Confieso: nunca antes me abrumaron tantas y tan tristes reflexiones en estos días que señalan un nuevo año en el lúcido despertar de Israel.
Me pregunto: ¿cómo y por qué los ciudadanos de este mi país festejarán con alegría este hecho cuando a la muerte de más de mil israelíes en las trágicas horas del 7 de octubre se suma en estos días la arriesgada entrega de miles de soldados que hoy ofrecen la vida y su futuro en una difícil contienda?
Un escenario que nos abruma desde los últimos siete meses sin que el gobierno de Netanyahu, modelado por la pareja Smotrich-Ben Gvir nos ofrezca esperanza alguna.
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Sombrías circunstancias en verdad que apenas nos permiten inundar las calles como en otros tiempos a fin de bendecir a nuestro país.
Consciente de este difícil escenario y de las críticas a su persona y gobierno, Bibi ha reducido hasta cancelar sus públicas apariciones.
También se ausentará de las ceremonias de otorgamiento del Premio Israel, del celebrado concurso de Tanaj y de la entrega de distinciones a miembros de las fuerzas militares que tendrá lugar en la Residencia del Presidente.
No solo nuestro paisaje nacional conoce ausencias e inquietud. La multiplicación de protestas estudiantiles que se multiplican en no pocas ciudades del mundo agrega sombras a la legitimidad y a la imagen de Israel como democracia.
Un retrato que habrá de perdurar en la imaginación y memoria de estos sectores.
Y en paralelo a estos sombríos escenarios se desenvuelve una contienda francamente desigual en Gaza. Grupos militantes del Hamás, escondidos en túneles con centenares de rehenes, vivos y muertos, presentan un ácido reto a las fuerzas israelíes a pesar de que éstas marcadamente los superan en efectivos y en poder militar.
Ciertamente, la reciente decisión de las Naciones Unidas en favor de un Estado palestino multiplicará las tensiones en esta región del mundo.
Por otra parte, la actitud de la Casa Blanca en cuanto a reducir el suministro de equipo militar a nuestro país multiplica las dificultades y la imagen de Israel en la opinión internacional.
Circunstancia que se agrava con las abrumadoras protestas de la juventud universitaria en amplios sectores del mundo.
Inquietante escenario que se ve abrumado por episodios militares en el norte israelí que hasta aquí han producido modestos resultados con un alto costo humano y financiero.
El obligado traslado de sus habitantes al centro del país, la ausencia de empleo y de acceso a centros universitarios y educacionales, y la creciente inflación conduce a no pocos a considerar el irreversible abandono de esta importante área.
Ciertamente, escenarios susceptibles de agravarse si Gantz y Eisenkot resuelven abandonar la coalición gubernamental.
En tal caso el teo-nacionalismo de Ben Gvir y Smotrich severamente lesionará el hacer democrático y la imagen de Israel en el concierto regional e internacional.
Felizmente, alguna luz en esta sombría pizarra cabe encontrar en los elogios que hasta aquí merece la artística presentación de Israel en Suecia. Conducen sin duda a un moderado optimismo en un complejo y difícil escenario.
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