¡Ese bebé eres tú!

En 1977 , en la Knéset, se intentó aprobar un proyecto de ley para legalizar el aborto en Israel. Encabezando la campaña estaba el ministro de Justicia Shmuel Tamir, bajo el mandato del primer ministro Menajem Begin.

Cuando los rabinos y la mayoría de los judíos observantes de la Torá en todo el mundo escucharon que, en Israel estaban intentando legalizar el asesinato de fetos en el útero, hubo una gran consternación y preocupación.

Las principales autoridades y líderes rabínicos en Israel decidieron enviar a una delegación de importantes rabinos para reunirse con Shmuel Tamir y tratar de disuadirlo de seguir adelante con esta terrible idea.

Incluidos en esa delegación estaba el rabino Mijael Stern, una autoridad rabínica muy respetada en Jerusalén, así como el rabino Rafael Levin, hijo del Rabi Arie Levin, uno de los rabinos más queridos del siglo pasado en Israel.

El motivo en particular detrás de la selección del Rabi Rafael Levin, se debía a que muchos de los miembros de los movimientos Irgun y Leji, tenían un gran respeto por su padre, Rabi Arie Levin; por lo que la esperanza era que el ministro Tamir, quien había sido un destacado luchador por la Independencia israelí, quizás escucharía al hijo del respetado Rabi Arie Levin.

Días previos a la reunión, el Rabi Rafael llamó a cada uno de los rabinos de la delegación para pedirles que rezaran con mucha fuerza al cielo y les dijo: “Deben suplicar y orar ante DI-s para que tengamos éxito en esta importante misión de persuadir al ministro ante esta terrible y destructiva idea”.

Dos días después, la delegación se encontraba sentada en el despacho del ministro Shmuel Tamir. Al iniciar la conversación, el Rabi Rafael se presentó ante el ministro y le dijo: “Soy el hijo del rabino Arie Levin”.

 

Rabi Rafael Levin

En ese momento, los ojos de Shmuel Tamir se iluminaron de alegría y frente a toda la delegación exclamó: “Ah, tú eres el hijo de nuestro querido rabino….” Luego, volviendo su mirada hacia los rabinos, dijo: “¿Qué tienen para decir?, los escucho, por favor, adelante”.

Una corta historia

En este momento, Rabi Rafael le dijo al ministro: “Señor ministro, permítame compartir con usted una corta historia”.
“Cuando yo era un joven, cierto día una pareja secular tocó la puerta de nuestra casa: querían hablar con mi padre, Rabi Arie Levin. Mi padre los invitó a pasar y a sentarse, tras lo cual comenzó una gran discusión entre el marido y la mujer”.

Resulta que la esposa estaba esperando un hijo, pero su marido, que estaba estudiando en la universidad de medicina, no quería traer a ese bebé al mundo. Él sentía que ese bebé le impediría continuar con sus estudios;mientras que su esposa, con mucha firmeza alegaba que ella sí deseaba tener a ese bebé”.

“Como no había manera de ponerse de acuerdo entre ellos, decidieron acudir para consultar a mi padre”. Todos respetaban y tenían en mucha estima al rabino Arie Levin, incluso hasta los más seculares. “Luego de que mi padre escuchara a ambos, se sentó con ellos durante más de una hora tratando de convencer al esposo de que deberían traer a ese bebé al mundo. Mi padre les dijo que, el niño solo les traería “Najat”, satisfacción y placer, y provocaría un gran impacto positivo en la familia”.

“El marido finalmente se convenció y accedió dejar vivir al feto y le dijo a mi padre que traerían al niño al mundo y lo criarían con amor”.

Al concluir esta historia, Shmuel Tamir sarcásticamente preguntó: “¿Finalmente escucharon a tu padre y tuvieron al bebé?”.

De pronto, el rabino Rafael Levin se inclinó sobre el escritorio del ministro, lo observó fijamente a los ojos y le dijo en voz baja:

“Poco tiempo después de este suceso, la pareja tuvo al bebé y lo llamaron Shmuel, y el niño creció para ser una importante persona cuyo nombre es Shmuel Tamir….”

“!Ese bebé eres tú!”

Tras las palabras del rabino, el ministro Tamir quedo completamente impactado y dijo: “Imposible. Nunca había escuchado esa historia”.

Entonces Rabi Rafael le respondió: “¡Llama a tu madre, llámale ahora mismo y pregúntale!”

En ese preciso instante, el ministro tomó el teléfono y llamó a su madre. Al principio hubo silencio, pero después de unos momentos, la madre, con la voz entrecortada, le dijo: “Hijo…tienes que entender que los tiempos en esos momentos eran diferentes… “. Y le contó toda la verdad.

El ministro colgó el teléfono….Miró a los rabinos….Observó a toda la delegación allí parada, y dijo con firmeza:

“No tienen nada de qué preocuparse, ¡este proyecto de ley nunca llegará a la Knéset mientras yo sea el ministro de justicia!”.

Al salir de la Knéset, el rabino Mijael Stern le pregunto al Rabi Rafael Levin, “No entiendo, ¿tú ya conocías esta historia?”

El Rabi Rafael sonrió y le respondió: “Sí, así es.”

“Entonces, ¿por qué nos llamaste a cada uno de nosotros para insistir en que recemos con tanta devoción? Era obvio que, con esa historia, nuestro alegato ya estaba ganado”.

La contundente respuesta del Rabi Rafael Levin sorprendió a toda la delegación y dejó una gran enseñanza.

“La razón por lo que todo esto tuvo un impacto positivo y tuvimos éxito en nuestra misión, solo fue por nuestra Tefilá, por nuestros ruegos a DI-s- y por nada más”.

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