A 15 días de su liberación, Hen Goldstein-Almog, de 48 años, habla de los 51 días en cautiverio en Gaza con sus tres hijos, Agam, de 17, Gal, de 11 y Tal de 9 años.
En una entrevista con la emisora israelí Kan, Hen reveló que tres mujeres secuestradas le dijeron que fueron víctimas de abuso sexual.
“Escuchamos tres historias de primera mano y otra historia que nos contaron. Cosas que sucedieron unas semanas después de haber llegado a Gaza. Están físicamente heridas. Con la forma en que las agredieron sexualmente y profanaron sus cuerpos, no saben cómo superarlo. Si los hubieran liberado antes, se habrían salvado. También vimos a un hombre que fue golpeado”.
Dijo que ella y sus hijos entendieron que Nadav su esposo, y Yam, su hija mayor fueron asesinados en su casa en Kfar Aza. “Algunos estábamos de espaldas, pero todos pasamos junto a él cuando se quedó allí y no nos despedimos. Lo entendimos en el camino. Cuando nos llevaron, les dije a los niños: ‘Yam definitivamente no está con nosotros. Nadav tampoco, le dispararon al pecho a quemarropa. Resulta que estuvieron allí unos días en casa hasta que fue posible rescatar sus cadáveres”.
“Estuvimos juntos todo el tiempo”, dijo sobre el periodo de cautiverio. “Más tarde resultó que los mismos guardias en el cautiverio atacaron nuestra casa. Hubo más represión emocional durante el tiempo que estuvimos allí. Nos quitaron nuestra libertad, había mucho tiempo entre las comidas y a veces sentíamos hambre”.
“Durante un mes y medio estuvimos en un departamento que también tenía teléfono”, añadió Hen. “Luego se perdió el control. Sentimos que ellos también se sentían impotentes. Los ataques aéreos aumentaron hasta que los departamentos en donde nos mantuvieron fueron dañados y nos trasladaron varias veces de un lugar a otro”.
“Una vez me amenazaron con ponerme esposas, no les parecía bien que caminara libremente, en el primer departamento al que llegamos, pero no lo hicieron. Esa fue la única vez que me amenazaron con algo así”, dijo.
“Me sorprendió la actitud de los niños el día que nos llevaron y su confianza todo el tiempo. La confianza de hablar con nuestros captores en hebreo. Aprendieron muchas palabras en árabe. Escribieron mucho, dibujaron. Se acumularon muchos materiales y dijeron que los traerían pero no lo hicieron”.
“Nuestra liberación tardó dos o tres días. Nos decían ‘hoy apareces en la lista’, y no era cierto. Las chicas que estaban con nosotros también se alegraron por nosotros y nosotros estábamos muy contentos, pero todo era limitado. Hasta el momento en que realmente salimos, no queríamos decepcionarnos. Tuvimos muchas decepciones. Las chicas que estuvieron con nosotros nos enviaron muchos mensajes para sus familias y estoy segura de que se quedaron mal. Ha llegado Janucá y ellas aún no están aquí. Es desesperante, frustrante y exasperante”.
“Hay que hacer todo lo posible para sacarlos. A las mujeres, las mujeres heridas, las soldados, los hombres, los soldados, las personas mayores. Debemos sacarlos a todos. Que no se quiebren allí. Están en peligro día con día. Necesitan cuidado médico, algunos de urgencia, también emocional”.
“Sucedió algo que nunca antes había sucedido. Pensamos que Israel no dispararía un tiro. Que primero nos sacarían y les devolverían lo que querían. Con el paso de los días nos dimos cuenta de que se complicaba. Cuando los ataques de la fuerza aérea aumentaron, pensamos que tal vez nos sacrificarían para devolver la calma al perímetro de Gaza”.
“Todavía lo estoy asimilando, estoy aquí y ahora con muchos pensamientos sobre lo que pasamos y quiénes se quedaron allí”, agregó. “Pensábamos que los rehenes que quedaron allí llegarían uno o dos días después que nosotros. Estamos tratando de reconstruir los fragmentos de nuestras vidas, pero con muchos pensamientos sobre las mujeres que se quedaron. Han pasado dos semanas y todavía están ahí”, dijo Hen.
Sharon Aloni-Cunio dijo que todos los días temía que fuera ejecutada con sus dos hijas pequeñas.
“Cada minuto es crítico. Las condiciones allí no son buenas y los días se hacen interminables”, dijo a Reuters. “Es como una ruleta rusa. No sabes si mañana por la mañana te mantendrán con vida o te matarán, porque quieren o simplemente porque están contra la pared”.
Sharon, de 34 años, y sus gemelas Yuli y Emma, de 3 años, fueron liberadas el 27 de noviembre, como parte de una tregua de una semana en la que Hamás liberó a 105 de aproximadamente 240 rehenes secuestrados el 7 de octubre.
Dijo que su marido David, que continúa como rehén, fue separado de ella y de sus hijas tres días antes de que fueran liberadas.
“Estoy aterrorizada porque recibiré malas noticias de que ya no está vivo”, dijo. “No somos solo nombres en un cartel. Somos seres humanos, de carne y hueso. Allí está el padre de mis hijas, mi pareja y muchos otros padres, hijos, madres, hermanos”.
“Todos los días hay llanto, frustración y ansiedad. ¿Cuánto tiempo estaremos aquí? ¿Se han olvidado de nosotros? ¿Han renunciado a nosotros?”
“Mis hijas están destrozados”, continuó. “Estoy destrozada sin mi segunda mitad, el amor de mi vida, el padre de mis hijas, que todos los días me preguntan ¿dónde está papá?”.
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