Biden presiona a Netanyahu para que evite una represalia contra Irán y le pide conformarse con el derribo de drones y cohetes. Si Netanyahu no lo hace, Hezbolá desatará sus fuerzas y se unirá a una guerra abierta.
El extenso ataque de Irán contra Israel, con cientos de drones, misiles de crucero y balísticos, terminó en las primeras horas de la media noche del sábado con daños mínimos, gracias a las capacidades operativas de la Fuerza Aérea de Israel en colaboración con Estados Unidos y otros aliados en Medio Oriente y Europa.
Israel, que disfruta de un raro momento de apoyo internacional, ahora está deliberando su respuesta. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, presiona al primer ministro Benjamín Netanyahu para que se abstenga de un ataque aéreo contra Irán. Este ataque podría conducir a una respuesta abierta de Hezbolá y acercar a las partes a una guerra regional.
El actual intercambio de golpes, en el que Irán lanzó por primera vez un ataque directo en suelo israelí desde su territorio, comenzó el 1 de abril con el asesinato de un alto comandante de la Fuerza Quds en un ataque aéreo en Damasco atribuido a Israel.
Tras la masacre del 7 de octubre, el líder de Hamás en Gaza, Yahya Sinwar, esperaba que sus socios en el “eje de resistencia”, principalmente Irán y Hezbolá, se unieran al ataque sorpresa contra Israel. Sinwar no coordinó intencionalmente el ataque y descubrió que sus aliados no estaban entusiasmados con unirse a la guerra sin que esto se acordara de antemano. Hezbolá se limitó a lanzar disparos solidarios a la Galilea, en el norte de Israel, e Irán, como de costumbre, optó por permanecer entre bastidores.
La frustración de Israel ha ido en aumento en los últimos meses, aunado a la sensación de que los iraníes son inmunes a pesar de perpetrar ataques terroristas a través de sus aliados y seguir armando a los miembros del “eje de resistencia”.
Este parece ser el motivo detrás de la decisión de atacar al personal de la Fuerza Quds en Siria, que alcanzó un clímax el 1 de abril con el asesinato de Hassan Mahdavi, el comandante de las operaciones de la Fuerza Quds en Siria y Líbano. En Israel, sin embargo, pensaron que las cosas seguirían como de costumbre y supusieron que Irán se conformaría con una respuesta limitada al asesinato de Mahdavi y otro seis oficiales.
Eso no es lo que ocurrió. A los pocos días aparecieron señales que indicaban que Irán planeaba una respuesta contundente que se lanzaría desde su territorio en suelo israelí. No requirió información de inteligencia: el líder supremo de Irán, Ali Jamenei, lo dijo públicamente tres veces. Los iraníes enfatizaron que el ataque a un edificio junto a su embajada en Damasco, que según ellos servía como su consulado, es un ataque a su territorio soberano.
Fue entonces cuando comenzaron amplios preparativos, apoyándose en la arquitectura regional estratégica construida durante los últimos tres años. La administración Biden, en estrecha colaboración con Israel, impulsó un paraguas de defensa regional contra drones y misiles junto con países europeos y varios estados suníes de la región.
El sistema se basa en una red de sensores desplegados en diferentes países. Israel contribuyó con capacidades avanzadas de localización e intercepción a través de sus sistemas de defensa de varias capas. Los demás aliados aportaron inicialmente radares que desplegaron cerca de la frontera con Irán. A lo largo de los primeros seis meses de la guerra, han habido diversas señales del funcionamiento del sistema de defensa regional MEAD (Middle East Air Defence Alliance).
Los frutos de esta alianza se hicieron evidentes por primera vez en las primeras horas de la media noche del sábado. Irán disparó más de 300 drones y misiles de diversos tipos con un éxito mínimo. Algunos misiles balísticos cayeron en áreas abiertas, principalmente en el Néguev, en el sur de Israel. Una niña beduina de 7 años sufrió heridas graves. Una base de la Fuerza Aérea en el sur fue dañada. El resto de las armas disparadas contra Israel fueron interceptadas con una tasa de éxito cercana al 99 por ciento. Una parte importante de las amenazas fueron interceptadas fuera del territorio israelí, en los cielos de Jordania e Irak (donde la mayoría de las operaciones fueron realizadas por Estados Unidos).
No se debe subestimar la importancia de los resultados de este conflicto nocturno. Son un logro sin precedentes en la historia de las guerras de Israel, aunque con algo de ayuda de amigos, que elimina en gran medida la carta principal de Irán y el eje de resistencia: drones y misiles. Las impresionantes intercepciones del Sistema Jetz han atraído la mayor parte de la atención, pero los pilotos israelíes y estadounidenses derribaron cientos de misiles de crucero y drones.
Se puede suponer que Teherán está sumamente decepcionado con los resultados. La intención de Irán, tal y como se evaluó antes del ataque, era demostrar sus capacidades con un ataque contra objetivos militares. Un análisis de las zonas en las que se emitieron las advertencias sugiere que el objetivo podría haber sido la base aérea de Nevatim, en el sur de Israel. Al parecer, Irán planeó destruir la base junto con los aviones de combate F-35 estacionados allí. Irán fracasó por completo.
