Yarden Roman-Gat, secuestrada por terroristas de Hamás el 7 de octubre y liberada recientemente, dijo en una entrevista con la cadena estadounidense CBS que estaba vigilada constante y temía ser violentada durante sus 54 días de cautiverio, informó The Times of Israel.
Yarden, de 34 años, secuestrada en la casa de sus suegros en el Kibutz Be’eri, relató a Leslie Stahl en “60 Minutes” el horror de vivir como rehén en manos de Hamás sin tener control de lo que sucede.
Alon Gat, el esposo de Yarden, mostró a Stahl las ruinas de la casa de sus padres en Be’eri, donde Yarden, Alon y su hermana Carmel estaban de visita en el momento del ataque de Hamás.
Dijo que después de infiltrarse en el kibutz, los terroristas irrumpieron en la casa de la familia Gat y mataron a tiros a su madre, Kinneret Gat. Yarden, Alon y su hija Geffen, de 3 años, fueron empujados a un automóvil y la Carmel desapareció.
Carmel Gat, de 39 años, sigue cautiva en Gaza. Algunos rehenes liberados informaron haberla visto practicar yoga diariamente con los niños secuestrados.
Alon contó que cuando los llevaban a Gaza, los terroristas encontraron un tanque israelí, detuvieron el automóvil y se escondieron en un bosque cercano, permitiendo que la familia huyera. Yarden le pasó a Alon a su hija Geffen, sabiendo que él correría más rápido. El padre y la hija se escondieron en una zanja durante casi nueve horas hasta que pasó el peligro.
Yarden, todavía en pijama, corrió también hasta caer al suelo. Los terroristas pronto la dscubrieron y se la llevaron a Gaza.
“Me hice la muerta, pero contener la respiración era casi imposible”, dijo en la entrevista. “Entonces dijeron: ‘Ella no está muerta. No hay sangre’. Me jalaron de los brazos y me arrastraron de regreso al auto”.
Mientras la arrastraban, la pijama que llevaba se atoró en el suelo y empezó a desprenderse. Recordando el momento como “uno de los más aterradores”, temió que la violaran.
Yarden indicó que sus secuestradores estaban enfocados en llevarla a Gaza, donde fue exhibida por las calles como trofeo ante multitudes que la vitoreaban.
En Gaza fue retenida en una casa y le dieron un hiyab que cubría la mayor parte de su cuerpo: “Fue mi única protección”, dijo.
Bajo la constante vigilancia de guardias hombres, Yarden temía constantemente que fuera violada. “No puedes oponerte a nada. Puede costarte la vida”.
Con los incesantes bombardeos israelíes, también tenía miedo de morir en un ataque aéreo.
Tres semanas después de su secuestro, Yarden escuchó en la radio que un primo de Alon se refería a ella y a su cuñada Carmel como rehenes. Entonces dedujo que Alon y su hija Geffen se habían salvado.
Mientras tanto, en Israel, Alon se dedicó por completo al esfuerzo de liberar a su esposa y su hermana del cautiverio de Hamás, y apenas se tomó el tiempo de llorar por su madre asesinada.
“Estaba desconectado emocionalmente y creo que todavía lo estoy”, dijo en la entrevista. Juntó con su familia estableció una “sala de guerra” y viajó a Washington en busca de ayuda.
En la última semana de noviembre, como parte de un acuerdo mediado por Catar, Israel cesó temporalmente sus ataques en Gaza y acordó un intercambio de prisioneros, liberando a 240 presos palestinos a cambio de 105 mujeres y niños mantenidos como rehenes por Hamás.
Durante seis días, Israel liberó a los prisioneros y recibió una lista de rehenes que serían liberados al día siguiente. Gili Roman, hermano de Yarden, describió el proceso como un “reality show retorcido”.
Yarden fue liberada el 29 de noviembre, dos días antes de que Hamás violara el acuerdo y se reanudaran los combates.
Dijo que sus guardias le insistieron que pareciera feliz por su liberación.
“Me preguntaron por qué no estoy contenta. Casi lo exigieron. ‘Ponte contenta, ponte contenta ya. Te vas a casa'”, dijo.
Se negó a decir si la habían drogado como a otros rehenes.
“No quiero ir allá”, dijo.
Alon comentó que despertó a su hija a las 2 a.m. para contarle que liberaban a Yarden. “La desperté y le dije: ‘Encontramos a mam’. Encontramos a mami y va a regresar'”.
Yarden señaló que ahora forma parte de la “sala de guerra familiar”, que lucha por la libertad de los 129 rehenes que se cree que todavía están retenidos en Gaza, incluida la hermana de Alon.
“Mi cuñada Carmel y muchos otros rehenes todavía están en Gaza. Eso está mal y tenemos que ponerle fin. Y si podemos hacer algo para ayudar, lo haremos”.
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