Si bien el consenso básico de que el ataque de Irán requiere una respuesta israelí parece cruzar líneas políticas, los funcionarios deben tener en cuenta que ante una mayor escalada, Irán podría presionar a Hezbolá en el Líbano para que se una a su guerra.
Tras su éxito al frustrar el ataque con misiles y drones de Irán, Israel parece estar planeando una respuesta. El primer ministro Benjamín Netanyahu convocó el lunes una serie de reuniones urgentes sobre cómo debe responder Israel al movimiento excepcional de Irán el sábado por la noche.
Aunque el lanzamiento de más de 350 drones y misiles contra Israel terminó en un rotundo fracaso (cuatro impactos de misiles que causaron daños superficiales, una niña gravemente herida en el Néguev), los líderes de Israel enfatizan que esto sienta un precedente peligroso. Consideran que deben enviar a Teherán un mensaje sobre el precio que esto supone.
Netanyahu volvío a convocar al gabinete de guerra el martes, por segunda vez en 24 horas, para discutir la respuesta óptima. También invitó a tres jefes de los partidos opositores (Yair Lapid, Avigdor Lieberman y Gideon Sa’ar) a sesiones informativas de seguridad separadas, un paso bastante excepcional.
Pero no se pueden ignorar las consideraciones políticas que forman el trasfondo de la toma de decisiones. Netanyahu está siendo desafiado desde la derecha por los líderes de los dos partidos extremistas de su gobierno, el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, y el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich. Ambos exigen públicamente una fuerte represalia contra Irán.
Estados Unidos, cuya estrecha colaboración operativa con Israel jugó un papel clave en la exitosa frustración del ataque, exige ahora que se abstenga de tomar represalias.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, envió este mensaje en una llamada telefónica con Netanyahu el domingo por la mañana y desde entonces lo han repetido otros altos funcionarios de la administración. Los países europeos que ayudaron a proteger a Israel, incluidos Reino Unido y Francia, enviaron mensajes similares.
Washington dejó claro a Israel que no cooperará en ningún ataque contra Irán. Pero según los medios estadounidenses, Biden no está realmente deteniendo un ataque israelí. Sus objeciones, como las expresó en su llamada con Netanyahu, surgen en parte del temor de que Estados Unidos sea identificado con cualquier ataque de Israel, dado que pilotos de combate de ambos países derribaron drones y misiles de crucero iraníes hombro con hombro unas horas antes.
Aunque los desacuerdos entre el liderazgo israelí, que surgen en parte de la profunda desconfianza entre Netanyahu y sus socios en el gobierno de emergencia, Benny Gantz y Gadi Eisenkot, se filtraron a los medios, el consenso básico parece cruzar líneas políticas y también abarca a las autoridades de defensa.
Coinciden en que se requiere una respuesta, aunque aparentemente se harán esfuerzos para elegir una represalia moderada que envíe un mensaje a Irán sin provocar una guerra regional.
Sin embargo, es importante recordar que las agencias de inteligencia israelíes se equivocaron cuando subestimaron el riesgo de eliminar al general Mohammad Reza Zahedi, también conocido como Hassan Mahdawi, el 1 de abril. Ese fue el incidente que inició las tensiones actuales.
El mayor peligro en cualquier respuesta es Hezbolá. Irán fortaleció a la organización y su arsenal como elemento disuasivo y como respuesta a cualquier ataque israelí a sus instalaciones nucleares. Pero podría decidir utilizarla incluso en respuesta a un ataque más limitado en su territorio, lo que aumentaría el riesgo de guerra.
Hasta ahora, Hezbolá no se ha mostrado entusiasmado con la idea de unirse al ataque de Irán. Inmediatamente después del asesinato de Mahdawi, el secretario general de Hezbolá, Hassan Nasrallah, declaró que la venganza es un asunto de Irán, porque es el honor de Teherán el que resultó dañado. Y la organización participó solo nominalmente en el ataque del sábado por la noche.
Sin embargo, si se produce una mayor escalada, Irán probablemente presionará a Hezbolá para que se una a su guerra.
El papel de Rusia
Varios observadores occidentales experimentados especularon recientemente que otro país estuvo indirectamente involucrado, al menos entre bastidores, en el ataque masivo de Irán: Rusia.
El ataque, dicen, fue un intento de Teherán de detener los ataques de Israel contra su gente en Siria. Los iraníes esperaban así poner fin a los crecientes ataques aéreos y asesinatos por parte de Israel, que en sí mismos son respuestas a la asistencia de Irán a Hezbolá y las milicias palestinas.
