“Para sobrevivir, algunos se escondieron debajo de gente muerta, se echaron su sangre encima”: Daniel Zajarías, médico mexicano israelí

Daniel Zajarías es un joven médico mexicano que dirige el departamento de urgencias de un importante hospital de Tel Aviv. Como testigo de los estragos de la guerra, ha venido a México para contar su historia, la que muchos medios prefieren no contar porque implicaría asumir que el actual conflicto en Gaza comenzó con actos inimaginables de crueldad contra judíos, solo por ser judíos. 

“Los primeros días fueron muy difíciles”, dice el doctor Daniel Zajarías como si estuviera recordando tiempos remotos y, de cierta manera, lo son, porque para él, como para el resto de los israelíes, el 7 de octubre de 2024 fue el comienzo de una nueva era. Ese día marcó una línea divisoria histórica que separa la edad de la inocencia de la realidad más cruenta.

Sí, incluso para un país que ya desde su formación tuvo que enfrentar guerras y atentados terroristas que se cobraron la vida de decenas de miles de sus ciudadanos, los eventos del 7 de octubre revelaron la verdadera dimensión de la crueldad humana. A Zajarías le consta porque a sus manos llegaron los supervivientes cargados de historias. Algunas, impronunciables. Otras, narradas por la sangre, por las esquirlas de aquel horror enterradas en la propia carne.

Zajarías, mexicano de nacimiento e israelí por adopción, es el director clínico de urgencias en el Tel Aviv Sourasky Medical Center – Ichilov, uno de los departamentos de emergencia más grandes del mundo, y se encuentra de visita en México para contar la historia que la gran mayoría de los medios de comunicación no quiere contar: la versión israelí de la guerra que comenzó aquel 7 de octubre, hace ya tanto, tanto tiempo.

“Los primeros días llegaron muchos, muchos heridos, con heridas no leves. O sea, estamos hablando de gente con todavía balas dentro del cuerpo, en algún lugar (…), heridas significativas que requirieron de hospitalización, de múltiples cirugías, rehabilitación…

“Muchos de ellos ni sabían las heridas que tenían

Envueltos en el sopor del trauma, muchos heridos solicitaban atención porque habían recibido un balazo en el pie pero, al ser sometidos al escrutinio de los aparatos, los cuerpos médicos encontraban balas alojadas en el hombro, en la pierna o en alguna otra parte del cuerpo.

Venían con la adrenalina, con el sufrimiento tanto psicológico como físico, que pasaron, que no sabían ni qué tan heridos estaban y nos platicaban… Es inimaginable lo que nos decían, cómo se escondieron (…) debajo de gente muerta para que (los terroristas) piensen que ellos también estaban muertos. Se echaban la sangre de los muertos de alrededor encima…”

Como apunto el médico, muchos otros siguieron esa estrategia de supervivencia pero sucumbieron cuando, por ejemplo, los terroristas les prendieron fuego, los mutilaron o les dispararon. Algunos cuerpos inertes fueron arrastrados hasta Gaza, donde multitudes de civiles continuaron profanándolos, escupiéndoles y golpeándolos. Las escenas fueron grabadas por los propios militantes de Hamás.

También están “los que murieron dentro de los coches. (Los terroristas) prendían los coches como si fueran bombas molotov, y unas cosas realmente inimaginables. O sea, ni en las peores películas se les hubiera ocurrido tal bestialidad, porque eso es de la forma que se puede definir, y (los supervivientes) nos contaron cómo perdieron amigos en el concierto, como amigos que estaban corriendo y nada más veían como los amigos iban cayéndose a sus lados”.

Algunos de los pacientes que llegaron a la sala de urgencias no presentaban heridas serias, pero eran víctimas del famoso Trastorno de Estrés Postraumático. “Unos de los doctores que estuvieron más ocupados en esos primeros días fueron los psiquiatras. O sea, nos llegaba mucha gente al hospital y nosotros tenemos que darnos cuenta que el problema era un problema psiquiátrico, que necesitaba de atención de expertos”.

