“¿En qué mundo hay un bebé de nueve meses como rehén de guerra?”: Elad Zafrani, autor de video viral en apoyo a las FDI

Enlace Judío México e Israel – En días recientes, un video comenzó a circular por las redes sociales entre la comunidad judía de México y otros países. Se trata de la petición de orar por los soldados israelíes a ciertas horas del día. Elad Zafrani,quien se crió en México e hizo aliá hace muchos años, es el autor del video y conversó con nosotros, en exclusiva. 

 

“Bueno, lo que pasó simplemente es que mi papá tiene un contacto que está ahí en Golani”, explica el hombre desde Jerusalén. “Y recibió ese mensaje que por favor, en ciertas horas, aquí, los soldados sienten como una baja de energía y que no les va tan bien”. Son las horas de la madrugada, cuando la población israelí duerme. El padre de Zafrani pensó entonces que había que invitar a la gente del otro lado del mundo a rezar por los soldados justo a esas horas.

“Bueno, en vez de estar escribiéndole a todo el mundo que por favor rece en esas horas, dije ‘pues mejor hago un video y explico a mis amigos de México y a otros amigos que tengo en otras partes del mundo’ y lo mandé y simplemente pedí que recen por nuestros soldados y que recen por nuestro país en este tiempo de guerra muy difícil que estamos pasando“.

Zafrani no pensó que el video se volvería viral. “Gracias a Dios que la gente se lo tomó en serio. Y sí me dijeron que hubo varios rezos en varios lugares del mundo a las horas que pedimos. Bueno, primero Dios que ganemos esta guerra, gracias a la ayuda de Dios y de los soldados”.

El 7 de octubre

Así, rezando, sorprendieron las sirenas a Zafrani el 7 de octubre, durante Simját Torá, mientras se encontraba en una sinagoga de Jerusalén. “Y pues yo, normal. Voy a la sinagoga, me siento junto a mis amigos y empiezo a rezar. Y, de repente, sirenas. Sirenas de guerra. O sea, (el aviso de) que están bombardeando nuestra zona”.

La comunidad a la que asiste Zafrani está conformada mayoritariamente por mexicanos
, y como era un día de fiesta religiosa había, entre los presentes, muchos recién llegados que no tenían ni idea de qué hacer cuando las sirenas irrumpen en el aire de la ciudad. Él, acostumbrado y preparado, los ayudó. Les dio instrucciones sobre cómo ponerse a salvo y, finalmente, fue a casa con su familia.

La crudeza, la magnitud de los hechos que sacudieron a Israel ese 7 de octubre, todavía no era conocida, ni siquiera dentro del territorio israelí. Zafrani había entendido, al escuchar las sirenas, que se había producido un ataque, sí, pero jamás imaginó la envergadura del mismo, ni cómo cambiaría la vida del país en unas horas, quizá para siempre.

Vamos a decir la verdad: Israel está rodeado de enemigos. Nuestros vecinos no son ni México, ni Canadá, ni los Estados Unidos, lamentablemente. Pero vivimos en la colonia que vivimos. Y aquí es así. Y con este ataque tan fuerte que nos sorprendió en el sur, entonces teníamos miedo de que se suelte por otros lados también. Y no sabíamos si a lo mejor está calculado porque lo primero que te pasó a la mente aquí como ciudadano israelí es Yom Kipur, porque justamente este año tuvimos 50 años de la guerra de Yom Kipur“.

“A nosotros nos toca vivir la guerra de Simját Torá”

Al comenzar a advertir la escala de los eventos, Elad Zafrani le dijo a su esposa: “A nosotros nos toca vivir la guerra de Simját Torá”. Para los israelíes, vivir una guerra es mucho más que atestiguarla. En un país permanentemente amenazado, todos saben lo que tienen que hacer, tanto para ponerse a salvo como para ayudar a los otros.

“No faltan historias que han pasado”, comienza a enumerar Zafrani. “Yo tengo un amigo,  un hermano de mi amiga del trabajo, que salvó como a 40 personas simplemente porque escuchó que necesitan ayuda en el sur, agarró su arma personal, se subió a su coche y se dirigió y el muchacho casi se murió después de tres operaciones pero salvó a cuanta gente que pudo salvar”.

Las historias de los héroes anónimos, que el 7 de octubre impidieron que el ya de por sí grotesco número de 1400 israelíes asesinados fuera aun más grande, incluyen a policías, a médicos, a conductores, a soldados, a ciudadanos ordinarios…

A partir de ese día, Israel es uno

Ese día, a partir de ese día, Israel es uno. “La semana pasada escuché de un general de reserva que salvó a 200 personas de la fiesta, que simplemente los agarró y supo dónde llevarlos. Los llevó a un lado y estuvieron durante dos días caminando para escaparse”.

