pero si resuelve quebrar desde aquí la lectura de esta página merecerá mi amplia comprensión.
No son livianas las reflexiones que me abruman en estos días. No obstante, con alguna jutzpá (atrevimiento) me atrevo a compartir con el lector algunas de ellas.
Como no pocos que han llegado y viven en Israel, también para mí el credo sionista tuvo decisiva importancia en mi vida. Merced a él recuperé mis raíces, fortalecí la identidad personal, asimilé fecundas innovaciones y añadí significados a mi finito vivir.
El quehacer en un país democrático, abierto a las innovaciones sin desmedro de su historia y temple singulares me enriqueció sin pausas.
Por añadidura, la convivencia con el amplio sector árabe musulmán, algo más de un quinto de la población, y con el creciente 17 por ciento de los segmentos ortodoxos enriquecieron el espíritu democrático y la pluralidad de modelos de vida en nuestro país.
Modalidades que hoy conocen un giro radical.
El ascenso de una coalición gubernamental nacional-rabínica que pretende atentar contra la vida democrática y la igualdad ciudadana al tiempo que atenta contra el derecho internacional y el orden regional cuando pretende ampliar indebidamente sus fronteras trastornan severamente el presente y los futuros del país.
Los resultados ya se perfilan: manifestaciones multitudinarias de protesta, la caída de la moneda nacional, la ascendente fuga de talentos científicos y tecnológicos, la alta posibilidad de un choque militar que podría echar mano a recursos no convencionales, la creciente tendencia ciudadana a contar con pasaportes extranjeros, la adquisición de viviendas alternativas o complementarias en las islas del Mediterráneo, y en países como Grecia, Portugal y EE.UU. entre otros.
Escenarios que no solo lesionan la legitimidad de la presente coalición gubernamental. Oscurecen además los futuros del país.
En estas circunstancias, no deben sorprender las recientes páginas del periódico Haaretz, en su edición del fin de semana, que ponen al desnudo las aspiraciones y conductas de no pocas familias que ya ponen bases a la vivencia fuera del país.
Concluyen que los niveles de ingreso y los altos costos de vida en Israel alientan la emigración a países y regiones que hoy ofrecen confiable seguridad y futuro.
Reubicación económica y demográfica que sustancialmente debilitará al régimen democrático que hasta aquí hemos conocido poniendo en riesgo su existencia física en una región modelada por el fanatismo y la violencia a lo largo de la historia.
A mi ver, la responsabilidad por nuestro destino personal y colectivo será de un gabinete que desde hace siete meses multiplica, deliberadamente o no, los golpes contra la democracia y acentúa la marginalidad internacional de nuestro país.
Ciertamente, la estancia y los estudios de los hijos de nuestro Primer Ministro en el extranjero acentúan el pesimismo de no pocos.
En estas circunstancias, consciente o pasivamente Netanyahu y su gabinete elevan la probabilidad de los escenarios esbozados.
Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío. Reproducción autorizada con la mención siguiente: © EnlaceJudío
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