Convertir el estacionamiento en refugio y hospital

Israel está preparado para la guerra. No siempre se ha mostrado listo para evitarla pero, cuando esta llega, civiles, militares y reservistas saben cómo actuar. El hospital en el que Zajarías presta sus servicios no es la excepción, y a lo largo del presente conflicto contra Hamás ha hecho gala de la creatividad y la sofisticación que caracterizan a Israel como potencia innovadora.

Según nos cuenta el urgenciólogo, conforme los días fueron transcurriendo desde el 7 de octubre, el número de heridos que llegaba al hospital comenzó a disminuir. Sin embargo, el lanzamiento de cohetes desde Gaza continuó.

“Yo me acuerdo, trabajando en el hospital, cada hora sonaban las alarmas. Esto es en Tel Aviv. Ni en la zona circundante a Gaza. Esto ya es en Tel Aviv, que son, digamos, unos 50, 70 kilómetros lejos de Gaza, y todo el tiempo… Nuestro departamento de urgencias es seguro. Está bajo tierra. Está en el piso -1. Todas las paredes son de concreto reforzado”.

Pero el resto del hospital se encuentra expuesto al potencial impacto de un misil o un cohete con potencial destructivo. Por eso, “muchas partes del hospital se movieron al estacionamiento, que se puede convertir en un área de hospitalización. Los estacionamientos de muchos hospitales en Israel tienen en el estacionamiento, en las paredes del estacionamiento, ya listo…

“Se quita un muro falso y atrás de ese muro falso están todas las tomas de oxígeno, de electricidad para los monitores. Todo ya está listo. Entonces muchos, muchas partes del hospital se bajaron al estacionamiento para poder empezar a entrenar y ver si cuando haya la necesidad realmente de bajar todo el hospital a las áreas seguras, que tarde menos”.

Los médicos como Zajarías están bien entrenados para enfrentar este tipo de contingencias, pero los pacientes y los visitantes no necesariamente saben qué áreas son seguras. Cuando suenan las sirenas, “nosotros estamos corriendo de un lado al otro diciéndole a la gente, cada vez que había una alarma,  ‘Esta es la zona segura’, ‘esta zona no es segura’. ‘Por favor, váyanse’.”

Y como en Israel las alarmas no son nuevas, cada vez que sonaban, Zajarías y los otros médicos sabían lo estaba por ocurrir. “le decía a los residentes y a los otros médicos: ‘tómense ahorita diez o 15 minutos para tomar café, porque en media hora van a llegar todas las personas que corrieron de sus casas a tratar de llegar a los cuartos seguros, bajando escaleras, tropezándose. Fracturas, obviamente en los tobillos, heridas en la cabeza y unos seriamente. Esos son los que no contamos como heridos de guerra pero son heridos de guerra“.

Desde el 7 de octubre, los hospitales israelíes han presentado ocupación plena. Zajarías hace la analogía con la pandemia de covid-19. Muchas personas que sufrían enfermedades diversas no pudieron recibir atención oportunamente, o aplazaron la decisión de buscarla para no acudir a los hospitales llenos y, cuando al fin lo hicieron, era demasiado tarde.

Además, los hospitales están comenzando a sufrir desabasto de insumos, puesto que las importaciones no pueden realizarse con la agilidad debida, mientras que los productos fabricados en Israel enfrentan el problema de una mano de obra disminuida, ante el enorme número de trabajadores que se encuentran en la reserva del ejército y que han sido llamados al frente.

Los soldados heridos

Los primeros días después del atentado, Zajarías y su equipo, como los de otros hospitales, recibieron a los heridos, a los supervivientes de la masacre perpetrada por Hamás en el sur de Israel. Luego comenzaron a llegar los soldados de las FDI que, conforme las operaciones de incursión terrestre comenzaron a avanzar hacia Gaza, fueron requiriendo de los servicios de urgencias.

