Orna Raz / El testimonio de la rehén israelí liberada

‎La forma en la que la rehén liberada, Yojeved Lifshitz, eligió presentarse en la conferencia de prensa puede parecer una mera formalidad, pero creo que es importante.

Destacó que nació en 1938 en Israel. Es importante recordar que la Segunda Guerra Mundial comenzó un año después, y al mencionar su año de nacimiento en lugar de su edad, Yojeved se ubicó en el contexto histórico de su vida: la guerra, el Holocausto y su nacimiento, no en la diáspora sino en Eretz Israel (diez años antes de su independencia).

Supongo que hasta el 7 de octubre, Yojeved vivió su vida como israelí libre e independiente. Pero, como entonces, de pronto todo cambió, fue secuestrada por Hamás y se convirtió en víctima.

Después de escuchar su valiente y humano mensaje en el hospital, sentí curiosidad por saber más de Yojeved Lifshitz. Resulta que ella y su marido Oded (quien sigue secuestrado en Gaza) son conocidos por su compromiso con la paz y la justicia. Además, en breves detalles biográficos sobre Yojeved descubrí que su familia emigró a Israel desde Europa en 1933. Eran ultraortodoxos y su padre era solista en el coro de la dinastía de Gur. Sin embargo, a mediados de la década de 1940, debido al Holocausto y al asesinato de sus familiares que quedaron en Europa, sus padres abandonaron la religión y se convirtieron en socialistas seculares.

Resulta que ahora, por segunda vez en su vida, Yojeved enfrenta una crisis de fe. Si bien la primera fue resultado de las decisiones de sus padres, obviamente influyó en su vida y sus decisiones. Pero esta vez, el Estado de Israel traicionó su confianza, la abandonó junto con los demás residentes del Néguev Occidental. Esto es trascendental, algo que ninguno de nosotros creía posible. Sin temor le dijo al mundo: “La falta de conocimiento del ejército y de la inteligencia nos afectó profundamente. Fuimos los chivos expiatorios del régimen”. Agregó que el ejército ignoró las amenazas contra ellos. Hamás detonó la costosa valla de seguridad, abrió las rejas de los kibutzim y entró fácilmente a ellos. Aunque nadie podría haber anticipado los crímenes contra la humanidad perpetrados por Hamás, como afirmó correctamente Yojeved, el resto es responsabilidad de Israel.

Mencionó que la trataron bien y Hamás cuidó de todos los detalles por temor a una epidemia. Para los oídos sensibles de algunos israelíes, estas palabras suscitan recuerdos colectivos sobre las condiciones en los campos de concentración durante el Holocausto. Aunque no vivimos personalmente el Holocausto, continúa siendo nuestro marco de referencia. Todos crecimos con estas historias.

Yojeved logró conservar su espíritu y su humanidad. Me gustaría creer que su resiliencia se debe en parte a que vivió con libertad y nunca ha sido una víctima. Pero lamentablemente ser víctima está estrechamente relacionado con el abandono y la pérdida de fe en el Estado y el gobierno. No está claro si algún día esa pérdida podrá restaurarse.

Me tranquiliza saber que Yojeved Lifshitz y Nurit Cooper, las dos rehenes israelíes recién liberadas por Hamás, no fueron maltratadas gravemente. Esperemos que lo mismo ocurra con los más de 200 rehenes que aún se encuentran en Gaza.

La autora tiene un doctorado en literatura inglesa por la Universidad Hebrea de Jerusalén. Escribe sobre temas de la mujer, literatura, cultura y sociedad. Vivió en Estados Unidos de 1979 a 1994.

El artículo se publicó originalmente en The Times of Israel

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