A nadie se le escapa hoy en Israel, desde los periódicos a algunos amigos sensibles a la página literaria, el aniversario del fallecimiento de Franz Kafka, escritor que al lado de textos de Freud, confieso, modelaron mis
años adolescentes.
Las páginas de su Diario iniciadas en 1911 no abandonan mi memoria. Allí escribe:… “Dormir, despertar, dormir, despertar… una vida miserable…Debo confesar que mi educación me ha dañado…Todos estamos presos entre nuestro pasado y el devenir…”
Y más tarde confiesa… “Cuando escribo casi llego a odiar a mi padre…es desagradable escuchar sus agraviantes indirectas a los jóvenes de ahora… es un tormento…” Y le reprocha:… solo puedes tratar a un niño según hicieron contigo, con dureza, gritos y cólera… El miedo me atenaza cuando pienso en ti…”
Y no olvida… “Una noche no cesaba de lloriquear pidiendo agua…me sacaste de la cama, me llevaste a la terraza y allí me quedé solo, en camisón, ante una puerta cerrada…” Y concluye:… “No es posible una relación contigo, perdí la facultad de hablar en nuestra casa…”
Dolidos reproches que ampliará en su Carta al Padre que escribió en noviembre 1919 cuando frisaba los 37 años.
Verá luz en 1950 por iniciativa de Max Brod, entonces refugiado en Palestina desde los años treinta. Es un yo acuso al progenitor, texto que este nunca conoció. Lo remitió solo a su madre y a su hermana Ottla sabiendo que ellas nunca lo harían llegar al padre por temor o por franca apatía.
Páginas de su Diario revelan su desprecio, miedo en verdad, al sexo. Sin embargo, desnudan también ambivalentes apetitos. Así, cuando transita por algunas calles de Praga confiesa… “Me paseo adrede…por donde hay prostitutas. Me excitan…Imagino la posibilidad de acostarme con una de ellas…Solo deseo a las gordas y viejas de vestidos
anticuados…Ningún hombre habría encontrado en ellas algún atractivo, salvo yo…”
Sin embargo, al final de sus días Kafka se preguntará: … “¿Qué has hecho con el don del sexo? …Lo has desperdiciado: eso es lo que al final dirán…”
Intimas inclinaciones que se reflejan en su intercambio epistolar durante ocho años con Felice Bauer quien reiteradamente le pidió contraer formal matrimonio. Perspectiva apenas vislumbrada por Kafka.
Al correr de los días y sin esta opción, Felice emigrará a Estados Unidos atesorando las cartas que oportunamente venderá a la editorial Shoken.
Pienso que la ineludible pieza literaria y psicológica conocida como la Carta al Padre describe un vínculo conflictivo entre generaciones. Uno y otro revelan aquí una precaria capacidad afectiva entrampados como están en un incómodo y tenso marco familiar… El padre debe sobrevivir en un entorno burgués y hostil distante de los valores que informaron su infancia en tanto que el hijo es rehén de un impulso a la creación, oración diría Kafka literaria.
En estas páginas Kafka también busca explicaciones a su ineptitud para entregarse en plenitud a una mujer o traer un hijo a este mundo. Confiesa…. “He crecido como un niño temeroso, sin dejar de ser testarudo… y escribir es mi oración…me encuentro a salvo escribiendo…”
Ciertamente, Kafka no se aleja de su condición judía. Llamado por sus padres Franz como homenaje personal al Emperador del Imperio Austro-Húngaro, fue circundado por un médico a la semana de su nacimiento. Y así escribe al padre en la Carta… “Cuando era niño me censurabas por ir poco al templo…sentimientos de culpa me embargaban entonces… pero ya joven no pude comprender el estéril judaísmo que practicas …Es una farsa…”
Sin embargo, estas actitudes mudan cuando Kafka tomará contacto con un teatro que llega a Praga para escenificar piezas en idish escritas por Sholem Aleijem, Peretz, Bialik y otros. Y sin embargo confiesa… “Me siento como una oveja perdida…pero no tengo fuerzas para quejarme… Y me pregunto: ¿qué tengo en común con los judíos?… Apenas tengo nada en común conmigo mismo… Me oculto silenciosamente en un rincón, contento de poder respirar…”
Kafka falleció el 3 de junio de 1924. Fue enterrado en el cementerio judío de Praga junto con los restos de sus padres. Cabe agregar que sus textos fueron traducidos por vez primera al castellano en los años veinte. Más tarde se conocerán en otros idiomas.
Figura inolvidable.
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