Se trata de los heridos más graves. “Los mismos soldados tienen sus médicos. O sea, los médicos son los primeros. La gente que está en primeros auxilios de combate en la guerra; hay paramédicos y tienen sus propias ambulancias dentro de Gaza. Recogen a los heridos y los sacan de Gaza de la frontera, para llegar a unos unos campamentos médicos en donde hay doctores.

“Pueden dar tratamiento primario y después transportarlos de ahí por tierra a los hospitales cercanos. Esa es una opción. La otra opción, que es la que nosotros recibimos más, es por medio de la Unidad de Rescate Aéreo del Ejército, en donde llegan con helicópteros, muchas veces bajo fuego, a rescatar a soldados heridos. Estos helicópteros llegan, tienen doctores, paramédicos, toman a los soldados heridos. Deciden cuáles pueden ir por tierra y cuales se tienen que llevar inmediatamente en helicóptero”.

El el aire, reciben tratamiento primario y, según su condición, “se decide a qué hospitales ir, de acuerdo a qué hospital puede recibir en ese momento, qué tal es la urgencia, y muchas veces no solamente depende de eso, depende de qué hospital tiene la capacidad de tratar estas heridas más complicadas.

“O sea, tienen que ser hospitales que tienen departamentos de neurocirugía, que es muy, muy importante cuando se sospecha que hay heridas alrededor de la cabeza, que pudiera ser que haya un una bala o un pedazo de metal que haya entrado al cráneo, que tengan también cirugía vascular, porque obviamente cuando entran todos estos pedazos de metal que usan en estas bombas improvisadas y entran, tienen el peligro de dañar venas y arterias”.

El Ichilov cuenta con uno de los departamentos de urgencias más grandes del mundo, y también con uno de los sistemas más eficientes de evaluación y diagnóstico para intervención en casos en los que el tiempo es el principal enemigo contra el que luchar.

“Tenemos un equipo multidisciplinario, que ayudamos a coordinar la recepción de los pacientes y hacer las cosas primarias que se requieren para salvar sus vidas en caso de que estén en estado grave, ya sea transfusiones masivas de sangre, parar sangrados, hacerles intubación porque tienen compromiso de sus vías aéreas y no pueden respirar por sí solos.

“Todo esto empezamos nosotros haciendo. Tenemos a los cirujanos de trauma que son cirujanos especializados en el tratamiento de trauma avanzado. Ellos empiezan a hacer tanto en el cuarto de urgencias, en el cuarto de trauma de urgencias, empiezan ya a hacer ciertos procedimientos quirúrgicos. De ser necesario, coordinan con el quirófano para llevar al paciente directamente a quirófano.

“Si está en un estado grave, que requiere de hacer una operación para ver cuál es el problema, se llaman operaciones exploratorias con intención de tratamiento. Que quiere decir abrir básicamente el cuerpo en general y buscar en dónde está el sangrado, en dónde están las balas, en dónde está el problema y tratarlo cuando el paciente no está tan grave.

Entonces, si hay tiempo de llevarlo a tomografía, hacerle un scan de cabeza a pies, ver cómo está todo el cuerpo y ya regresan al cuarto de urgencias, al cuarto de trauma, para que lleguen los ortopedistas, cirujanos plásticos, cirujanos vasculares, todos. O sea, este equipo multidisciplinario llega a tratar a los pacientes y definir qué es lo que se necesita hacer ahorita (…).

“Y después, a los días siguientes, ya cuando empieza a haber un poco de recuperación, se revisa esa cirugía para tratar ya sea fracturas y que quede lo mejor posible, reparar cicatrices, reparar ciertas cosas si no se completó algo o hay una infección, sacar eso también. Lo que hemos visto en Gaza es de que las infecciones que estamos viendo son infecciones muy raras. Estamos viendo muchas infecciones por hongos“.

