Miles de personas exigieron en Tel Aviv la liberación de los rehenes en manos de Hamás, e invocaron la historia de Purim como un llamado a la unidad nacional y la responsabilidad de traerlos a casa, informó Haaretz.
Tamar Tzohar, abuela del rehén Omer Neutra, habló de la Meguilá, la historia de Purim, leída cada año. “Amán quiere destruir al pueblo judío. Mordejai le expone el plan a Esther y le dice: ‘solo tú puedes ayudar’. Esther dice que reunamos a los judíos para que ayunen con ella”.
Señaló que el milagro de Purim fue que el destino de los judíos se revirtió. “Cuando estamos unidos, cuando nos unimos para hacer algo, podemos tener éxito. Oramos para que Purim nos traiga el cambio que tanto necesitamos”.
El exministro de Ciencia y Tecnología, Izhar Shay, quien perdió a su hijo Yaron Uri Shay en combate contra los terroristas de Hamás el 7 de octubre, hizo referencia a las negociaciones para un acuerdo de liberación de rehenes.
“Estoy aquí hoy para fortalecer las manos del Primer Ministro y de los ministros del Gabinete de Guerra mientras toman decisiones demasiado difíciles de soportar: ustedes tienen el derecho moral y el deber de liderazgo de pagar el precio requerido para traerlos a casa”.
Recientemente, Shay afirmó en X que Israel debe liberar a tantos palestinos como sea necesario para recuperar a los rehenes, incluso si eso significa potencialmente liberar al asesino de su hijo.
Nadav, quien su padre Lior Rudaeff, de 61 años, continúa como rehén en Gaza, recordó la fiesta de Purim en el kibutz como una gran celebración. “El tiempo se ha acabado, y para ellos, el tiempo de continuar se está acabando… Me pregunto, ¿cómo puedo seguir sonriendo si ellos no están aquí?”
“No hemos oído nada de papá desde el 7 de octubre. Necesitamos un acuerdo, necesitamos a todos aquí para que podamos empezar a recuperarnos”, enfatizó.
Adina Moshé, liberada del cautiverio de Hamás, también se dirigió a la multitud “Mis amigos todavía están allí. Son muy viejos y están muy enfermos, no tienen medicinas”, dijo entre lágrimas. “Los niños que cuidé toda su vida en el Kibutz Nir Oz todavía están allí. [Yarden] Bibas todavía está allí, y cree que su esposa e hijos están muertos…”
“¡Esta indiferencia debe terminar! ¡Estuve allí [en Gaza] y es terrible!”, gritó. “No me importa quién esté en el poder. Esta bandera no es mía, y este país no es mío. Incluso Hamás estaba seguro de que es lo que Israel haría, ¿verdad? Se sorprendieron, pero ¿qué pasa con nosotros, con los que están ahí? ¿Qué pasa con el asesinato de mi querido esposo? Nada. Indiferencia. ¿Esto es posible? ¿En el sagrado Estado de Israel? Dios no lo quiera”.
“Esas cosas son inaceptables, no en nuestro judaísmo”, concluyó.
El rabino David Stac, jefe de la Organización Rabínica Tzohar, dirigió una lectura de la Meguilá. “Esta noche recordamos la súplica de Esther: ‘Ayuna por mí también, no me olvides, yo también estoy cautiva'”.
La manifestación concluyó con el Hatikvah, el himno nacional de Israel.
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