No pocos factores multiplican las dificultades y dilemas que hoy abruman a nuestro país, y, en particular, a su presente gobierno.
Uno de los más importantes es la indispensable movilización militar de los jóvenes religiosos ortodoxos que hasta aquí han incumplido el compromiso que David Ben Gurión acordó con este sector en los primeros años del
Estado.
Con cálculos políticos y con el propósito de ampliar el acervo de las fuentes tradicionales del judaísmo se decidió entonces que 400 jóvenes estudiosos de ellas serían eximidos anualmente del servicio militar. Los demás deberían cumplirlo al igual que el resto de la población judía.
Un acuerdo que nunca fue respetado por el sector rabínico. Las jóvenes en este sector jamás fueron movilizadas en tanto que la mayoría de los varones se limitó a una presentación formal de pocas horas en los centros de movilización militar.
Desde entonces, el sector religioso ortodoxo creció a un ritmo del 4 por ciento, y hoy ya constituye el 17 por ciento de la población israelí. Hoy se estima que 62 mil jóvenes del sector religioso eluden anualmente el servicio militar, porción importante de los 350 mil que en el presente sirven activamente tanto en la frontera oeste con Gaza como en el norte del país.
Este cuadro tiene representantes en el gobierno actual. La mitad de sus miembros apenas conoció alguna experiencia militar. Se destacan entre ellos el actual ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir y el ministro de Finanzas Bezalel Smotrich. Este apenas sirvió un breve periodo (ocho meses de los 30 obligatorios) a la edad de 27, y el primero jamás vistió alguna prenda militar.
El tema hoy tiene filosa actualidad cuando el gobierno de Netanyahu se inclina a extender el servicio militar obligatorio a 36 meses y a formalmente obligar al sector ortodoxo a formar parte del mismo.
La oposición de sus representantes en el gobierno es firme. Circunstancia que pone en severo peligro su estabilidad.
Los sectores judíos ortodoxos abiertamente declaran que si el gobierno impone la movilización militar, sus jóvenes abandonarán de inmediato el país.
Advertencia que Bibi no puede eludir al tiempo que se torna indispensable asegurar la defensa de las fronteras.
Opino que si el presente gobierno se rinde a esta amenaza y al mismo tiempo amplía la obligación del servicio militar, amplios sectores de la población israelí considerarán legítimo que sus hijos adolescentes abandonen Israel con el propósito de anticipar estudios universitarios o labores en el extranjero.
Constelación inquietante susceptible de conducir a nuestro país a una grave situación no solo en sus fronteras. Una filosa crisis abrumará entonces a nuestro país.
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