En Gaza, las condiciones higiénicas son deplorables.

“Los mismos tubos que llegaban, que se importaban a Gaza para construir el sistema de desagüe, se utilizaban esos tubos para hacer cohetes. Entonces podemos ver en las fábricas —ahorita hay muchas fotos— que hay fábricas en donde están todos esos tubos que están, o sea llegan y sabemos que son tubos específicamente para hacer plomería, se utilizan para hacer cohetes, mucho del concreto que se importó para hacer construcciones, ya sea hospitales, escuelas, etcétera se utilizó para reforzar los túneles.

“Entonces, hasta vemos, por ejemplo, costales de comida, de arroz en los túneles, porque el arroz absorbe la humedad. Entonces, en vez de darle este arroz a a la gente de Gaza que lo necesita, que está muriendo de hambre, Hamás está tomando este arroz para utilizarlo en sus túneles para protegerse de la humedad. Y bueno, regresando a las infecciones, pues todo esto conlleva a que hayan bacterias que normalmente vemos en agua de desagüe, en plantas de tratamiento de agua, las vemos en todos lados, cualquier charco puede tener bacterias impresionantes.

“Los hongos, dentro de los túneles, si bajan a los túneles hay muchos hongos que pueden entrar, ya sea a los pulmones, a las heridas. Digo, estos soldados muchas veces ni saben que tienen heridas, han llegado pacientes que los liberan del ejército, o sea, son reservistas, los liberan unos cuantos días para regresar a sus casas y descansar antes de regresar. Y unas veces llegan y de repente empiezan a tener dolores y vienen a vernos a urgencias.

“Y dice, ‘es que tengo aquí un poquito de dolor, quería checar que no es nada’ y de repente tienes cinco fracturas en las costillas. ¿Cómo no te das cuenta? La adrenalina. O sea, no te da tiempo ni de darte cuenta que estás lesionado y entonces obviamente los que tienen cortadas porque hubo una explosión tienen una rajada en la piel. Eso es un riesgo para infecciones”.

Los rehenes liberados

Aunque no han llegado a las manos de Zajarías, muchos de los rehenes liberados por Hamás han terminado en el hospital donde trabaja, luego de ser evaluados por la Cruz Roja y de recibir los primeros tratamientos en los hospitales de campo del ejército.

“Nosotros recibimos una gran cantidad, en parte porque tenemos un centro de rehabilitación muy grande. Entonces, uno de los departamentos de hospitalización se cerró para poder recibir a los rehenes. También tenemos que pensar mucho del daño psicológico que tuvieron. Entonces, no queremos que entren a urgencias como cualquier otra persona y que la gente los vea. Que haya cámaras, que mucha gente quiera ver quiénes son los rehenes.

“Queremos darles un tratamiento VIP, de cierta manera, en donde pueden llegar directamente a una cama de hospitalización. En donde están en un ambiente calmado, con poca gente que lo está recibiendo. Haciéndoles todas las evaluaciones necesarias, tanto pruebas de sangre, scans, lo que sea necesario y darles el tratamiento.

Muchos de los rehenes fueron dados de alta al día siguiente, pues no presentaban lesiones ni problemas médicos. Otros, principalmente personas mayores, requirieron intervenciones más acuciosas, pues por mucho tiempo no recibieron sus medicinas ni la debida supervisión médica  que sus diversas condiciones requerían.

Zajarías piensa que hay rehenes en tan mal estado que Hamás no libera porque se encuentran “en un estado tan grave que se vería muy mal para su campaña de publicidad soltar un rehén que esté en un estado tan grave. Y creemos, desafortunadamente, que muchos rehenes han muerto por complicaciones de sus enfermedades, que no han recibido tratamiento”.

