Uno de los pasajes más incendiarios del Talmud se encuentra en Maasejet Taanit 7a (tratado de ayunos) donde se nos dice que un día lluvioso es más grande que el día de entrega de la Torá, pues “el día de las lluvias trae alegría a las bestias mientras que la entrega de la Torá únicamente trae alegría a Israel” a lo cual el Maharsha agrega en su comentario que “el día de las lluvias beneficia tanto a los justos como a los malvados, mientras que el día de la entrega de la Torá solamente beneficia a los justos.”
Esa afirmación es necesariamente polémica ¿cómo un evento tan central puede ser comparado con un día tan cotidiano como la lluvia? Esto pareciera contradecir varias de las premisas y axiomas que tradicionalmente aceptamos de la Torá y que se encuentran en las fuentes de la tradición.
Por ejemplo, el Midrash Raba afirma que la Torá es anterior a la Creación, y en algunas fuentes se nos dice que la Torá es la raíz o el motivo de la Creación misma, sin mencionar el peso histórico que la Torá ha tenido y tiene en la conformación del pueblo judío ¿cómo puede entonces siquiera ser comparable a un día normal? Esta polémica arroja luz hacia varias enseñanzas sumamente profundas que el pasaje enseña tanto de nuestra relación con la Torá como de la naturaleza misma del mundo.
La belleza de la lluvia, una bendición para todos
A un nivel muy sencillo, la observación del Talmud es cierta: no todo el mundo es directa y visiblemente beneficiado de la entrega de la Torá, mientras que todo el mundo es beneficiado directamente del funcionamiento de la naturaleza – de las precipitaciones que literalmente llenan al mundo de vida, hacen funcionar la economía y sin las cuales sería imposible nuestra civilización. La Torá, importante al grado que sea, no es un bien tan tangible y tan esencial desde el punto de vista más sencillo.
Esta actitud del Talmud, más que simplemente regresarnos a una visión directa y sencilla de la realidad, cumple con otra función; nos invita a valorar el mundo por lo que es y no por lo que podemos idealizar de él. El mismo Talmud que sabe que la Torá es el motivo mismo de la creación o uno de ellos, no se deslinda de valorar a la creación por lo que es sin concentrarse en el cumplimiento de su objetivo. Nos ofrece una visión humilde. Y, más aún, equitativa.
Dicha visión plural de la Torá se destaca en otro elemento incendiario que el comentario del Maharsha nos trae: el que se compare el bien que se le extiende a los justos y a los malvados con un bien que se le extiende a los justos únicamente prefiriendo el primero sobre el segundo. Podría esto no ser así; ¿porqué hemos de considerar bueno algo que le haga bien a los malvados? Y he aquí otra clave más.
El Maharsha y el Talmud están enseñándonos que detrás de todo este sistema de justicia que la Torá propone, sí existe alguna perspectiva bajo la cuál se prefiere un bien extendido a todos, aunque estos incluyan a los los malvados, que un bien extendido en parcialidad.
Dicha visión nos invita a construir nuestra perspectiva moralista, legalista y otras, sobre una base de valores de amor absoluto e incondicional a todo el cosmos; una visión que, a pesar de contener “reglas de juego” que aparentemente contradijeran esta base, necesariamente esconde un reconocimiento de una Voluntad Superior que antecede a estas reglas.
La Torá como un día de lluvia
En el mismo comentario se encuentra una reflexión alternativa a lo que dice de forma explícita. De forma implícita, nos dice que la Torá beneficia a todos, como lo hace la lluvia. En el mismo tratado donde surge este comentario se compara en más de tres ocasiones a la Torá con la lluvia y hay varios pasajes de la tradición rabínica que hacen la misma comparación.
En una semana festejamos la festividad de Shavuot y con ella celebramos el día de la Entrega de la Torá. En este día el pasaje analizado nos invita a reflexionar de forma equitativa y humilde sobre lo que es la Torá – sobre su rol en el mundo y sobre el rol del mundo en el mundo de la Torá.
Pero queda pendiente un aspecto que, de ser como lo expone nuestro pasaje talmúdico, deja el mismo festejo de la Entrega de la Torá en incógnita: ¿cómo justifica la visión de nuestro pasaje que se festeje la Entrega de la Torá más de lo que se festejaría cualquier “día de la lluvia”?
Sin ánimo de dar una respuesta definitiva a esto, y sin necesidad real de hacerlo, quiero sugerir que este pude ser uno de los motivos por los cuáles hay una tradición en el Pueblo de Israel que dice que el día de la Entrega de la Torá fue un día lluvioso.
Un enorme agradecimiento al coautor de esta nota que prefirió permanecer en el anonimato
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