El Plan de Uganda
Jaim Weizmann nació en el seno de una familia ortodoxa en Bielorrusia, Rusia, en 1874. Era uno de 15 hermanos. Estudió química en Alemania y se destacó como un alumno superdotado. Aparte de su genialidad mental, Weizmann también tenía un gran carisma y una personalidad encantadora, algo no muy común en intelectuales y científicos. Desde su juventud, Weizmann se interesó por el Movimiento Sionista y participó en los congresos que lideraba Teodoro Herzl.
En el congreso de 1903, Herzl hizo una declaración muy controversial: pensando que ya había agotado todas las demás opciones, aceptó la oferta británica de establecer “un hogar nacional para el pueblo judío” … en Uganda, África, territorio que le pertenecía en ese momento a Inglaterra. Cuando Herzl anunció su aceptación a este plan, Weizmann abandonó en protesta el congreso junto con toda la delegación de Rusia.
Ciudadano inglés
En 1904, Weizmann fue invitado a enseñar en la Universidad de Manchester, en Inglaterra. Al cabo de algunos años, y luego de obtener su ciudadanía británica, conoció allí a Lord Arthur Balfour, político inglés muy influyente. Balfour trató de convencer a Weizmann de que apoyara la oferta de Uganda. Pero lejos de cambiar su opinión, Balfour fue persuadido por Weizmann de que Israel (en ese entonces llamada “Palestina”) era el único hogar nacional y espiritual del pueblo judío: “Si yo te ofreciera ir a París, tú no irías allí, porque Londres es tu casa”, le dijo a Balfour: “Jerusalén es nuestro hogar desde los tiempos que Londres no era más que un pantano”. Tan apasionada y contagiosa era la convicción de Weizmann que desde ese momento Lord Balfour se transformó en un gran aliado del Movimiento Sionista y apoyó durante el resto de su vida el regreso de los judíos a Sión (Jerusalén).
La guerra y la acetona
En 1914, Inglaterra declaró la guerra al Imperio Alemán y a sus aliados, lo que dio comienzo a la Primera Guerra Mundial. Inglaterra tenía un problema técnico muy serio: no tenía acetona, un solvente esencial para poder activar el fuego de artillería y la dinamita. Por muchos años, Inglaterra importó la acetona de Alemania, algo que no era posible hacer ahora. Winston Churchill acudió a Weizmann en carácter de urgencia y le pidió que trabajara en la fórmula para producir acetona en grandes cantidades. Hasta ese entonces, la acetona se fabricaba de la madera, y hacía falta cientos de toneladas de madera y un proceso muy difícil para destilarla. Weizmann, quien ya era conocido en los círculos científicos como “el padre de la fermentación industrial”, comenzó a trabajar día y noche en su misión y finalmente desarrolló la fórmula para obtener el preciado solvente a partir del maíz y la papa, materiales que eran mucho más fáciles de obtener. Si Jaim Weizmann no hubiera descubierto la fórmula para producir acetona, Inglaterra no hubiera triunfado en la Primera Guerra Mundial. Esto lo sabía muy bien Lloyd George, quien fue Ministro de Defensa durante la Primera Guerra y luego fue Primer Ministro de Gran Bretaña.
¿Qué puede hacer Inglaterra por ti?
Hacia el final de la guerra, y cuando Inglaterra ya había desalojado a los Otomanos del Medio Oriente, Lloyd George le agradeció enormemente a Jaim Weizmann por los servicios prestados y le preguntó: “¿Qué puede hacer Inglaterra por ti?” Jaim Weizmann le contestó: “No quiero nada para mí, pero mi pueblo necesita su propia tierra”. Y así fue cómo en 1917 Lloyd George y Arthur Balfour redactaron el documento conocido como la Declaración Balfour, donde Inglaterra le cede a los judíos “el primer hogar nacional”, ni en Uganda ni en Entre Ríos, sino en la Tierra de Israel. Este fue el principio de lo que eventualmente culminó con el milagro del nacimiento de Medinat Israel en 1948, donde como veremos en un próximo mensaje, Jaim Weizmann también cumplió un rol decisivo. Hay mucho más que decir acerca de lo que Jaim Weizmann hizo durante los próximos años. Pero les voy a contar una historia que se refiere más a Yom Haatzmaut y la independencia de Medinat Israel.