También hay rehenes que sufrieron heridas en el ataque inicial y, pese a ello, fueron llevados a Gaza. “¡Qué tratamiento médico se les pudo haber dado ahí! Sabemos que el tratamiento médico que pueden dar ellos no es el tratamiento adecuado. Como decía, muchas infecciones. ¡Qué tanto pudieron ellos recibir antibióticos! Si requirieron de alguna cirugía, una reparación, anestesia, o sea, el dolor, ¡cómo ellos pudieron haber tratado el dolor!”

Entre las pruebas realizadas a las rehenes mujeres que fueron liberadas se encuentran las de embarazo y de detección de infecciones de transmisión sexual, pues aunque no todas lo hicieron del conocimiento del cuerpo médico, se sabe que muchas sufrieron abusos sexuales durante su cautiverio.

Lo mismo ocurrió, según Zajarías, con los sobrevivientes de la masacre del 7 de octubre.

“Obviamente tenemos a los trabajadores sociales que llegan a apoyar. Saben perfectamente cómo hablar con los pacientes para que puedan dar la información necesaria, porque muchas veces, después de un acto de violencia sexual, los pacientes no quieren hablar de esto. Y digo los pacientes y las pacientes porque sabemos que hubo violencia de acto sexual en ambos sexos“.

Finalmente, Zajarías admite que el sistema de hospitales de Israel se encuentra rebasado. “Nos hemos adaptado muy bien, pero estamos muy rebasados y el problema es porque estamos tratando tanto a los pacientes militares como a los pacientes civiles.

“Al principio, mucha gente no quiso llegar al hospital. Nos pasó que en las primeras dos semanas después del 7 de octubre no llegaba nadie al hospital. Obviamente, cada diez minutos había sirenas. La gente no quería salir de sus casas, no había coches en la calle, no había trenes. O sea, yo tenía que manejar al hospital todos los días.

Estuvimos con muy poca gente en el hospital y obviamente la mitad de nuestros médicos se los llevó el ejército. Al principio estábamos bien, pero ahora ya regresamos a esta nueva normalidad en donde la gente ya sale sus casas, va a trabajar, hay trenes, hay coches, hay accidentes de tráfico, accidentes de bicicleta, personas que salen de sus casas y se tropiezan. Todo. Y la gente que se complicó también en ese primer mes”.

La temporada invernal trae consigo una nueva ola de covid y otras enfermedades respiratorias como la influenza. “Todos estos virus que regresan cada invierno, y nuestro hospital tiene un sistema en el que todos los inviernos abrimos otra ala de hospitalización para ocuparnos de esta ola de pacientes que vemos cada invierno”, sin embargo, esta ala “está cerrada porque es la ala para los soldados. Entonces, de esta manera tenemos menos lugares de hospitalización.

“Los pacientes tienen que esperar más tiempo en urgencias para ser hospitalizados. Eso implica que tenemos que tener pacientes hospitalizados en urgencias cierto tiempo, tratándolos, dándoles el mismo tratamiento que tendrían en hospitalización y tratar a todos los pacientes nuevos que entran. Entonces, obviamente tenemos mucha dificultad.

“Afortunadamente tuvimos la ayuda de un grupo de médicos americanos de urgencias que vinieron en diferentes partes, como relevos, a ayudarnos un poco, judíos la mayoría. Hay mucha gente que quiere ayudar, que también no son judíos. Y nos han verdaderamente echado la mano. También nos han ayudado porque regresan a Estados Unidos y le dicen a su comunidad cuáles son las necesidades.

“Hemos tenido, afortunadamente, donaciones de equipo que no tenemos suficiente equipo o que nuestro equipo ya está viejo. Tenemos equipo que hemos utilizado de tal manera que pensamos que ese equipo nos duraría 3 a 5 años, pero como hemos tenido que utilizarlo tanto en estos últimos meses se ha deteriorado.

