Los judíos, en algún recóndito lugar del alma sabíamos que esto ocurriría. Sabíamos que así era, que nuestra seguridad era temporal, que nada, ni los éxitos, ni el prestigio, ni el dinero, ni la bondad, ni la civilización y evolución humana, lo detendría. Lo sabíamos.
Pero lo negamos, una y otra vez, lo negamos, lo ocultamos.
FORTUNE CHATTAJ
Nosotros mismos pensábamos que exagerábamos, que ahora sí sería un Nunca Más, que ya la habíamos librado. Nuevamente hicimos migas, echamos raíces, fincamos casas, nos establecimos.
Siempre afortunados, siempre agradecidos y engrandecidos. Siempre buscando pertenecer, siempre encontrando puntos de encuentro, siempre ubicándonos e identificándonos en esas tierras maravillosas que nos acogieron.
Y ¿qué pasa? ¿qué salió mal?
Primero el miedo, la confusión, el desasosiego … y después el enojo profundo… después la reflexión… ¿Será? ¿Será cierto?
¿De dónde sale ese odio? Esa manifestación de desprecio, de sospecha, de diferencia absoluta. Y ¿Dónde quedaron los puntos de encuentro?, ¿Dónde quedó la humanidad?, ¿Dónde está la pertenencia? ¿Dónde quedó todo?
Era yo apenas una niña muy interesada en la historia, y frases que ahora se hacen tan presentes no las puedo encajar en el corazón. “Nunca ha habido más de 5 generaciones de judíos en un mismo sitio antes de que venga el exilio” , pero eso era antes …. – llegué a pensar-. ¿Será este el momento nuevamente?
Me explico: como judía mexicana que lleva en el mismo lugar una década más del medio siglo, las cosas cambian de perspectiva; 5 generaciones, cuando yo tenía 12 o 14 años, eran muchos años. Nos aprendíamos la historia como parte de nuestra identidad y el conocimiento de quien somos. Me encantaba estudiar y saber. Pero eran muuuchos años, y ahora son tan pocos. Ahora sí, en 100 años, más o menos, se dan esas 5 generaciones de judíos en un mismo lugar. Nunca tomé en serio eso de tener que moverme, menos en México, y menos aún teniendo cerca Estados Unidos, Ja! ¡la promesa eterna de libertad!No,no es cierto!,No hay esa libertad.
Durante años, queriendo emanciparme, pertenecer, liberarme, trascender, ser una dentro de todos. Sí, con mi culto y mi religión, igual que cualquier otro, y dentro de sociedades plurales que aseguraban la diversidad, la inclusión, el respeto, el amor, el reconocimiento como personas sin necesidad de las diferencias que ya no permiten ver lo evidente.
Conforme fui creciendo, me involucré en todas las razones que yo creía justas, defensora siempre de los débiles, de las minorías, de los que no tenían voz, sin saber que yo era una de esas minorías; como mujer y como judía, y en un mundo en que el poder me aplastaba. Ahora me fui quedando sin voz. Tener que justificar, que explicar, que matizar, que ser inteligente y tener prudencia, ¿por qué?
¡Otros no la requieren!
Desde hace medio año se agolpan las palabras en el pecho e invaden sin poder salir, y ahora saldrán como salen, simplemente, sin tener que arreglarlas.
Quería siempre mostrar que era “diferente”, sí soy judía pero buena onda, ¡qué absurdo! No, no soy buena onda y sí, si soy judía con todo lo que eso implica. Sin tener que matizar, ni explicar, ni casi pedir ser querida a pesar de ser quien soy. ¡Soy orgullosamente quien soy!
Soy, ahora sin tanta exigencia puedo decirme que soy. Creo y supongo que los judíos de repente entramos en dilemas raros.
¿Somo una minoría? Sí y No. ¿Somos diferentes? No y sí.
La diferencia en los judíos no está en la raza (que por cierto, en los seres humanos no existen diferentes razas, eso es un invento, pero cómo ha pesado) tampoco es una religión (porque no importa si crea o no, o si la practique o no), no es social ni económica, es histórica y es de estereotipos.
Los judíos están en todos los países, aunque es un porcentaje muy pequeño de la humanidad, se desarrollan en todos los oficios, hay de todos los colores de piel y con facciones muy universales, con todos los pensamientos e ideologías, posiciones políticas, en fin, es como la sal en el agua, se disuelven en un mundo diverso y enorme. Pero ante eventos históricos pareciera haber una separación tajante en donde todos adquirimos nuestra cualidad de judíos, y en esa se puede poner de todo.
Se desplaza ahí el odio hacia lo que sea, se nos atribuyen las características que más les convengan a cualquier grupo y servimos como chivo expiatorio de lo que sea.
Y sea cierto o no, también se empieza a apoderar de los judíos el miedo, la zozobra, y a veces la paranoia. Pero, afortunadamente también, nuestro ADN de sobrevivientes, nuestro impulso, nuestro orgullo, resurge una y otra vez, e impresionantemente nuestra unidad. En estos momentos, como lo ha sido a través de la historia, resurge el sentimiento de ser uno y sólo uno.
En nosotros también se borran las diferencias, se deja de ver las circunstancias individuales y se monta un AM ISRAEL JAI, un canto único por la sobrevivencia. Esto nos une.
El mundo parece darnos la vuelta de maneras irracionales
Y de maneras creativas y a veces inentendibles, los judíos dare mos la vuelta al mundo, y será nuevamente esto.
Será un movimiento hacia el amor y la bondad.
Sí, claro, habrá paz, no sé cuándo pero la habrá. La paz anhelada, soñada, cantada, esperada, la habrá y espero ya no sea sólo temporal. Pero dolerá mientras, otra vez,para los judíos, tener que luchar por ello. Otra vez en la controversia. ¿Qué? ¿El mundo no se ha dado cuenta de cómo es mejor vivir? Ya la historia nuevamente lo enseñará y nuevamente aprenderá quien quiera aprender.
Pero sólo habrá un cambio cuando de verdad se suelte la necedad de tratar de encontrar al enemigo fuera, al chivo expiatorio de todos los males, cuando cada pueblo se haga responsable de lo que transmite a la siguiente generación, cuando el odio por el odio mismo no tenga cabida, cuando generemos consciencia de todo y hacia todo, cuando nos responsabilicemos de nuestras palabras y nuestras acciones.
¡Mundo! ¡Date cuenta!.
Gracias a la vida por estar de este lado de la historia, porque no tengo que odiar sin razón.
Gracias por ser parte de algo mucho más grande, más profundo, más humano. AM ISRAEL JAI.
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