Nos encontramos en Janucá una de las festividades más de familia que existen, al mismo tiempo Israel está en guerra y muchas familias no pueden tener ese alivio de reunirse para prender velas juntos. Muchos jóvenes prenden velas en un campamento, un cuarto de seguridad o simplemente al aire abierto. No es la forma usual de hacerlo, pero sigue siendo Janucá y cuenta con el peso que cualquier encendido de velas tiene en otro tiempo. Es más, las velas se vuelven un recordatorio de las razones por las cuales luchar o mantener la vida, son recuerdo de lo que tener familia implica y del anhelo de una casa. Ese es un poco la lectura de Avraham Stav en la revista Tradition. Él se pregunta qué hace a una casa casa y qué rol juegan las velas de Janucá en ello.
Para la halaja hay tres versiones distintas sobre este tema. La mitzvá de encender es por la persona y su casa “ner ish ubeyto”. Eso abre la disputa de si se puede encender fuera de una casa. Hay quienes dicen que no y afirman que una persona de viaje en un tren o en un barco no debe encender; hay quienes consideran que la mitzvá está separada de una casa física y por lo mismo la persona debe encender sin importar el lugar en el que se encuentre. Sin embargo, la opinión sobre la que mayor énfasis hace nuestro autor es aquella de Rab Shlomo Zalman Auerbach: nos dice que el concepto de casa es muy amplio e individual; una casa puede ser una almohada sobre una calle, el punto recurrente sobre el cual uno se acuesta a dormir aunque no tenga cuatro paredes.
It is beyond me to settle this halakhic dispute, but there is something to this approach, in the description of a makeshift street-corner bed of one who has no other place to lay his head at night—be it ever so humble, even a street-corner is a place called home. It is his place, and the idea captures my own wartime experience of domesticity in an extraordinary way.
(Tradition)
Dicha disputa halájica me sobrepasa, pero hay algo de cierto en su planteamiento, en la descripción de la cama improvisada en una esquina de la calle de alguien que no tiene otro lugar donde reclinar la cabeza por la noche, por humilde que sea, incluso una esquina de la calle es un lugar llamado hogar. Es su lugar, y la idea retrata mi propia experiencia de domesticidad en tiempos de guerra de un modo extraordinario.
Ésta es la casa del que todas las semanas levanta el campamento y se mueve de lugar, ésta es la casa de los soldados israelíes.
Las velas de Janucá le recuerdan a Avraham que su casa es más extensa que su familia, incluye a su familia, pero casa también es su unidad de combate, su cultura, su país, la gente que lo rodea.
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