Joseph Hodara/ Kafka: Carta al padre

Un texto que Kafka escribió en noviembre de 1919 cuando frisaba los 37 años.

Vio luz en 1950 por iniciativa de su íntimo amigo Max Brod quien al fugarse de Praga a Palestina en 1939 llevó consigo los textos que Kafka le había pedido quemar.

Llegarán finalmente a la editorial Schoken.

Es un yo acuso del hijo al padre que desnuda la precaria capacidad afectiva de dos seres atrapados en un tenso marco familiar. Ni uno ni otro posee la capacidad de amar, y abrumado sin consuelo por esta ausencia, Kafka cederá un irrefrenable impulso a la oración literaria.

Dejó Kafka estas páginas en manos de su madre y de su hermana Otla, pero nunca llegarán al padre. Solo Max Brod y su amiga Milena conocerán su contenido.

Abundan en ellas sus reproches…”El miedo me atenaza cuando pienso en ti…Crecí como un niño temeroso y tú solo puedes tratarme según hicieron contigo, con dureza, gritos y cólera…”

Y recuerda… “una noche no cesaba de lloriquear pidiendo agua… Tus gritos no me producen efecto alguno…me sacaste de la cama, me llevaste a la terraza y allí me quedé solo, en camisón, ante una puerta cerrada…”

Como pieza literaria y psicológica la Carta refiere una relación extremadamente conflictiva entre generaciones. Desnuda la precaria capacidad de amar de dos seres atrapados en la estrechez de sus vidas.

Con sus amigos Kafka leía en voz alta sus relatos y gozaba los elogios y aplausos. Pero en el hogar apenas merecía helada indiferencia.

Recuerda… “el no ser posible una relación equilibrada contigo perdí la facultad de hablar en nuestra casa…”

Como pieza literaria y psicológica la Carta enhebra una relación extremadamente conflictiva entre generaciones. Es en suma un alegado que se refiere a la precaria capacidad afectiva de dos seres atrapados en un estrecho marco familiar. Ni uno ni otro poseen la capacidad de amar excepto, en el caso de Kafka, un impulso irrefrenable a la creación (oración que escribirá Kafka) literaria.

Íntimas reflexiones y vivencias que modelaron su creación literaria.

Y desde aquí, cien años después de su muerte, se me antoja ineludible recorrer una y otra vez sus páginas.

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