Somos judíos.
Han sido días complicados, de parálisis y un gran sentimiento de impotencia. Ver el mundo colapsarse alrededor de uno y no poder hacer nada al respecto. Hermanos míos en Israel fueron asesinados, violados, y secuestrados. Personas que amo se encuentran en el campo de batalla peleando por algo que nunca debió de haber ocurrido.
He recibido odio, acoso y ofensas por el puro hecho de ser judía.
Escuché las historias de cómo mis tatarabuelos en Yashinovka fueron arrojados a las cámara de gas en Treblinka, y otras historias de antisemitismo en libros de historia, pero siempre de manera lejana. Pero ahora lo he vivido en carne propia. Tengo miedo. No puedo dormir y me cuesta trabajo respirar.
Amigos cercanos me han desconocido por apoyar a mi segundo hogar, Israel. Me preguntan si mis familiares es Israel se encuentran bien. Todos y cada uno de ellos son mis familiares. Compartimos nuestra sangre, nuestras creencias, y nuestra religión y ahora después de siglos también un país que nos respalda.
Un hogar que tenemos cuando el resto del mundo nos da la espalda. Para un momento como ahora. Las personas no se dan cuenta que el antisemitismo esta arraigado en la cultura del mundo. Siempre se ha encontrado una razón para odiarnos.
Primero porque “matamos a Jesus”, “luego porque somos dueños del mundo”, luego porque “envenenamos los pozos de todo europa y matamos a niños para preparar nuestra Matzá con su sangre” y ahora porque “queremos tener un país”. Por comunistas, por capitalistas. Si un judío se echa un pedo, se vuelve noticia internacional.
Pregúntate a ti, judío o no judío ¿Por qué nos odian?
Cualquier suceso es una excusa para apuntar un dedo hacia los judíos. Y yo creo que es porque somos envidiados por nuestra unión y nuestro apego a nuestras creencias. Cuando flaqueamos cómo personas nos alivia ver que otros los hacen.
Pero nosotros los judíos como pueblo, en su totalidad, no hemos flaqueado. Después de toda la mierda que nos ha tocado aun seguimos creyendo en Dios y en su Torá. El mundo se pregunta y nos prueba para saber: ¿hasta cuándo flaquearán?
Porque nadie quiere realmente creer en Dios, porque es difícil hacerlo, porque Dios exige y porque es difícil creer en un Dios que permite tanto dolor y destrucción. Mejor olvidémonos de él. Pero el mundo no puede olvidar a Dios, porque aún existimos los judíos.
Entonces deshagámonos de los judíos.
Pero con cada golpe nos volvemos cada vez más fuertes, más unidos, más sabios y mas creyentes. Y en ese día que el mundo se dé cuenta que no pueda en contra de los Judíos, todos se van a dar cuenta que teníamos razón. Dios sí existe.
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