El voto americano
El 29 de noviembre de 1947, las Naciones Unidas votaron dividir Palestina y crear dos Estados, uno árabe y otro judío. Pero los estados árabes vecinos advirtieron que no aceptarían un Estado judío y le declararían la guerra. E hicieron todo lo posible para que las naciones no aceptaran un Estado judío. Los británicos se mantendrían neutrales. Y el gobierno estadounidense, que había votado a favor de la partición, comenzó a tener sus dudas y planeaba pedir que se postergara cualquier solución. Esto significaba que si el Estado judío declaraba su independencia, EE. UU., su aliado más importante, se opondría o en el mejor de los casos se abstendría de votar y así, la creación de un Estado judío podría quedar suspendida. En EE. UU. todo estaba en manos del Presidente Harry Truman. En los primeros meses de 1948, Truman se negó a reunirse con ningún líder sionista estadounidense porque quería mantener la neutralidad de Estados Unidos, cediendo así a la tremenda presión de los países árabes, ricos en petróleo. Se acercaba el 15 de mayo, fecha en la que los ingleses iban a abandonar el territorio de Israel, y el apoyo de Truman a la futura declaración de independencia era absolutamente necesario. Weizmann había viajado a Estados Unidos para este propósito, pero Truman se negó a recibirlo.
Millonarios pidiendo monedas
El 12 de marzo de 1948, Dewey D. Stone de Brockton, pasó el día en la ciudad de Nueva York con su amigo Jaim Weizmann, quien le manifestó su preocupación por la negativa de Truman a reunirse con él. Stone era un apasionado judío estadounidense que se convertiría en presidente de United Jewish Appeal y la Agencia Judía. Esa noche, regresó a Boston y se encontró con Frank Goldman, presidente de B’nai B’rith, y le contó que no había manera de que Truman aceptara reunirse con Weizmann. Goldman dijo que “de casualidad” había visitado en Kansas a Eddie Jacobson, quien recibió un premio de la B’nai B’rith y que Jacobson le contó que él era amigo personal de Truman, y que fue su socio en algunos negocios. Goldman se ofreció a llamar por teléfono a Jacobson en ese mismo momento e invitarlo urgentemente a ver a Truman. Pero se encontraron con un problema: no tenían suficientes monedas para hacer una llamada de larga distancia. Los dos millonarios, Stone y Goldman, pasaron mesa por mesa pidiendo monedas de 25 centavos hasta que tuvieron lo necesario para llamar a Jacobson. Jacobson, dijo que convencer al Presidente iba a ser imposible. Stone invitó a Jacobson a Nueva York y allí lo llevó a ver a Jaim Weizmann. Como sucedió con Balfour y con tantas otras personas antes que él, Jacobson quedó absolutamente cautivado por la personalidad y los apasionados argumentos de Weizmann, y al cabo de la reunión Stone le dijo “todo lo que tienes que pedirle a Truman es que acepte reunirse con Weizmann. Weizmann se encargará del resto”.
Reunión de amigos
Cuando Jacobson llegó a la Casa Blanca, “sin avisar”, el presidente Truman estaba muy feliz de verlo, pero le advirtió que no aceptaría hablar de Palestina o la partición. Jacobson asintió y le dijo a Truman, señalando un busto de Andrew Jackson: “No voy a hablar de Palestina. Solo te quiero pedir que recibas a Jaim Weizmann, un líder nacional con el mismo molde y temperamento que Jackson” a quien Truman veneraba. Truman se rió porque cayó en la trampa de su amigo y no tuvo más remedio que ceder. Truman y Weizmann finalmente se reunieron en Washington y al final de la reunión Truman quedó tan convencido que le prometió a Weizmann que cuando expirara el mandato británico, el 14 de mayo de 1948, Estados Unidos reconocería de inmediato al Estado de Israel.
La Torá en la Casa Blanca
Y Baruj Hashem así fue. Cuando los británicos se retiraron y Ben Gurión declaró la creación de Israel, Truman, fiel a su promesa a Jaim Weizmann, extendió inmediatamente su reconocimiento a Israel en nombre de los Estados Unidos. Jaim Weizmann fue nombrado Presidente del Estado de Israel, cargo que ejerció hasta su muerte en noviembre de 1952.
Una de las primeras cosas que hizo Weizmann luego de ser elegido Presidente fue visitar a su nuevo amigo, Harry Truman, a quien le entregó de regalo un Sefer Torá (ver fotografía) en reconocimiento a su amistad con el pueblo de Israel.
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