Pese a la sacudida inicial, a la gran sorpresa que significó para todos ver vulneradas sus fronteras, “el pueblo de Israel se supo levantar y pelear”, asegura Zafrani, cuya lucha personal es ahora la de la información, y que tiene a la mano las fotografías de algunos de los niños que, hasta el día de hoy, permanecen secuestrados en Gaza. O al menos, eso sabemos.

“Yo tengo un amigo que se salvó de milagro. Estaba en su casa, encerrado en cuarto seguro durante siete horas hasta que lo llegaron a salvar. Y otro amigo que por error no entraron a su casa. Siempre hay un tío, un hermano, un amigo, un primo. Un colega de mi trabajo, su primo fue asesinado, y otra amiga de mi trabajo, el primo de su esposo fue asesinado. ¿Sabes por qué? Porque son judíos que fueron a una fiesta a bailar”.

Según nuestro entrevistado, en Israel todos conocen a alguien que fue asesinado o que perdió a un amigo o a su familia, o a un secuestrado o alguien a cuyos familiares se llevó Hamás hacia Gaza aquel día infausto. De hecho, dice que no conoce a nadie que no tenga al menos un conocido entre las víctimas del 7 de octubre, y apunta hacia otro gran número de personas cuyas vidas fueron trastocadas a partir de los hechos sangrientos.

“Hay más de 60,000 personas que no están en su casa ahorita y están en otros lugares porque simplemente Hamás y Hezbolá siguen disparando misiles a casas de civiles (…). Imagínate una escuela que, de repente, la tienes que repartir en otra ciudad o en ciudades, ¿qué hacen los niños? Los sacan de su casa, de su escuela, de sus amigos, de toda su vida. Gente que no puede ir a trabajar”.

Un país fuerte

Pese a que centenares de miles de hombres y mujeres en edad productiva han dejado sus actividades cotidianas para vestirse el uniforme militar, Israel sigue adelante. “El país está funcionando. Fuerte, con la cabeza arriba. Todos apoyamos a nuestros soldados. Todos apoyamos a todos los que están dando mano en la guerra. En todos lados lo ves”, narra Zafrani.

“Tengo un amigo que es paramédico, que él ya no tiene que ir al ejército porque ya está  liberado, pero fue al ejército a ayudar de todas maneras; hay gente que nunca había estado en el ejército y de repente se van para ayudar en el ejército en lo que pueden. Hay otra gente que no puede ir a luchar, pero ves que van y preparan comida para los soldados”.

De alguna manera, Israel se las ha ingeniado para que no exista desabasto de comida. “Gracias a Dios, no hay escasez de nada. Israel es un país fuerte y gracias a Dios tenemos también países fuertes como amigos. Lamentablemente, Israel está acostumbrado a estar siempre preparado para la guerra. Y también los civiles estamos acostumbrados a estar así. La mayoría de los civiles en Israel han pasado por el ejército. Nos logramos organizar rápido”.

Israel es un país fuerte y también uno indignado. “Entendimos rápido que había un problema y sabemos cómo tratarlo. Cada quien aquí hace lo máximo para ayudar a destruir a Hamás. Porque después de lo que pasó hace ya un mes, 33 días… aunque parezca increíble, hace 33 días el Hamás invadió casas de civiles y se metió a casas de familias y mató bebés en sus camas. Se metió a casas y violó muchachas y raptó 240 personas. Solo porque son israelíes que viven ahí. Solamente por eso. El Hamás tiene que dejar de existir después de esta guerra”.

Zafrani exhibe ante la cámara de su computadora diversas fotografías. “Esta foto es de una mamá con sus dos hijos. Está aterrada de miedo. Está aterrada de miedo porque alrededor de ella hay terroristas que se la están llevando a Gaza. Con dos niños”.

En su rostro puede leerse la ira, la incredulidad, la impotencia, mientras le da nombre a los niños, uno de cuatro años y el otro de nueve meses.

“¿En qué mundo hay un bebé de nueve meses como rehén de guerra? ¿O un niño de cuatro años como rehén de guerra? ¿En qué mundo vive esa gente?”

Zafrani no sabe, porque nadie lo sabe en realidad, si ese bebé sigue vivo, si está con su madre y si esta le da pecho o si los han separado.

Y sobre la crisis humanitaria que se vive en Gaza, apunta: “Cuando le preguntan (a Hamás) por qué los ciudadanos de Gaza no entran en los túneles para protegerse, que se quejan de los bombardeos israelíes, ¿sabes cuál es la respuesta? Que los túneles son para Hamás, que de los ciudadanos se ocupe la ONU.

