“No imagines que de entre los judíos tu alma será salvada en la casa del rey […] La salvación llegará de otra parte, pero tú y la casa de tu padre perecerán” se lo dice Mordejai a Esther pidiéndole que interceda con el rey Asuero en pos de los judíos del imperio persa. Esa historia es una de las más especiales que aparecen en el Tanaj, es el único libro cuya narración sucede por completo en la diáspora y que en todo el texto no se menciona ni una vez el nombre de D-os. Nos enseña a ver los milagros que nos rodean de forma natural. El Libro de Esther y Purim, la festividad que lo acompaña, son por excelencia el texto que expone el manejo del mundo por D-os a través de Su ocultamiento y a través de los detalles; son los que mejor retratan la situación que vive todo judío en la diáspora, podría decirse el texto judío de la modernidad.
Toda la historia y las reflexiones giran en torno a la supervivencia del pueblo judío, bajo la amenaza inminente de un genocidio. El rey Asuero, por influencia de su consejero Hamán, ha decretado el exterminio de todos los judíos en su reino. Sin embargo, antes de que el decreto se cumpla ocurren ciertos eventos que cambian el parecer del rey y que lo llevan a generar una situación radicalmente distinta. De tal forma, que el día que iba ser de luto se convierte en un día de celebración para los judíos. El día en que iban a ser exterminados, fue el día en que sus enemigos perecieron. Hasta la fecha ese día lo conocemos como Purim. No sólo celebramos la sobrevivencia del pueblo judío en ese momento sino a lo largo de toda nuestra historia y nos reconocemos como el testimonio vivo de un milagro. Es un milagro que después de más de 2,000 años de exilio, de pogromos, de persecución y miseria el judío y el judaísmo sigan existiendo.
Nuestra existencia es algo tan básico, que a veces se nos olvida la belleza de la misma. Purim es el momento para celebrar estar vivos, para unirnos como comunidad, aceptar o definir nuestra identidad, nuestra historia y celebrarla con toda la alegría y con todo el placer que ello conlleva. Es una festividad donde explícitamente se nos pide alegrarnos y celebrar con felicidad extrema. Los siguientes son tan sólo algunos de los aprendizajes que obtenemos de ella que obtenemos en este proceso de crecimiento.
La sobrevivencia y la unidad
Hay cuatro mitzvot (mandamientos o tradiciones) que definen el cáracter de Purim dos de ellas están relacionadas con el crear unidad al interior de la comunidad, son las siguientes: matanot levoanim, que implica dar dinero a integrantes de la comunidad que se encuentran en necesidad, y mishloaj manot, regalos que damos en este día. Las dos se dirigen a la idea de la unidad, ambas son formas de subsanar roces y nos recuerdan la importancia de vernos los unos a los otros, de cuidarnos, de actuar como comunidad. Purim además sitúa la unidad como una parte importante de la sobrevivencia, el apoyo y la existencia en conjunto.
El desarrollo de la individualidad en Purim
Otro de los aspectos muy bellos tanto del libro de Esther como de la festividad es el énfasis que se hace en el desarrollo individual de la persona. Si bien Purim es una festividad nacional como toda festividad judía también incluye el desarrollo personal al que se empuja a la persona a participar. Parte de ello es tanto el conocimiento de uno mismo como el reconocimiento de nuestra individualidad. La respuesta que da Mordejai a Esther, el recordarle tanto la casa de su padre como la posición política que juega en ese momento alude al rol tan especial que tenía Esther en esta historia. Tradicionalmente se nos enseña que esa respuesta habla del rol único que tenemos dentro del mundo.
Esto necesariamente está ligado a un desarrollo pleno de nuestra personalidad, si no nos tenemos a nosotros mismos realmente ¿qué es lo que podemos dar? Las otras dos mitzvot de Purim son la lectura de la meguila, es decir la lectura del Libro de Esther, y seudat Purim, la comida festiva de Purim. En la lectura y el análisis del texto es realmente que encontramos todas las enseñanzas que la festividad nos trasmite, mientras que la comida festiva es donde realmente se ponen en practica, es donde se convive con las demás personas y se explora individualmente, pues parte de la comida es tomar alcohol y se ha vuelto costumbre disfrazarse durante la misma.
El alcohol lleva a la persona a conocerse a relajar las reglas sociales que lo rodean y a entender con mayor profundidad tanto sus deseos como su personalidad. El alcohol puede ser algo muy nocivo en las manos equivocadas, pero cuando se bebe como una forma de gozo y de exploración la situación cambia radicalmente y la comida se convierte en una forma nueva de autoconocimiento.
El cuerpo
Se nos dice que así como Haman quería destruirnos con el cuerpo, en Purim celebramos con nuestro cuerpo. Hay algo muy bello de la narración de la meguila que incluye distintas formas de de hacer banquetes y distintas formas de relacionarse con el cuerpo, tanto a través de la bebida y la comida, como de la desnudez. A través de los disfraces y a través de la comida Purim también nos ofrece un nuevo encuentro con nuestro cuerpo.
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