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jueves 21 de noviembre de 2024

Salva libros en yiddish para poder leerlos

Aaron Lansky era un joven estudiante de posgrado en Montreal a fines de la década de 1970 cuando tuvo una revelación.

Había estado tomando cursos de literatura yiddish en la Universidad McGill, pero tenía dificultades para encontrar los libros que necesitaba. En ocasiones, dependía de vecinos de edad avanzada de la vibrante comunidad judía de Montreal, quienes agradecían la oportunidad de charlar con un joven visitante antes de entregar sus libros.

Cayó en cuenta de que esas bibliotecas caseras eran recursos en peligro de extinción: las generaciones de inmigrantes de habla yiddish que acudieron en masa a Estados Unidos y Canadá a partir de la década de 1880 para escapar de los pogromos y la pobreza estaban desapareciendo, y la mayoría de sus hijos y nietos no hablaba o leía bien el yiddish.

Como resultado, bibliotecas enteras llenas de obras de escritores como Sholem Aleichem e I.L. Peretz -así como textos de ciencia e historia, traducciones de clásicos como Shakespeare, e incluso libros de cocina y manuales de sexo- estaban terminando en la basura y en sótanos.

Lansky, que entonces tenía 24 años, se embarcó en una misión: “Salvar los libros en yiddish del mundo antes de que sea demasiado tarde”, escribió en sus memorias del 2004, “Outwitting History”. Reclutó a voluntarios y recolectó cajas de cartón de veintenas de hogares, escuelas y sinagogas en todo Estados Unidos.

Lansky terminó por reunir 1.5 millones de libros en yiddish -lo que evolucionó en el Centro del Libro Yiddish en Amherst, Massachusetts, una de las principales instituciones culturales judías de Estados Unidos. Con su misión casi completa, Lansky, de 68 años, anunció el mes pasado que se jubilará en junio del 2025 como presidente del centro.

En parte museo, en parte biblioteca y en parte librería, el centro tiene su sede en el campus de Hampshire College. La colección de libros, junto con las bibliotecas yiddish del Instituto YIVO de Investigación Judía, la Biblioteca Pública de Nueva York y la Biblioteca Nacional de Israel, se ha estado digitalizando para que cualquiera pueda encontrar un libro en su sitio web. Hasta ahora, 11 mil títulos de la colección del centro han provocado 5 millones de descargas.

El centro también ha hecho mucho para apuntalar al idioma yiddish. Ha distribuido duplicados de su colección a bibliotecas y museos de todo el mundo y ha encargado traducciones de libros yiddish al inglés.

Lansky dijo que finalmente tendrá “tiempo para leer algunos de los libros que hemos estado salvando”, y agregó que sus mejores recuerdos son de las personas que entregaron sus libros, encantadas de que alguien les hubiera encontrado un hogar.

Con información de Reforma

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