La semana pasada Netanyahu visitó las instalaciones Tesla en California.
JACOBO VISKIN
Conviene escuchar la entrevista con Elon Musk, particularmente la manera como planteó los antecedentes al conflicto de Reforma Judicial, su opinión e sus intenciones al respecto. Puedes escuchar la mención a la Reforma, son cinco minutos, a partir del minuto 30 en la liga:
El tema lo abre Musk (parafraseando): “Siendo franco, he visto molestias en el equipo Tesla acerca de sostener esta entrevista, por lo que pido expongas el tema de la reforma judicial en Israel”.
Netanyahu se dirige a los manifestantes contra la Reforma, menospreciando a muchos de ellos diciendo que no saben sobre qué se manifiestan, agregando que “hay un esfuerzo concentrado en que no lo entiendan”. Inicia su breve ponencia con un barrido superficial del pensamiento democrático de Platón, criticando la democracia atenea, a sus detractores en la Edad Media y hasta a los Patriarcas de la revolución norteamericana. Todo esto para concluir que We The People debiera prevalecer por sobre los jueces ilustrados.
La democracia perfecta, donde existen mayorías y también derechos humanos, la describe como aquella donde interactúan las tres ramas del gobierno. “Así era la democracia israelí” (perfecta) “hasta hace 30 años cuando inició un desbalance sutil: la Suprema Corte comenzó a tomar atribuciones por encima del Ejecutivo y Legislativo”.
Omite Netanyahu describir la relevancia que puede tener una Constitución (o no, como es el caso de Israel) y de la relevancia de tener incluir compromisos ampliados a los Derechos Humanos y convenciones internacionales. Sustenta que el pasado fue idílico y ese pasado no requería evolución. La evolución la ve como acaparamiento de funciones, en lugar de balances indispensables en las democracias: checks and balances. A Netanyahu no le parece que la Suprema
Corte no tenga checks and balances y que el Gobierno sí los tenga.
¿Cuál es la solución a este desbalance que describe?
Aquí viene lo importante (en 32’40” de la entrevista):
“Entro en escena” (al iniciar este Gobierno) “y aparece una propuesta (para corregir desbalances) “sobre la que opiné (desde un inicio) que era una MALA propuesta”.
Esta es una cándida revelación de juicio personal. Con qué desfachatez dice Netanyahu que la Reforma Judicial de la que pensaba era MALA, pues la cobijó con todo empeño y comprometió todo el poder, durante tres meses de intensas manifestaciones semanales, como no se habían visto en Israel, que derivó en la crisis del despido y reinstalación en menos de veinticuatro horas de su Ministro de Defensa quien dudara de las consecuencias que conllevaría la Reforma al entorno militar.
A continuación, explica Netanyahu que el proyecto que le fue propuesto, que apoyó con firmeza ante viento y marea lo consideró MALO, y lo consideró un ERROR.
Así de fácil. Como diciendo: yo siempre pensé que era malo, que era un error, pero no lo detuve, no lo cuestioné, no impedí llevarlo a su primera de tres lecturas en el Parlamento.
Lejos de su pueblo, apartado de los periodistas y entrevistadores de cadenas de televisión israelíes, prefiriendo como audiencia dócil al público estadounidense e, esperando los yamím noraím (días de reflexión), estando al otro lado del mundo, en California, sembrando el tema entre inteligencia artificial y de difusión de ideas antisemita, habiendo dejado en Israel como Primer Ministro Interino a la personas que abanderó la Reforma Judicial.
Ante Elon Musk, Netanyahu finalmente presenta la idea inicial de la Reforma Judicial como mala y errada. Digno de trama hollywoodiana, de político colmilludo, sin remordimiento, hipnotizando a sus escuchas.
Luego agrega que su nuevo proyecto, el que corregirá su inacción de los primeros tres meses de 2023 es la reducción de la Reforma Judicial “a una mínima expresión”, tal que su intermediación encuentre un HAPPY MIDDLE, minimizando el profundo sisma por el que atraviesa su sociedad.
Inicia su nuevo plan buscando consenso ante público en general (pues no ha logrado consenso ni con partidos de oposición ni con la sociedad israelí). Omite decir que los miembros de su coalición, siendo francos, estallaron en felicidad al pasar por el Parlamento la ley para abolir el derecho de razonabilidad de la Suprema Corte, pregonándola como la primera de múltiples “happy middle reformas”, que ha sido y continúa siendo el verdadero objetivo de la Reforma Judicial.
Pregunto a sus seguidores y miembros de bancada, si no piensan que su líder los defraudó. El político genial, que permite a sus aliados entusiasmarse con proyectos malos y errados, que dañan el tejido social, al punto de equiparar el riesgo por el que hoy transita la sociedad Israelí con el vivido hace 50 años, por la guerra de Yom Kipur.
No olvidemos su descripción de la Reforma Judicial, sus palabras de las que no se ha retractado: he taught it was BAD, he taught that was a MISTAKE.
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