“Necesitamos equipo nuevo, necesitamos material nuevo. Se rebasó el sistema, Hay hospitales que han tenido que cerrar sus puertas a ambulancias. Es decir ‘¿sabes qué?, que no tenemos capacidad. Busquen otro hospital porque no los podemos recibir ahorita’. Entonces, tenemos que recibir unas veces, como somos un centro médico muy grande, nosotros tenemos que recibir todos estos pacientes y desafortunadamente han habido colas para entrar al hospital y ser visto por un médico.

“Estamos tratando de adaptarnos y utilizar protocolos que hemos visto. Muchos de nosotros nos hemos entrenado en diferentes lugares y hemos visto diferentes formas de tratar con estos incidentes en donde tenemos demasiados pacientes y no tenemos suficientes recursos humanos o recursos materiales para tratar con eso, entonces estamos haciendo lo que podemos.

“Unas veces hasta las camas las llevamos de un lado al otro todo el tiempo, que eventualmente la llanta de la cama se rompe. Entonces tenemos una cama menos. Es impresionante cómo ves el desgaste del sistema. Porque hay tanta necesidad del sistema de salud ahorita y obviamente ahorita en el gobierno la mayoría del dinero se va al Ejército“.

Pese a la situación, Zajarías es optimista, aunque también es muy crítico con el gobierno de Netanyahu.  “Afortunadamente Israel y el israelí tienen mucho callo. Ha pasado, en sus menos de 100 años de vida, por tantas guerras, por tantas dificultades, que yo creo que Israel tiene la capacidad de recuperarse de casi todo.

“Sí, creo que llegamos a una crisis existencial en este momento, no solamente por esta guerra y por cómo esta guerra se puede complicar, no solamente de forma regional, pero de forma mundial, pero también por existir como Israel, como concepto. Este gobierno que tenemos ahorita, con Netanyahu al frente, ha sido un gobierno muy difícil para la gente secular, para la gente que trabaja en el ambiente civil, porque mucho dinero fue desviado a las comunidades ortodoxas que desafortunadamente no contribuyen de forma económica.

“Entonces, Israel ha sufrido económicamente mucho en los últimos dos años. En términos a la democracia es cierto, la democracia en Israel está en peligro. Está en peligro porque el sistema de Israel es un parlamento que al mismo tiempo es el gobierno y tenemos a la Suprema Corte. Y Netanyahu, obviamente por motivos personales, está tratando de quitarle poder a la Suprema Corte para concentrar el poder en sus manos y dentro del gobierno para no perder.

“No puedo decir que es una dictadura, pero sí es una manera de controlar la democracia para su propio beneficio. Y como, como pudiste ver, antes de esta guerra, todos los sábados había demostraciones. O sea, la gente en Israel quiere cambio, quiere preservar la democracia, quiere preservar los derechos humanos dentro de Israel, de todas.

“O sea, no importa la religión, no importa de dónde vienen. Si nació en Israel o nació en otro lugar, la gente —y yo creo que es la mayoría—, particularmente la gente secular, queremos todos tener los mismos beneficios, los mismos derechos, sean los que sean. Derecho a felicidad, el derecho a salud, el derecho a poder hacer nuestros negocios, el derecho a comprar nuestra casa y este gobierno lo está poniendo en peligro.

“Entonces, esa es la primera crisis existencial que tiene Israel. Encima de eso pone esta guerra, que es una guerra existencial en donde desde hace muchos años no había un ejército o alguna fuerza que entraba al territorio israelí y atacaba. O sea, fue la mayor masacre de judíos desde el Holocausto. O sea, en un día murieron más de 1,400 personas. Es un número que es difícil de entender (…).

Yo creo que esto va a hacer muchos cambios en Israel. Espero que cambios buenos. Obviamente, después de algo tan horrible, esperemos que haya una luz, que esto nos pueda juntar un poco más para poder resolver nuestras diferencias y tener de nuevo un gobierno que realmente tiene el beneficio de los ciudadanos en común como prioridad y no el beneficio de estas personas en la política“.

 

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