¿Qué quiere Netanyahu?
La pregunta principal es qué pasará ahora. Israel tendrá dificultades para continuar como de costumbre después de un ataque tan masivo llevado a cabo en su territorio. A las 2:30 de la madrugada, Netanyahu, o alguien en su nombre, dijo al Canal 12 en nombre de una “alta fuente diplomática” que valía la pena quedarse despierto un poco más ya que se esperaba una respuesta israelí sin precedentes. Eso no ha sucedido todavía.
Al parecer, el mismo primer ministro se fue a dormir, pero no hasta después de una llamada telefónica con el presidente Biden. La declaración oficial de la Casa Blanca colmó a Israel de cálidos deseos junto con la promesa de convocar a las potencias para discutir medidas contra la agresión iraní. Posteriormente, se informó en Washington que Biden intentó calmar a Netanyahu. Confórmate con la victoria que lograste, le dijo el Presidente al Primer Ministro, refiriéndose al éxito fenomenal de la defensa aérea de Israel.
En los últimos meses, han aumentado los informes de que Irán, ensombrecido por los disturbios regionales, avanza en secreto en su programa nuclear. Es seguro asumir que Biden teme que Netanyahu intente arrastrar a Estados Unidos a un ataque contra Irán y así cumplir su sueño de que los estadounidenses eliminen el programa nuclear de Irán. Se espera que el Presidente se esfuerce por evitar que eso suceda.
Israel tiene buenos motivos para ajustar cuentas con Irán, que ha estado moviendo cínicamente los hilos del terrorismo contra Israel durante años. Sin embargo, debe tener en cuenta las posibles ramificaciones de una respuesta. Un ataque israelí masivo contra Irán podría levantar cualquier restricción por parte de Hezbolá.
Paradójicamente, mientras Irán no haya obtenido capacidad de armas nucleares, la mayor amenaza para Israel viene de Hezbolá, en vista del enorme arsenal que posee el grupo chiíta libanés y su proximidad a la frontera israelí. Un escenario en el que Hezbolá se una a una guerra total con lanzamientos masivos de cohetes contra centros de población israelíes es lo que Yahya Sinwar ha deseado desde el 7 de octubre, y lo que Israel ha estado tratando de evitar. Aún así, Hezbolá ha logrado cerrar la frontera norte de Israel y obligado a unos 60,000 habitantes a abandonar sus hogares.
Sin duda, hay quienes en el gabinete y en el gobierno sienten que esta es la oportunidad de cambiar las cosas por completo: una guerra regional en la que Occidente y los países suníes respaldarán a Israel de una forma u otra, lo que conducirá a a que Irán pierda sus activos estratégicos, que el arsenal de Hezbolá sea destruido en su mayor parte y que Líbano sufra daños masivos en su infraestructura.
Otros, entre ellos miembros del gabinete de guerra y autoridades de la defensa, son más cautelosos. Los peligros para el frente interno en una guerra abierta son numerosos; ven a Gaza como el frente principal. En su opinión, habrá tiempo para tratar con Líbano más adelante y ahora mismo Israel debe reforzar su alianza con Estados Unidos y darles a los estadounidenses la oportunidad de mediar en el norte. Sin mencionar el hecho de que una guerra regional requerirá cantidades masivas de armas ofensivas y misiles interceptores.
La pregunta, como siempre, es qué quiere Netanyahu. La persona que atribuyó toda la responsabilidad por los fracasos del 7 de octubre a las autoridades de defensa, negándose a asumir su propia responsabilidad, ahora disfruta del éxito sin precedentes de la Fuerza Aérea de Israel y sus socios.
Mientras tanto, esta mañana la Oficina del Primer Ministro emitió una lacónica declaración en nombre del Mossad (o tal vez fue al revés). Hamás, afirmó, rechazó la propuesta de un acuerdo para la liberación de rehenes presentada a las partes la semana pasada. Este rechazo después de que Israel “mostró máxima flexibilidad demuestra que Sinwar no está interesado en un acuerdo humanitario y en el retorno de los rehenes”.
Esto, con el debido respeto, es apenas una verdad a medias. Sinwar, y esto no es ninguna sorpresa, está abusando de los rehenes utilizando al público israelí. No es ningún secreto que el asesino de Khan Yunis no tiene prisa para aceptar un acuerdo.
Sin embargo, según fuentes israelíes involucradas en las negociaciones, Netanyahu también ha estado ganando tiempo en los últimos dos meses y en realidad no está tratando de presionar para llegar a un acuerdo.
Las cartas de Israel son ahora más débiles porque las FDI retiraron sus fuerzas de Khan Yunis y Biden obligó a Netanyahu a triplicar la ayuda que entra a la Franja. Sinwar ya no siente la presión de un acuerdo; aparentemente solo creerá que Israel entrará a Rafah cuando lo vea con sus propios ojos. Mientras tanto, los rehenes seguirán muriendo en los túneles de Gaza si la atención del público israelí se desvía hacia el creciente peligro de Irán.
Publicado originalmente en Haaretz
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