Noralin Babadilla, secuestrada en el Kibutz Nirim el 7 de octubre y liberada 53 días después, habló del cautiverio en Gaza durante una entrevista con la emisora pública Kan.
Ella y su esposo, Gideon Babani llegaron a la casa de unos amigos un día antes del ataque para celebrar el 70 aniversario del kibutz. Hamás asesinó a Gideon en cautiverio y Noralin fue liberada.
Noralin recordó el momento del secuestro y el pánico que sentía frente a los terroristas armados: “Eran cinco. Me apuntaron con sus armas y yo grité ‘a mí no’. Les mostré mi cruz y les dije que era de las Filipinas: ‘Por favor, a mí no, tengo familia’. Me llevaron en un vehículo. Estaba allí sola entre los cadáveres de israelíes asesinados en la parte trasera de la camioneta”.
Al llegar a Gaza, tres terroristas la llevaron a una casa, donde la retuvieron en una pequeña habitación con dos rehenes, Irena Tati y Karina Engelberg que también fueron liberadas: “Cada día era como un infierno. El primer día había electricidad y un ventilador y luego no había electricidad. Teníamos calor. Había menos agua y comida”, dijo.
“No nos duchamos durante 23 días. Cuando pedimos una ducha, nos pusieron una pequeña cubeta para las tres. Yo fui la última. ¿Qué me quedó? Incluso cuando íbamos al baño, no teníamos agua para jalar la cadena. A veces no podíamos jalarla por toda una semana y el olor entraba en la habitación”.
Noralin dijo que no podían dormir por los estallidos que escuchaban. “Las tres comíamos pita o maíz una vez al día. Ponían la comida en la alfombra y nosotros comíamos. Compartíamos lo que nos daban. Un día nos tomaron fotos y nos dieron carne para aparentar que nos daban buena comida. Le dije a Karina: ‘esa es su propaganda’. Hablábamos susurrando, nos preguntábamos cuándo saldríamos, qué pasa con nuestros maridos y familia, si nos matarían en cautiverio, todo tipo de cosas. Escuchaba a hombres gritar y enojarse, todos los días pensaba que nos iban a matar”.
Para no perder la noción del tiempo, los tres mujeres encontraron una manera de contar los días: “Karina enrollaba el papel higiénico y contábamos los días. Cada día que pasaba ponía un papel enrollado en un vaso”.
Noralin habló del temor de que no fuera liberada: “Escuchaba los estallidos y seguía pensando que no había un cese al fuego y que tal vez nos quedaríamos allí. Teníamos todo tipo de malos pensamientos”.
Acerca de su marido, Gideon, dijo: “Todos los días rezaba y hablaba con él. Pensaba que Gideon estaba vivo. Le decía: ‘Toma mi mano y nos reuniremos de nuevo. Volveremos’. Pensaba que estaba allí y me decía a mí misma: “Espero que también esté aquí y regresemos juntos del cautiverio”.
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