Deseo que hayan tenido la oportunidad de celebrar Sedarim llenos de significado y contenido, de inspiración y reflexión. No sé a ustedes, pero a mí, el Seder me arrastra a mi infancia, y las imágenes, sabores y melodías de una bellísima época de mi vida, cuando era el menos de la familia y no el mayor.
Les confieso también, que mientras los demás conversan, o mis nietos creen que no los veo que, con el celular entre las piernas, están checando mensajes, o mientras Ruth está preocupada si alcanzará la comida, que como es tradición yo debo comer casi hasta Shavuot, yo me emociono mientras mi mente me lleva a “ver” a mis padres sentados en la mesa entre nosotros, disfrutando de “estar juntos” con toda su descendencia. No por nada Pésaj o Peisaj, es probablemente la festividad más observada en nuestro pueblo.
Y cada año, no falta un motivo para encontrar algún tema de interés. Este año, 133 ¿Mi Iodea? en referencia a los cautivos, o Jad Gadiá el cabrito que nuestro antepasado compró por 2 zuzim, y que sintetiza la historia de nuestro pueblo y la realidad del amenazante antisemitismo que se despierta con violencia.
Y cada año, Pesaj y la Hagadá nos recuerdan: “En cada generación, se levantan para destruirnos”. Pensaste que era una lección de historia. Déjame decirte: es una advertencia.
Por ello insisto que no nos desviemos de la esencia del mensaje, que es memoria y estar alertas. Es actuar frente a la injusticia “porque fuimos esclavos en Egipto”, nuestra obligación de responder a los necesitados “porque vivíamos necesitados en Egipto”, y de ser benévolos con el extranjero “porque extranjeros fuimos en la tierra de Egipto”.
Solamente cuando recordamos que nosotros mismos salimos de Egipto, que descendemos de errantes en busca de una Tierra Prometida, solo entonces el Seder tiene un sentido judío ético espiritual, y no exclusivamente ritualista. Pesaj busca sensibilizarnos con los problemas sociales que nos rodean, esforzarnos en lograr la libertad de tantas formas de esclavitud que hoy siguen vigentes y afligen a niños, mujeres, hombres, familias. Insiste en salir de nuestro propio Mitzraim y dirigirnos como individuos y como pueblo, como comunidad a construir una sociedad justa, receptiva, pluralista, comprometida.
Casi al final del segundo seder, comenzamos a contar los 49 días del Omer que funciona como un puente entre Pesaj y Shavuot. Entre dejar de ser esclavos y recibir la Torá. En el pasado, he considerado este ritual diario de contar el Omer, como una manera de preguntarme a mí mismo, si hice que cada día cuente. Pero este año, como casi todo en nuestras vidas, estoy viendo la cuenta del omer desde una perspectiva diferente, porque como parte del pueblo judío y de la comunidad judía, Omer no es la única cuenta que tenemos este año.
Mientras seguimos exigiendo la liberación de los rehenes encadenados en Gaza, cada día también contamos la cantidad de tiempo que ha pasado desde el 7 de octubre. Esta semana, ese número superó los 200. Son más de 200 días en los que esas personas han estado languideciendo en una oscuridad que no podemos comprender. Más de 200 días sin poder abrazar y ser abrazados por sus seres queridos.
Hay una diferencia obvia en la naturaleza del conteo que del Omer y el conteo por los rehenes
Hay una meta final, y cuando lleguemos a 49, la cuenta del Omer terminará con la festividad de Shavuot.
A diferencia del ritual anual, no tenemos idea de cuándo podremos dejar de contar los días que los rehenes han estado en cautiverio. Cada día que aumenta el número, es otro día de incertidumbre y desesperación.
Y un solo día más es demasiado tiempo. Si queremos que nuestro Seder haya sido significativo, debemos recordar que otro nombre para Pesaj es “Z’man jeruteinu”, el tiempo de nuestra libertad”. Para que así sea con los rehenes, debemos asumir el compromiso de contar el Omer y no olvidar de contar los días de cautiverio y decir hineni, aquí estamos, para que también ellos tengan su libertad. Y mientras contamos recemos con fe que “be karov”, pronto, estén en casa y libres.
Que así sea Su voluntad, y que tú, yo cada uno, digamos “hineni”, “aquí estoy”.
Jag Sameaj. Shabat shalom.
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