Pero en su análisis, Rusia también tenía un interés oculto en esto, gracias a su alianza estratégica cada vez más estrecha con Irán.
A los ojos de Moscú, el objetivo del ataque a gran escala de Irán era desviar la atención mundial hacia el Medio Oriente y mantener la atención de Occidente en la región por un tiempo. Eso permitiría a Rusia continuar su guerra en Ucrania, donde recientemente ha tenido cierto éxito en batallas en la parte oriental de ese país.
Las crecientes tensiones en Medio Oriente también inmovilizarían armas y otros recursos, a expensas de las armas y la ayuda de defensa que Occidente brinda a Ucrania. Esa asistencia ha ayudado a Ucrania a sobrevivir a la invasión rusa durante más de dos años.
Además, una crisis prolongada en Medio Oriente elevaría los precios del petróleo, lo que beneficiaría las exportaciones de petróleo de Rusia.
Pero principalmente, si la guerra se prolonga, bien podría ser la derrota de Biden en las elecciones presidenciales de noviembre, uno de los objetivos estratégicos críticos del presidente ruso Vladimir Putin. Él espera el regreso de Donald Trump, que no oculta su admiración por Putin y se humilla ante él.
Sin embargo, el fracaso de Irán bien podría convertirse también en un fracaso de Rusia. Hay señales de que los republicanos en el Congreso de Estados Unidos podrían dejar de oponerse a un proyecto de ley de ayuda exterior que proporcionaría miles de millones de dólares en ayuda de defensa a tres países amenazados: Ucrania, Israel y Taiwán.
Desde la masacre de Hamás en el sur de Israel el 7 de octubre, los republicanos, a instancias de Trump, han emprendido una acción de contención para retrasar la legislación. Ahora, la gravedad de la amenaza contra Israel podría ayudar a Biden a ilustrar la urgente necesidad de enviar armas.
E Israel, que hace tiempo que podría haberse posicionado en el bloque democrático junto con los demás países amenazados, podría tener otra oportunidad de integrarse a este club. Con este fin, no estaría de más que expresara apoyo público a la asediada Ucrania en un momento en que Rusia se está aliando abiertamente con Irán.
¿Una alianza sunita?
La administración Biden considera que los acontecimientos de los últimos días abren una breve ventana de oportunidad para intentar una vez más implementar grandes planes. La frustración del ataque de Irán no fue solo un logro operacional y tecnológico histórico. Según se informa, también refleja una cooperación estrecha y única entre Israel y varios países suníes de la región bajo el paraguas estadounidense.
Aparentemente, este podría ser el punto de partida para una visión más optimista: forjar una alianza real entre estos países como contrapeso a la agresión de Irán. El Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel también ve oportunidades.
Pero es difícil ver cómo podría suceder esto, ya que los sauditas necesitan un componente palestino en cualquier nueva realidad regional, en la forma de integración de la Autoridad Palestina y su partido gobernante Fatah en el gobierno de la Franja de Gaza, en caso de que Hamás sea alguna vez derrocado. Y eso es algo que Netanyahu no está dispuesto a ceder de ninguna manera en este momento. El motivo de esto es ideológico, pero también político, y se deriva de sus temores de Ben Gvir y Smotrich.
Por primera vez en medio año, la situación en Gaza ha quedado fuera de los titulares mundiales debido al intercambio de golpes entre Israel e Irán. La atención se centra ahora en Irán, al menos hasta que sepamos cómo y cuándo responderá Israel al ataque. La preocupación por una respuesta israelí contra Irán ha dejado de lado las interminables conversaciones sobre una posible operación de las FDI en Rafah.
También se ha dejado de lado el debate sobre la preocupante situación de los 133 rehenes retenidos por Hamás en Gaza. El estancamiento en las negociaciones sobre un acuerdo para la liberación de los rehenes pronto requerirá un nuevo esfuerzo israelí para encontrar ideas alternativas.
Pero quizá esto también sea una oportunidad. El estancado acuerdo exigía la liberación de los rehenes en dos entregas y un cese al fuego que se ampliaría según las circunstancias. Quizá haya llegado el momento de discutir un acuerdo integral en una sola etapa.
Eso significaría renunciar, al menos temporalmente, a los vanos sueños de una victoria total de Israel. Pero si Irán y Hezbolá se están convirtiendo en el foco de la guerra, vale la pena hacer un último esfuerzo para liberar a los rehenes antes de que desaparezcan para siempre en los túneles de Gaza.
Publicado originalmente en Haaretz
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