“Entonces ¿por qué Hamás está sentado ahí como el partido político que tiene las llaves? Que deje las llaves y que se vaya también. En 2006, cuando Hamás recibió el liderazgo ahí, lo primero que hizo fue matar a todo el que no piensa como él, incluyendo a los palestinos de Abu Mazen. Los tiró del techo. Eso no es ser humano”.

El escenario que dibuja Zafrani dista mucho del que, al parecer, se imagina la gente cuando escucha hablar sobre el conflicto. Tiene claro que Hamás no es una fuerza de liberación sino, por el contrario, una tiranía.Sus líderes se sientan en hoteles de siete estrellas fuera del país. En Qatar. Se sientan en Turquía (…). Pero al pueblo lo dejaron ahí. Hamás tiene la culpa de todo lo que le pasa al pueblo palestino.

“Israel no empezó esta guerra. La empezó Hamás“.

“Y si Hamás quiere que esta guerra se acabe, es muy fácil. Empecemos por que nos regresen a nuestros niños, por favor. Aquí están más niños —dice, mientras muestra nuevas fotografías—. Estas fotos no deberían de existir en mi mano”.

“Yo estoy agarrando fotos de niños aquí que no conocía antes. Y ahora estoy rezando por ellos a diario. Porque hay niños de cuatro años o niños de cinco años, de tres años, de nueve meses que los han raptado, ¿por qué los han raptado? Porque son judíos”.

Decepcionado de la humanidad

La conversación se dirige a uno de sus puntos más dolorosos, desde la perspectiva israelí y de los judíos: las multitudinarias marchas de apoyo a Palestina que se han suscitado en el mundo a raíz del estallido de la guerra. Al respecto, Zafrani encuentra una palabra para definir lo que, a sus ojos, parece inverosímil: ignorancia.

“Si cada uno que firma esa petición de apoyar a Palestina supiera qué estaba firmando, creo que se moriría de un infarto”.

Apoyar a Hamás es apoyar la ley de Sharía. ¿Alguien sabe que es la ley de Sharia? Me imagino que no. Me imagino que si una mujer cristiana firma esa hoja, al día que sepa que firmó que la pueden matar si va con una camiseta, no le gustaría, ¿verdad? Ella está firmando que ella tiene que ir tapada de pies a cabeza”.

“Solamente los ojos se pueden quedar un poquito (descubiertos) para que no se caiga en la calle. O para que le prepare de comer algo a su esposo. Su lugar es ser esclava de su esposo. Nada más. Si hay un homosexual que firmó esa petición, que sepa que firmó su petición de muerte. Porque por ley de Sharía, que es la que Hamás trae, los homosexuales tienen que estar encarcelados hasta el fin de sus días o sacados a matar”.

Le cuesta entender que alguien, fuera del mundo musulmán, pueda apoyar a una organización yihadista, cuyo propósito final es la creación de una gran nación islámica donde ninguna otra visión del mundo tenga cabida. Donde las personas sean forzadas a la conversión o simplemente asesinadas. Pero, sobre todo, le cuesta entender el apoyo en el contexto actual, luego de una masacre que terminó con el .014% de la población israelí.

“Imaginémonos que en Estados Unidos pasaría lo mismo que pasó en Israel. Vamos a dejar a los secuestrados a un lado para que sea un poquito más fácil. Si en Estados Unidos se murieran 40,827 personas (tomando el exacto porcentaje de los asesinados en Israel), ¿qué haría Estados Unidos? O en Gran Bretaña, si se hubieran asesinado 8,205 personas…. O en Holanda: 54,927 personas; o en Brasil: 26,549 personas…”

Si en México alguien hubiera asesinado, en un solo día al .014% de la población, habría 19,294 víctimas. “¿Se quedarían todos callados? ¿Saldrían a apoyar al grupo que los mató? Si en México hubieran secuestrado 3,307 personas, incluyendo bebés y niños y ancianas, y si se hubieran llevado muchachas para violarlas hasta que se mueran, ¿estaríamos bien?

“Imagínese qué hubiera pasado si, después de que pasó eso, el otro país que está al lado de ti va y hace una marcha a favor del que hizo eso. ¿A qué oreja mexicana le gusta escuchar lo que acabo de decir ahorita? Me imagino que a nadie.

“La última vez que recuerdo, en México, en los años de 1999, 2000, los secuestros eran un terror. Secuestraban niños y les cortaban los dedos si no pagaban la fianza. Les mandaban las orejas de los niños a sus padres por correo porque no pagaron.

“Yo no vi marchas en México apoyando a los secuestradores”.

Y remata: “Si quieren odiar judíos nada más por odiar judíos, está bien. Pero, por favor, tampoco se odien ustedes mismos y firmen peticiones de muerte para ustedes. Piensen antes de firmar. En Israel, cualquier persona puede vivir con cualquier religión que quiere. No hay ningún problema. Puede ser ateo, puede ser cristiano, puede ser judío, puede ser musulmán, puede ser hindi, lo que usted quiera”.

