Enlace Judío México e Israel – Este domingo se celebra el Día del Padre en México y varios países del mundo. En un espíritu festivo recordamos cuatro enseñanzas que podemos aprender de la Torá sobre el relato de padres ejemplares.
Esau e Isaac. Amar incondicionalmente a nuestros hijos
Uno de los enigmas más grandes de la Torá es el amor que Isaac le tenía a Esaú. Isaac es uno de los personajes más píos y justos de la Torá. A sus 38 años se deja guiar por su padre al Monte Moriá y se ofrece a si mismo como sacrificio permitiendo ser amarrado. Esaú por su lado es conocido como un rasha (un malvado), imita los pasos de Nimrod tomando el gusto de la caza como deporte, es dado a amar la sangre, desprecia la primogenitura, se mezcla con mujeres idólatras y jura matar a su hermano. ¿Cómo entonces es el hijo más querido de Isaac? La respuesta clásica es que Isaac era ciego a la naturaleza de su hijo, que habiendo crecido entre justos, no reconocía la maldad cuando la tenía frente a sus ojos.
Rab Sacks se basa en textos que ofrecen otra respuesta. Bajo sus ojos, Isaac era completamente consciente de quién era su hijo y aún así lo amaba. Veía en su hijo, lo que los demás nunca vieron y decidió amarlo incondicionalmente pese a sus faltas.
“It may be that Isaac loved Esau not blindly but with open eyes, knowing that there would be times when his elder son would give him grief, but knowing too that the moral responsibility of parenthood demands that we do not despair of or disown a wayward son.”
“Es posible que Isaac amara a Esaú no ciegamente, sino con los ojos abiertos, sabiendo que habría momentos en que su hijo mayor le causaría dolor, pero sabiendo también que la responsabilidad moral de la paternidad exige que no desesperemos ni repudiemos a un hijo descarriado”.
“Not all children follow the path of their parents. If it was Isaac’s intent that Esau should do so, he failed.
But there are some failures that are honourable. Loving your children, whatever they become, is one, for surely that is how God loves us.”“No todos los hijos siguen el camino de sus padres. Si la intención de Isaac era que Esaú lo hiciera, fracasó.
Pero hay fracasos que son honrosos. Amar a tus hijos, sin importar en qué se conviertan, es uno de ellos, pues sin duda así es como Dios nos ama.”
Pirkei Avot. El padre como vehículo de sabiduría
Uno de los textos más importantes de la tradición judía precisamente se llama “Dichos de nuestros padres” (Pirkei Avot) es un capítulo en el tratado de Nezekin de la Mishná. A diferencia de los otros textos de este tratado y del estilo del Talmud en general Pirkei Avot no incluye casos legales o discusiones como tal, es más que nada un compendio de principios éticos considerados parte de la sabiduría judía. Es un texto que popularmente se usa separado de su origen y se toma como una parte importante de nuestra herencia. Aunque hay quien considera que la palabra “Avot” se refiere más que nada a “principios” tradicionalmente se ha traducido a lo largo de los siglos como “padres”, ya que puede significar ambas.
Ello arroja mucha información sobre cómo se percibe al padre dentro del judaísmo, pues se considera que el padre es el responsable de trasmitir la tradición a sus hijos y educarlos en la Torá y los textos bíblicos. Sin embargo, esta educación no simplemente debe ser textual, debe de traducirse a una forma de vida que nutra al individuo a lo largo de los años. Aparte de una educación textual se exige una educación ética que debe ser dada con amor y cariño al hijo que se educa. Pirkei Avot, es el corazón de aquella enseñanza que se busca trasmitir. En esa línea se mira al padre como un sabio que nos acompaña para siempre.
Jacobo y las 12 tribus. Ver a cada hijo de forma individual
Finalmente en los comentarios se discute por qué todos los hijos de Jacobo fueron tzadikim (justos), mientras que no podemos decir lo mismo de los hijos de Abraham y de Isaac. La respuesta que se da es que Jacobo supo ver las cualidades individuales de cada hijo y pudo tratar a cada uno de ellos distinto. La bendición que le da a cada uno de ellos es diferente a la que sus hermanos recibieron.
Raquel y Labán. El amor incondicional de los hijos
Otro de los momentos más impactantes de la Torá es cuando Raquel decide esconder los ídolos de su padre Labán sentándose en ellos. Se dice que se expuso a una muerte joven con ese acto. Sin embargo, es muestra del amor tan estrecho que puede haber entre padre e hija. Raquel va contra sus deseos y contra lo que sus principios le dictan por proteger la integridad de su padre, sabiendo incluso que era un rashá (malvado).
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