“Aquí se respeta cualquier religión que usted quiera respetar. Si usted decide que Dios no existe, también puede vivir aquí y puede ir al Parlamento, si es que recibe suficientes votos, democráticamente, en las elecciones. Usted puede llegar al Parlamento. Nadie checa si usted es judío o no”.

Sobre la muerte de civiles al otro lado de la frontera, Zafrani dice que “Israel, tácticamente, está buscando solamente acabar con Hamás.

“Israel le ha suplicado —cosa que yo no vi que pasó en ninguna otra guerra— a la gente de Gaza que se vaya del norte al sur. Hamás no los deja irse, Hamás es responsable por esas personas. Cuando atacaron en Mosul para acabar con ISIS, nadie preguntó por qué se murieron 100,000 personas”.

También opina sobre las dimensiones del odio. “Es algo más que odio: es la necesidad de matar brutalmente, masacrar brutalmente a todo el que no es como yo. Eso es lo que tienen ahí (…) ¿Qué clase de ser humano puede llegar a quemar niños vivos? O tampoco niños: cualquier persona, un adulto. ¿Está bien quemarlo vivo? ¿Cortarle la cabeza a golpes con una azada de jardín a alguien que acabas de matar de todas maneras?

“¿Qué clase de humano es ese?”

“Vamos a clarificar algo: estamos hablando con terroristas que entraron a casas de familias, mataron a bebés en sus cunas en frente de sus padres. A veces mataron a los hijos en frente de los padres y a veces a los padres frente a los hijos. Solo por diversión. Por el simple hecho de ser israelíes. De ser judíos. No es odio. Es algo mucho peor. Yo puedo odiar a cualquier persona. No tengo que ser su amigo (pero eso) no me da la razón de ir a matarlo. A masacrarlos a él y a su esposa, a sus hijos”.

“Hoy en día parece que —siempre y cuando, claro, sean judíos o sean israelíes— está bien matarlos. (Es) defensa propia. ¿Defensa de quién? Se están defendiendo en defensa propia, “de él? —dice mientras señala la foto de un niño— ¿De él se están defendiendo? O tal vez de ella, que está aterrada de miedo, ¿de quién se están defendiendo? No entiendo”.

Ante la amenaza de que el conflicto escale y abarque nuevos frentes, como ya ha empezado a ocurrir, si bien con cierta mesura, Zafrani enfrenta sentimientos ambiguos. Por un lado, piensa que Israel es un país fuerte, con un ejército capaz y con aliados estratégicos poderosos, pero por el otro teme la vecindad de un régimen al que compara con ISIS.

También se ve rebasado por la indiferencia (e incluso el repudio) del mundo ante el sufrimiento de las familias israelíes masacradas, quebradas en pedazos, por desgracia, literalmente. “Pues es como si algo dentro de ti se muere por ver a tu pueblo así, sufriendo. No es algo normal que unos asesinos entren a una casa (…) y le arranquen el ojo al padre y le corten los pechos a la madre y le corten los dedos al niño y las piernas a la niña y se sienten a comer, y después de que terminan de comer, los maten (…).

“En 1939 no había WhatsApp y no había teléfonos y no había video y no había todo lo que hay hoy en día. Y bueno, hasta que llegó a las noticias al otro lado del mundo que está pasando algo a lo mejor la gente no entendió o no creyó (…). Pero hoy, en cosa de minutos salieron videos mostrando las porquerías que hicieron esos animales y no sacamos nosotros esos videos: los sacaron ellos porque están orgullosos de lo que hicieron”.

“Hasta donde yo me acuerdo, en Alemania, los nazis, cuando vinieron otros países a Alemania a checar qué estaban haciendo, se ocuparon de ocultar todo, todo, todo lo de los asesinatos. Aquí fue al revés. El asesino mismo lo filma, se lo manda por Telegram, WhatsApp a todos sus amigos en el mundo y está feliz. Está orgulloso de lo que está haciendo. Estos animales son peores que nazis”.

Ha cambiado la visión que Zafrani tiene del mundo luego de los hechos del 7 de octubre y de cómo la opinión pública mundial se volcó en apoyo a Palestina. Lo indigna “La ignorancia de la gente que sin ver, sin entender —o peor: sin querer ver. Porque no hay más ciego que el que no quiere ver— apoya a los de Hamás. ¡Cómo puede! Vuelvo a preguntar si hay gente de México: Si a ustedes les matarían 19.000 personas en un día, ¿apoyarían los asesinos? Me imagino que no”.

Y cierra con una frase que lo dice todo: “La verdad, estoy decepcionado de la humanidad. Pensé que era más humana”.

 

Reproducción autorizada con la mención siguiente: ©EnlaceJudío.

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